CULTURA
Entrevista

Violencia, separaciones, madres que duelen, pedofilia: terrores domésticos en los cuentos de Varsavsky

“La libertad de los huérfanos” es el libro reciente de la escritora que advierte: "No me planteé un libro feminista, no surge desde las ideas, sino que sale a través de las emociones”.

Paula Varsavsky
Paula Varsavsky | Mariana Redelico

Paula Varsavsky fue traducida al inglés, entrevistó a escritores como a Joyce Carol Oates, Richard Ford, Edmund White, Siri Hustvedty William Boyd y a finales del 2022 publicó un libro de cuentos titulado La libertad de los huérfanos. En sus páginas, los protagonistas atraviesan diferentes orfandades y enfrentan profundos dolores que el lector deberá digerir, porque los personajes no tienen tiempo para detenerse.

La libertad... está compuesto por veintiún relatos breves, con protagonistas de diferentes edades en las que hay madres que profundizan los conflictos interfamiliares, relaciones amorosas violentas, inseguras. También hay abuso, todo lo que puede guardase detrás de las puertas de lo que se llama “hogar”. En esos lugares, la orfandad es una liberación.

Varsavsky es argentina, pero se fue del país siendo una niña porque su padre, el astrofísico y matemático Carlos Varsavsky debió exiliarse. Vivió su adolescencia en Nueva York, por lo que el inglés es también su lengua. “Empecé a dedicarme a la literatura escrita en inglés ya a mis veintipico, en los noventa, que en general la gente se dedicaba más a la argentina a la latinoamericana y la que tenía más prestigio de alguna manera era la literatura que venía del francés, incluso la alemana, y lo que venía del inglés, ya sea de Inglaterra, Estados Unidos, Canadá -que se conoció mucho después sobre todo a través Alice Munro- tenían mucha menos visibilidad”, contó la autora a PERFIL.

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Yo tenía la lengua, hablaba muy bien inglés y además lo conocía no sólo desde el idioma, sino desde haber vivido en Nueva York cuando era adolescente. Había empezado en la escuela a los 13 años y me formé en literatura inglesa. Además obtuve una beca para ir a Inglaterra y hacer un seminario de literatura inglesa contemporánea, entonces empecé a entrevistar escritores”, relató.

Paula Varsavsky


En ese entonces no había internet y para conseguir entrevistados había que llegar a editoriales, agentes literarios, llamar a un teléfono de línea, lograr dar con el teléfono de la casa de los escritores, enviar un fax sin la certidumbre de respuestas, una tarea para nada sencilla, por eso es que en Las mil caras del autor, Varsavsky cuenta la antesala de las entrevistas y aparecen por primera vez las desgrabaciones completas y no el recorte que se usó para los medios en los que fueron publicadas. Allí compila sus conversaciones con Joyce Carol Oates, Richard Ford, Russell Banks, David Leavitt, Edmund White, Siri Hustvedt, Davi d Lodge, Esther Freud y William Boyd, entre otros.

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La autora también escribió las novelas Nadie alzaba la voz (Emecé), que fue publicada en Estados Unidos, traducida al inglés con el título No one Said a Word (Ontario Review Press) y El resto de su vida (Mondadori). 

La libertad de los huérfanos

-¿Los cuentos que integran La libertad de los huérfanos los fue recopilando de diferentes épocas?
-No son de ahora. Escribo cuentos de esta manera: tengo una idea y escribo un poco hasta donde me sale y después pasa tiempo y por ahí lo termino y después corrijo muchísimo. O sea, de lo que era ese primer borrador a lo que quedó el cuento pasó por muchas versiones, muchas correcciones y entonces sí, efectivamente son ideas que desarrollé en más o menos páginas en el momento en que se me ocurren, porque quizás se me ocurre una idea y digo "acá hay un cuento", a veces tengo el final, a veces no y escribo lo que puedo y después con el tiempo voy armando.

Las ideas de este de este libro fueron de hace como 14 años hasta ahora y después los fui desarrollando. Cuatro o cinco cuentos del libro ya los había terminado y se habían publicado. Con algunos gané un concurso y después tenía muchos sin terminar y empecé con esa tarea de terminarlos y corregirlos y después corregirlos a todos. En el 2019, justo antes de la pandemia, lo tuve ya armado tal cual como está ahora que salió el libro y ahí bueno, me agarró la pandemia para buscar editorial. Finalmente a principios del año pasado desde la editorial La mariposa y la iguana, leyeron los cuentos, les encantó y decidieron publicarlos.

