Hay una frase de Carl Jung que dice algo parecido a esto: debe llegar un momento en que liberemos a nuestras madres de la terrible carga de significado, de cielo y de infierno, que acarrean incluso a nuestro pesar. Cuando era más joven me imaginaba que alguna día, después de mucha y esforzada introspección, iba a ver a mi madre no como mi madre sino como una persona. Ahora lo considero imposible. Cosa que Jung también sabía: no se resuelve nada, escribió, reduciendo la madre a una medida humana.
Empecé a pensar en estas cosas a raíz de la publicación de Macaneos, la selección de las columnas periodísticas que Sara Gallardo escribió para la revista Confirmado entre 1967 y 1972. Porque es mi madre, y nunca la voy a poder apreciar con la debida distancia, su literatura me incomoda. Cada vez que la empiezo a leer siento que estoy espiando en un universo privado, que estoy por enterarme de pensamientos y de sentimientos que nunca compartió conmigo. No reconozco el tono, y no tengo ganas de verla como a una extraña.
¡Las columnas periodísticas, en cambio! Desde que mi madre murió, lo que más he extrañado de ella es cuánto y cómo nos reíamos. Cualquier pequeño incidente, el gesto de una persona desconocida que pasaba fugazmente por la calle, parte de una conversación oída al azar: en el acto lo percibía, lo hacía suyo y lo expresaba con alguna frase exacta. ¿Por qué era exacta la frase? Bueno, en eso consistía la gracia, en que era imposible reconstruir el laberinto de asociaciones excéntricas por las cuales ella alcanzaba, en un instante, la verdad del fenómeno. Cuando murió, pensé que había perdido esa mirada para siempre. Inesperadamente, la encontré de nuevo en las columnas de Confirmado. Corregí las pruebas de galera riéndome a carcajadas, mientras leía las descripciones de un viaje en ómnibus a Villa Gesell (“el equipo hediondo es sonoro”) o la opinión que le merecen los que opinan sobre literatura (“Me gustó ese libro. No me gustó ese libro”). Además de un ejercicio de humor, Macaneos es una travesía por los años 60 y una reflexión insospechadamente actual sobre la Argentina. Festivos y profundos, en estos textos de Sara Gallardo encontré por fin a mi madre, esa madre a la que nunca voy a liberar de la terrible carga del amor filial.n
*Hija mayor de Sara Gallardo y directora editorial de Ediciones Winograd.
