El 24 de diciembre, en plena Nochebuena, el santoral católico conmemora a San Delfín de Burdeos, obispo de la Galia del siglo IV. Su memoria coincide con una de las fechas más significativas del calendario cristiano y remite a una Iglesia que se consolidaba tras las persecuciones del Imperio romano.
San Delfín de Burdeos: un pastor firme en una Iglesia que despertaba
San Delfín fue obispo de Burdeos en un período decisivo para el cristianismo occidental. Según fuentes en inglés como la Catholic Encyclopedia, ejerció su ministerio cuando la Iglesia comenzaba a organizarse públicamente tras la legalización del cristianismo, enfrentando aún tensiones doctrinales y culturales.
Las fuentes italianas del Santi e Beati destacan su cercanía con San Ambrosio de Milán y su adhesión firme a la fe nicena. Delfín fue un defensor claro de la ortodoxia frente a corrientes heréticas que aún circulaban en la Galia, y se convirtió en una referencia de equilibrio entre firmeza doctrinal y prudencia pastoral.
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Uno de los hechos más recordados de su vida fue el bautismo de San Paulino de Nola, entonces un joven aristócrata romano que más tarde sería obispo y poeta cristiano. Textos anglófonos subrayan que este gesto tuvo un impacto profundo en la expansión intelectual y espiritual del cristianismo en Occidente.
Como obispo, San Delfín promovió la vida litúrgica, la formación del clero y el acompañamiento cercano de los fieles. Su liderazgo se caracterizó por la serenidad y la coherencia, cualidades especialmente valoradas en una Iglesia que comenzaba a ocupar un lugar central en la vida social y política.
La tradición lo recuerda como un pastor discreto pero decisivo. Aunque no se le atribuyen grandes milagros, su santidad se expresó en la fidelidad cotidiana, el servicio silencioso y la transmisión íntegra de la fe. Fuentes italianas lo describen como un obispo “más constructor que protagonista”.
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Las oraciones vinculadas a San Delfín suelen pedir perseverancia, claridad doctrinal y paz interior. Su figura adquiere un significado particular al celebrarse en la víspera de Navidad, como símbolo de espera confiada y de custodia fiel del mensaje cristiano.
Además de San Delfín de Burdeos, el 24 de diciembre el santoral recuerda también a Adán y Eva, en una conmemoración tradicional vinculada a la genealogía de Cristo, y a otros santos y beatos de los primeros siglos. La fecha se inscribe en el umbral litúrgico entre el Adviento y la Navidad.
En la Ciudad de Buenos Aires, la memoria de obispos de la Iglesia primitiva puede evocarse en la Catedral Metropolitana, donde en la noche del 24 de diciembre se celebra la tradicional Misa de Gallo, uniendo la espera del nacimiento de Cristo con la memoria de los primeros pastores que custodiaron la fe.