CULTURA
NESTOR PERLONGHER

Una lengua que se habla bajo fuego

El destinatario de la correspondencia de Perlongher narra el coxtexto de la escritura de las cartas que recibió entre 1978 y 1986.

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En 1981, Perlongher se radicó en Brasil y ante un corresponsal de un diario de Miami se autoproclamó un “exiliado sexual” denunciando la cacería al diferente que él mismo sufrió bajo la última dictadura. La crónica de su vida social y sentimental en esos tiempos aparece en las cartas que me escribió entre 1978 y 1986 a la “comuna hippie” en la que yo me había instalado, en los bosques de la Columbia Británica del Canadá, pero filtrada entre líneas para evitar la curiosidad de los funcionarios policiales del correo argentino. La posibilidad de control por ojos vigilantes no podía descartarse como mera fantasía paranoica. Se confirmaba cada vez que una carta no llegaba, se demoraba o aparecía con el sobre rasgado, abierto en una punta y vuelto a pegar en forma desprolija.

Estábamos en la prehistoria del e-mail: las misivas se enviaban en sobres rectangulares de vía aérea con ligerísimos papeles mecanografiados a interlineado simple para que entrara más texto y pesaran menos en la balanza del correo.

Desde mi cabaña de troncos, tenía que ir a buscarlas a una estafeta postal a hora y media de camino de montaña, con nieve hasta las rodillas en invierno, entre coníferas centenarias y huellas de osos negros. Perlongher las escribía en una prosa que él llamó, con autoironía, “un barroco de trinchera”; de allí el título del nuevo libro de Mansalva basado en su correspondencia. Se puede entender al barroco de trinchera como una lengua menor pero urgente, apremiada por sacarle el cuerpo a la captura o destrucción en manos del enemigo. Una lengua que se habla bajo fuego, más subterránea que la oración de barricada. Una lengua política. Y sexual.

* Narrador, ensayista, docente y periodista.