SOCIEDAD
Lo mató al bajar de la limousina

John Lennon tenía la respuesta que atormentaba a Mark Chapman, su asesino

Hace 45 años, un joven de 25 mató al ex Beatle por la espalda. Comprender el móvil y desenredar el plan criminal internó a los investigadores en las bibliotecas de Nueva York para leer un best seller de los años 50, una novela sobre la salud mental de los adoloescentes, que también obsesionó a otros dos asesinos de famosos. Galería de fotos

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John Lennon | captura de pantalla

Cuando Mark Chapman asesinó a John Lennon por la espalda, tenía 25 años y Lennon, 40. Fue hace cuatro décadas, el 8 de diciembre de 1980 y el homicida todavía sigue su condena perpetua en el Centro Correccional Green Haven, una prisión de máxima seguridad en el la ciudad de Beekman, estado de Nueva York, Estados Unidos. Sus abogados pidieron 14 veces la libertad condicional y siempre se la denegaron.

Ese 8 de diciembre, hace 45 años, Chapman había merodeado por la casa todo el santo día.

A la mañana, se camufló entre sus fans y habló con el encargado del edificio Dakota en donde el ex Beatle vivía con Yoko Ono y Sean, el hijo de 5 años. Luego, al verlo salir con la esposa, se acercó y le pidió firmar la portada de su último disco, Double Fantasy. Lennon le estrechó la mano y luego se subió a la limousina que lo llevaría a Record Plant Studios.

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Patos del Central Park Manhattan 20251205
Central Park de Nueva York. John Lennon vivía enfrente, en el Edificio Dakota.

“En ese momento, mi parte buena ganó y quería volver a mi hotel, pero no podía. Esperé hasta que regresó. Él sabía dónde van los patos en invierno y yo quería saberlo”, declaró Chapman, enigmático, ante la policía.

Después del asesinato, ni siquiera intentó huir. Se sentó en el cordón herido con la sangre del hombre que imaginaba la paz en el mundo y se puso a leer El guardián entre el centeno, esa novela de Jerome David Salinger que fue maldita, polémica y exitosa desde el día en que había llegado a las librerías, en 1951.

Chapman, que había intentado suicidarse tres años antes, puso el pie en el cuartel policial, con la novela bajo el brazo. En la primera página había escrito: “Ésta es mi declaración”; y la firmó Holden Caulfield.

Para desentrañar las causas del asesinato, las fuerzas del orden tuvieron que ir a una biblioteca. Y luego detenerse a pensar en la sociedad en la que se habían criado, en los años 50.

Holden Caulfield –que revive en la ficción algunas experiencias autobiográficas de Salinger - es el protagonista de El guardián entre el centeno. Es el chico de 16 años, de clase media acomodada, flacucho, irresponsable y sagaz, que preferiría ser leñador precoz en Vermont, antes que abogado como su padre.

Chapman había intentado suicidarse 3 años antes; en el cuartel policial, con la novela bajo el brazo, escribió en la primera página: 'esta es mi declaración'; y la firmó Holden Caulfield' "

Holden, cuya conducta le resulta inexplicable a la sociedad, cuenta su historia desde un hospital neuropsiquiátrico, en California. En su horizonte de incertidumbres, con un padre ausente y una madre verborrágica y superficial, sólo una hermana de 12 años logra hacerlo tirar un cable a tierra. Cuando ella quiere acompañarlo en la fuga, se siente responsable por la menor y entonces aborta su plan. Moraleja: en vez de tratar a un adolescente como una criatura, dale una responsabilidad y verás qué sucede.

Si la británica J. K. Rowling logró que los jóvenes de fin de siglo leyeran relatos maravillosos que los alejaban de la realidad, el estadounidense J. D. Salinger permitió que la problemática real de los adolescentes del medio siglo fuera genuina materia literaria.

Y entre pasiones y prohibiciones, The catcher in the rye, que mereció dos traducciones diferentes en español (El cazador oculto y luego, El guardián entre el centeno) sigue siendo inspiradora, sobre todo entre los adolescentes que se sienten incomprendidos.

Los 14 famosos muertos que siguen facturando millones: de Michael Jackson a Whitney Houston y Matthew Perry

Sin embargo, cuidado: una novela brillante no puede ser juzgada por la mala praxis de sus lectores.

Como en todo policial de enigma, habría que preguntarle a la psiquiatría por qué Chapman mató a Lennon, luego de odiarlo y admirarlo en partes iguales. Pero en el acertijo hay una frase clave que “justificó” su acto en la mente del asesino: “porque él sabe a dónde van los patos en invierno”.

The catcher in the rye, que mereció dos traducciones diferentes en español (El cazador oculto y luego, El guardián entre el centeno) sigue siendo inspiradora, sobre todo entre los adolescentes que se sienten incomprendidos"

Esa es precisamente la obsesión de Holden, el antihéroe que huye de la escuela antes de que lo echen por tener malas notas. El chico que ve a un estudiante tirarse por el balcón antes que retractarse; el que detesta los granitos y espía el cuerpo torneado de su compañero de cuarto; el de los mil interrogantes sobre su propia sexualidad; el que aborrece una situación ambigua delante de su profesor preferido; el que admira a un hermano que vendió su talento a Hollywood y conversa en secreto con Allie, el otro hermano muerto.

 Mark David Chapman 11092025
Mark Chapman, el asesino de John Lennon lo esperó horas aquí para saludarlo, pedirle un autógrafo y después matarlo.

