Vi un gol en vivo. Dos meses después de la última vez, confinado y en joggings, vi por la tele un gol que estaba ocurriendo en ese mismo momento. Fue en la liga alemana: no importa. Lo hizo Haaland: es indistinto. Festejó el Borussia Dortmund: total indiferencia. Lo único que cuenta es que en algún lugar del mundo alguien hizo un gol y lo vi en vivo. Desde esta mañana de sábado, por fin, nos empezamos a despedir de esos programas que repiten los partidos de la Selección, archivamos ese hábito de buscar en internet jugadas de Agüero en Independiente, nos despedimos de los videos de pibas haciendo jueguito que saturaron las redes sociales. Gracias por tanto,Youtube, pero ya no te necesitamos.
Apenas unos segundos después del gol me entró un mensaje en un grupo de Whatsapp: “Mojó Haaland”. Solo eso. El amigo que lo escribió no explicó de qué partido se trataba ni de qué liga. No hacía falta. Lo mandó con naturalidad, como si hubiera puesto “la embocó Licha” o “la pelota que tapó Armani!”. Las respuestas en el grupo también fueron espontáneas. Se habló de la definición, del festejo, de la frialdad de la cancha vacía, en fin, nada muy diferente de lo que hubiese ocurrido ante un gol de San Lorenzo a Banfield. Eso se llama abstinencia.
El festejo del gol de Haaland, ese que volví a ver en vivo, representa la síntesis del nuevo fútbol. El delantero definió, salió al trote con el índice al cielo, se plantó cerca del córner y ensayó un bailecito casi con desgano. Los compañeros se quedaron a dos, tres, cuatro metros y lo aplaudieron. Las tribunas, vacías. Los roles, en ese momento, se alteraron. Haaland era un actor al borde del escenario que ante la falta de público recibió la ovación de sus propios compañeros. Raro.
Como corresponde, la liga alemana explotó en las redes. Las tendencias en Twitter fueron explícitas. Las cuatro primeras tuvieron que ver, durante horas, con el partido: #BundesligaxESPN, #Schalke, #Dortmund y #Haaland. En Instagram ocurrió lo mismo: los posteos y las historias se abarrotaron de fotos de televisores con jugadores de camisetas amarillas y jugadores de camisetas azules. Los que necesitábamos ver un partido en vivo, está claro, éramos millones.
Después de ese gol iniciático, el Borussia Dortmund convirtió tres más. Cerró el clásico con goleada y quedó a un punto de líder. El regreso fue inmejorable. Por eso, cuando terminó el partido los jugadores celebraron. Armaron una fila en el borde del área grande, abrieron los brazos para tomar distancia y saludaron a la tribuna vacía. Habrá que acostumbrarse al fútbol poscuarentena.