Así que sí, los cuentos vienen de hace tiempo entonces no agarré la onda del último feminismo, que ahora es tan actual o que me plantean que el libro “es tan actual”, pero viene desde hace como catorce años.

-Eso le iba a señalar, que es un libro feminista, pero sin plantearlo explícitamente. Recuerda al universo de Raymond Carver que relata pedacitos de vida donde aparece la putrefacción cotidiana y en sus cuentos aparece eso, pero puntualmente con cosas que les pasan a las mujeres, sin que esté como panfleto.

-Totalmente, yo no lo pensé para nada desde ahí, porque el libro no sale a través de las ideas, sino que sale a través de emociones, de cuestiones que aparecen, que me aparecen y no a través de las ideas, son más inconscientes y después resultaron ser sí, historias de mujeres, porque tengo ese interés, esa pulsión. También yo empecé a dar cursos sobre escritoras hace veintipico de años que era consciente de que estaban menos visibilizadas. Eso es una realidad porque además la vi mientras yo hacía entrevistas: me proponían mucho más hombres que mujeres. Lo veía en los catálogos editoriales, o sea que eso estaba en mí obviamente, pero previo a toda esta movida.

Así que fue de una manera no pensada, sin un propósito, pero obviamente empapada en esas cuestiones, sabiéndolo y no sabiéndolo, de las dos maneras.

-¿Y qué está leyendo últimamente que le haya llamado la atención?
-Hay una escritora escocesa que vivía en Inglaterra que me gusta mucho que se llama Ali Smith que la recomiendo porque por ahí justo acá no es tan conocida, después leí un libro de Virginia Higa que me gustó que se llama Los sorrentinos, después leí un libro de Hugo Savino que es un escritor argentino que vive en España que también me gustó, que se llama La mañana sol de limón. Además releí la novela Todo cuanto amé de Siri Hustvedt que es una novela que la he dado en varios cursos. La volví a leer y es una novela que también me interesa. Después leí a Selva Almada que no la había leído y la leí y me gustó, leí El vientos que arrasa y después leí a Joan Didion

-¿Está trabajando en otro libro?
-Sí, estoy trabajando en la que va a ser mi tercera novela, así que sí, estoy muy metida en eso, es un poco autobiográfica-biográfica porque es una novela que tiene que ver con mi papá que fue científico y murió hace muchos años ya. La primera parte es hasta un año después de que murió, mi papá murió cuando yo tenía 19 años. Es escrita en tiempo presente a través de la nena, después adolescente y terminando la adolescencia ya a los 20 años y después la segunda parte es en pasado y todo el recorte es la vida de mi papá y mi relación con él, por eso digo que no es un texto biográfico ni autobiografía mío porque además tiene muchas partes de, por ejemplo, cuando nació mi papá o sea, de mucho antes de que yo naciera, pero no llega a ser una biografía. Va a ser un texto no demasiado clasificable porque tiene todo esto, pero es ficción.

Fragmento de "A la salida"

"-Hoy voy a llevar pocos juguetes a la casa de papi.

-Primero vamos a casa y después él te viene a buscar- le dije al tomarlo otra vez en mis brazos, con la sensación de que una presión insoportable me había llevado a decir eso que, en realidad, era obvio y no debería haberlo aclarado.

Entré nuevamente al jardín, aturdida, todavía con Ulises en brazos. Necesitaba normalidad, la rutina cotidiana. Saludé a dos mamás. Deseaba que mi hijo se despidiera de sus amiguitos como todos los días, que viera que el horror ya había pasado. Incluso decidí que volveríamos a casa de la misma forma que siempre: en el colectivo, el rojo, como lo llamaba él.

Javier, el papá de un compañerito de Ulises, nos alcanzó en bicicleta.

-Recién me encontré con el papá de él. Le expliqué que estaba en el jardín por otro motivo, no para retirar a mi hijo, porque hoy le toca con la mamá: anoche tenía que darle un miligramo de un remedio para la tos y le di medio frasco. Vine dos veces al jardín, estaba muy preocupado.

Me alegré, aliviada, de que me vieran con mi hijo y de que su padre no tuviera nombre. Al llegar a la esquina nos despedimos. Por nuestro lado, Ulises y yo seguimos caminando. Yo no lo bajaba a la vereda, como si el peligro siguiera intacto, aún faltaban una cuadras para llegar hasta la parada del colectivo".

CP