Edificio Dakota en Manhattan, Nueva York

En su plan de evasión, Holden Caulfield nunca se va a ningún lado. Camina y recuerda la cantidad de veces que se quedó soportando el diluvio delante de la tumba de Allie. En el cementerio, la gente sale despavorida cuando hay tormenta, pero los muertos se quedan, solos y fríos como los patos. ¿O desaparecen? ¿O es que estarán esperando la primavera para renacer?

Holden Caulfield recorre Nueva York hundiéndose a cada paso en la nieve y la depresión.

La vida y la muerte en todo su fulgor; en eso piensan los adolescentes cuando nos hacen creen que no están pensando en nada. Y Salinger fue uno de los primeros en exponerlo. O padecerlo.

En el cementerio, la gente sale despavorida cuando hay tormenta, pero los muertos se quedan, solos y fríos como los patos. ¿O desaparecen? ¿O esperan la primavera para renacer?"

A mediados del siglo XX y sólo cinco años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos buscaba recuperarse de tantas pérdidas -aunque hayan ganado, una guerra nunca es gratis- abroquelándose en la familia tipo, los estereotipos, los roles parentales y el consumo.
A un ritmo frenético, los estadounidenses hacían resurgir la economía, pero no podían frenar las protestas raciales ni el apogeo del psicoanálisis.

En Yo amo a Lucy, Lucille Ball desplegaba sus flamantes electrodomésticos mientras Dorys Day entonaba ¿Qué será? A la par que los libros de Alfred Kinsey desnudaban el comportamiento sexual de hombres y mujeres, la sociedad conservadora bramaba como el Etna.

18 años antes ya lo había descripto Aldous Huxley, en Un mundo feliz: para que una sociedad progrese, exterminen el espíritu y erradiquen todo deseo.

Patos del Central Park Manhattan 20251205
La vida y la muerte. Una sola cosa obsesiona a Mark Chapman y a Holden Caulfield: ¿cuando todo muere y llega el invierno, a dónde van los patos del Central Park? John Lennon lo comprendió, dijo el asesino.

En 1944, el psiquiatra Robert Lindner había escrito Rebelde sin causa: la historia de un psicópata criminal, que once años más tarde fue protagonizada en cine por James Dean. En 1953, tras el éxito de Salinger, Lindner decía que eran falsas y peligrosas las terapias que pretendían reencauzar a las personas en las expectativas de la sociedad.

Atormentado por la melancolía y el clima pre-navideño, Holden es frágil, se inventa un amor que no siente, se regodea en la angustia, se esconde en su propia casa"

Robert Linder proponía en cambio “transformar la protesta negativa del paciente en la expresión positiva de la urgencia por rebelarse”.
Abrumado por la hipocresía de una sociedad consumista, hueca y sin afectos genuinos, Holden –a quien todos en la novela mandan al psiquiatra- conversa con cualquiera que se le cruza; tan cínico como sus compañeros del Colegio Pencey, quiere que lo acepten, pero hace lo mismo que critica. Miente, se inventa un futuro, finge historias de amor pero una sola obsesión le ronda por la cabeza: ¿en invierno, a dónde van los patos del Central Park?

Atormentado por la melancolía y el clima pre-navideño, Holden es frágil, se inventa un amor que no siente, se regodea en la angustia, se esconde en su propia casa y evade un diálogo sensato que hubiera puesto cada cosa en su lugar. Curiosamente, el único pasaje de la novela en el que el protagonista se siente feliz es cuando visita el zoológico con su hermana y da vueltas en el carrousel.

'Estoy seguro de que la mayor parte de mí es Holden Caulfield, el resto de mí debe ser el Diablo", dijo Mark Chapman"

Holden es adolescente y como tal, no encuentra su lugar. Sus problemas para crecer son, a los ojos de la sociedad, un desorden emocional, material psiquiátrico. A los defensores de la sociedad de consumo les parece inverosímil que su método pueda ser objetable. ¡¿Nocivo?! Jamás.

“Cómo vas a saber qué vas a hacer hasta que lo hacés?” , se pregunta Holden en los últimos párrafos, encerrado.

“Estoy seguro de que la mayor parte de mí es Holden Caulfield, el resto de mí debe ser el Diablo. En ese momento, mi parte buena ganó y quería regresar a mi hotel, pero no podía. Esperé hasta que [Lennon] regresó. Él sabía dónde van los patos en invierno y yo quería saberlo”, dijo Chapman, ya en el cuartel de policía.

En 1981, John Hinckley intentó asesinar al entonces presidente Ronald Reagan. En 1989, Robert John Bardo acosó y mató a la actriz Rebecca Schaeffer, quien sólo tenía 21 años. En la investigación policial, ambos declararon que estaban obsesionados con la novela de Salinger.


Mark Chapman asesinó a John Lennon por la espalda, vivía con Yoko Ono y el pequeño Sean.

a escrito: “Ésta es mi declaración”; y la firmó Holden Caulfield.

Holden Caulfield –que revive en la ficción algunas experiencias autobiográficas del autor- es el protagonista de “El guardián entre el centeno”. Es el chico de 16 años, de clase media acomodada, flacucho, irresponsable y sagaz, que preferiría ser leñador precoz en Vermont antes que abogadoensaran. Y Salinger fue uno de los primeros en exponerlo. O padecerlo.