CULTURA
ENTRE DOS MUNDOS

“Rosalí con tilde en la i”: la pampa, la ciudad y las vidas que Germán Redel convirtió en cuento

Redel debuta con once relatos que exploran la rudeza del campo bonaerense y el pulso cambiante de la ciudad. Economista de formación, encontró en la escritura un espacio para ordenar memorias, silencios y escenas que regresan.

Germán D. A. Redel - Rosalí con tilde en la I  04122025
Germán D. A. Redel - Rosalí (Tinta Libre Ediciones) | Arteconectados

Germán Diego Alejandro Redel se presenta con sencillez: economista, trabajador bancario, y ahora alguien que se anima a llamarse escritor. No tiene una tradición familiar ligada a las letras, pero sí una relación persistente con la lectura, sobre todo con el cuento. “Siempre me gustó leer y, en algún momento, las historias se me empezaron a armar en la cabeza”, recuerda. Ese impulso —mezcla de imágenes insistentes y escenas que pedían ser contadas— terminó convirtiéndose en Rosalí con tilde en la i y otros cuentos, (Tinta Libre), su primer libro.

Redel no oculta sus devociones: Jorge Luis Borges, Antonio Berni, Abelardo Castillo, Nicanor Parra, Ernest Hemingway, Mijaíl Shólojov, James Joyce. Dice sus nombres con respeto, consciente de la distancia que lo separa de ellos, pero también del modo en que esas voces moldearon su sensibilidad.

En esa constelación conviven la tradición ruralista argentina, la poesía de la vida simple y la densidad emocional del realismo clásico, pero también una crudeza que atraviesa varios relatos y que expone sin adornos la aspereza de ciertas vidas en la pampa.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite
Germán D. A. Redel - Rosalí con tilde en la I 04122025
Germán D. A. Redel

El campo como geografía íntima

Los primeros cinco cuentos del libro transcurren en la pampa bonaerense. Son relatos duros, habitados por adultos hoscos y adolescentes que todavía no perdieron la capacidad de mirar. Allí aparece la raíz biográfica de Redel: las visitas al pueblo de Saavedra, la casa de su abuela, los días sobre la sierra, la experiencia de la caza, las fiestas locales y el ritmo pausado que define la vida rural.

Me di cuenta de la crudeza cuando terminé de juntar los textos”, admite. Esa dureza no es decorativa: surge del clima, del silencio y de una forma de comunicación donde muchas cosas no se dicen. Para el autor, la violencia rural —casi siempre tácita— contrasta con la urbana, más explícita y verbal. “Son violencias distintas, pero dialogan”, sintetiza.

Lo sensorial ocupa un lugar esencial en su escritura. La oscuridad total de una noche en la sierra, la linterna que apenas corta la neblina, el peso del trabajo físico: cada elemento aparece como memoria y como recurso narrativo. “A veces se despiertan recuerdos que uno dejó pendientes”, confiesa, y reconoce que varios cuentos rurales lo obligaron a volver a escenas que no había terminado de procesar.

"Nadie jamás sabrá..."

La segunda mitad del libro se mueve en otra clave: la ciudad, sus noches, los reencuentros inesperados y los momentos donde una decisión cambia el rumbo. Aquí el tono se vuelve más introspectivo. Redel explora duelos, vínculos y la euforia efímera que convive con el vacío.

“El último cuento fue una búsqueda consciente”, cuenta. Se refiere a “Nadie jamás sabrá nada de ese pedazo viejo de tapiz”, inspirado en el tapiz de Bayeux y en la idea de trasladar esa narración medieval al sur del mundo. Fue su relato más complejo: un ejercicio de capas, detalles mínimos y guiños para lectores atentos.

Dillom lleva su universo musical a un libro con fotos de Andrés Capasso y obras de Eduardo Basualdo

Aunque pensaba que escribir era un ejercicio solitario, Redel descubrió que necesitaba la mirada ajena. Encontró ese espacio en la clínica literaria del Centro Cultural Rojas, coordinada por Gabriela Saidón, donde aprendió a corregir, reescribir y sostener una rutina. “Tenía textos que pensaba que eran espectaculares hasta que alguien los leía y me hacía ver que no lo eran tanto”, cuenta entre risas. Su abuela fue la primera lectora del manuscrito. Le marcó todas las comas que faltaban.

La publicación tampoco llegó rápido. Mandó el libro a varias editoriales, hasta que apareció Tinta Libre, casi por casualidad. “Fue un proceso de mucho trabajo, pero también muy lindo”, resume.

Germán D. A. Redel - Rosalí con tilde en la I 04122025

En Rosalí con tilde en la i… conviven geografías, memorias y formas de nombrar las cosas. Hoy Redel sigue vinculado al campo a través de su familia y de los viajes que hace siempre que puede. Sin embargo, siente que lo rural ya encontró su cauce narrativo en este libro. Lo que viene, dice, está en construcción: “Tengo un montón de historias todavía en la cabeza”.

Su consejo para quienes empiezan a escribir es sencillo y honesto: animarse, compartir, leer en voz alta, dejarse corregir. “Ese primer miedo es clave de romper”, afirma.

Con Rosalí con tilde en la i y otros cuentos, Redel se suma a una tradición argentina que encuentra en la frontera entre campo y ciudad un territorio fértil para narrar. Lo hace con sensibilidad, sin artificios, y con una mirada que combina observación, memoria y una escucha fina de las tensiones que moldean la vida cotidiana.

DCQ