Rara Avis es el nombre de la colección que la editorial Tusquets le ofreció dirigir a Juan Forn con la idea de agrupar todos esos libros y autores de los que él viene hablando en sus columnas de los viernes en Página/12, libros difíciles de clasificar en una categoría, en un momento de la industria editorial en el que la segmentación –por géneros, por edades, por sexo– es cada vez más excluyente. En agosto inauguran la colección Crónica de mi familia, de Vasco Pratolini (el autor del guión de Rocco y sus hermanos) y Anticonferencias, de Isidoro Blaisten. El catálogo promete, entre otros, una novela de terror de Mark Twain que su autor no llegó a publicar por motivos bastante misteriosos y títulos de escritores argentinos y universales cuya traducción quedará, para fortuna de los lectores nativos, en manos de reconocidos traductores argentinos.
Y si la elección de estas rara avis pareciera estar en sintonía con su propia concepción de la escritura, ligada a la oralidad, donde los sucesos reales o las historias de vida tienen un lugar central tanto como la performance del narrador, reconoce que le sería imposible desligar sus gustos personales de la elección de los títulos para una colección. “Yo siempre me manejé así en mi trabajo de editor. Pero además, en las charlas entre lectores siempre aparecen las colecciones como algo importante en su vida: los primeros amarillos de Anagrama, los breviarios del Fondo de Cultura, los policiales del Séptimo Círculo. Por otro lado, en contra de lo que la ortodoxia crítica plantea, a mí la vida de los escritores, el contexto histórico del que surgieron, siempre me fascinó. Para mí es un plus que enriquece la lectura, por lo tanto, no es raro que eso quede reflejado en el criterio de selección de los títulos”.
Viendo el catálogo de la colección, hay una mirada puesta en esa zona donde termina la vida y empieza el arte: la cocina del escritor, la crónica de la escritura.
—¿Es una zona poco explorada en el mercado editorial, creés que hay una cantidad importante de lectores interesados en estos géneros fronterizos o apuntás a la construcción de un nuevo lector?
—Te cuento una anécdota: después de estar varios años escribiendo los textos que vienen saliendo en la contratapa de Página/12 y de reunirlos en tres tomos, los presenté a un concurso literario y me los rechazaron porque no encajaban en ninguna categoría. Yo creo que entre algunos escritores, libreros, editores, periodistas, formamos una especie de cofradía en la que estos libros sí tienen lugar.
Los autores elegidos son escritores excéntricos (hay un ex-critor, un viaje a los confines del mundo, otro a la ciudad prohibida y uno al interior del cerebro del autor), opuestos al sistema literario. La elección de los títulos tiene un costado lúdico: “La novela de Mark Twain El forastero misterioso está libre de derechos, lo que pasa es que nunca fue traducida seriamente, porque el libro resultó mucho más oscuro de lo que la época se bancaba. Otros están descatalogados, sin traducir o directamente mal traducidos, cuestión que pensamos revertir con buenas traducciones y tapas muy cuidadas. La idea, la verdad, es ofrecerlos a los lectores como una suerte de regalo”.