La carrera de Diego Figueroa encierra una particularidad atrapante. El delantero juega en Estudiantes de Buenos Aires, pero al mismo tiempo, se desempeña como colaborador en el ámbito futbolístico del Deportivo Riestra; los dos equipos juegan en la Primera B Metropolitana, la tercera categoría de la AFA. Su día tiene una dualidad: futbolista a la mañana, mánager a la tarde.
Del trabajo al trabajo
El desembarco del abogado Víctor Stinfale en Riestra en 2012 –como colaborador de la comisión directiva cuando el club todavía estaba en la Primera D–, trajo consigo el aporte económico de una de sus empresas: la bebida energizante Speed.
En ese tiempo, Figueroa trabajaba en la misma organización. “Al principio daba una mano con la seguridad en fiestas electrónicas, más tarde trabajé en el sector de limpieza y luego ascendí a encargado”, cuenta el muchacho nacido en Laferrere. Y detalla su jornada doble: “Salía de entrenarme, entraba a la empresa y me volvía a mi casa a las diez de la noche. Fue muy sacrificado, casi no estaba con mi familia pero en ese entonces era necesario, yo jugaba en la Primera C y tenía que rebuscármelas porque en el ascenso muchas veces no alcanza el sueldo para vivir”.
Su estadía en la empresa y su vínculo con el fútbol dieron en el blanco cuando Speed se introdujo en el mundo deportivo. “Como ellos sabían que jugaba al fútbol, me ofrecieron colaborar. Con Víctor (Stinfale) tratamos de que el jugador se preocupe por jugar. Intentamos que los futbolistas no se equivoquen y cumplan con sus responsabilidades”, explica sobre sus tareas en la institución que, desde el desembarco de la nueva gestión, mejoró sus instalaciones y obtuvo dos ascensos seguidos hasta situarse en la B Metropolitana.
Tiempo compartido
No es fácil para el Pelado combinar las dos tareas en este mundo de la pelota. Como puede, se las ingenia para estar en ambos lugares. “Hago las dos cosas que más me gustan. Trato de separar los tiempos aunque la prioridad ahora la tiene Estudiantes. En los ratos libres le doy una mano a Riestra y a Speed. De barrer en la empresa pasé a trabajar en la parte de fútbol”, reconoce el colaborador del club que tiene su estadio enfrente del de San Lorenzo, en el Bajo Flores.
Su labor en Riestra le permitió cumplir el sueño de estar con Maradona. “Sabía que tarde o temprano lo iba a conocer porque es muy amigo de Víctor (Stinfale). Y ese día llegó, fue increíble escuchar y conversar con el más grande del fútbol. Fue único e impagable”, se emociona. “La última vez nos cruzamos de auto a auto, me gritó ‘¡Pelado!’ y obviamente me bajé corriendo a saludarlo. Es increíble la memoria que tiene, se acordó de mí y me había visto apenas un par de veces”.
Volver al futuro
Diego Figueroa comenzó a jugar en el club de la vuelta de su casa –Nueva Juventud de Laferrere– y tuvo un paso breve por Vélez, donde se probó y jugó con Jonás Gutierrez. Toda su historia pasó entre la Primera C, la B Metropolitana y recién el semestre pasado y a los 31 años, escaló por primera vez a la B Nacional con Los Andes.
Sin embargo, su verdadera casa está en Caseros y por eso regresó para obtener lo único que le falta en el Pincha: un ascenso. “Estoy identificado con Estudiantes. Este club es especial para mí, es el único lugar donde corearon mi nombre”, reconoce el delantero, que busca revivir lo que gozó en la temporada 2012/2013, cuando resultó goleador del campeonato y fue protagonista de la histórica victoria ante River en la Copa Argentina.