Se llamaba María Luisa Terán de Weiss y escribió, aunque su nombre no retumbe en la memoria inmediata de los argentinos, un capítulo importante en la historia del deporte nacional. Se erigió figura del tenis mundial en la década del 40, pionera de un camino sobre el cual otras grandes como Gabriela Sabatini o Paola Suárez cosecharon sus propias glorias.
Si se repasan sus “datos duros”, se puede asegurar que nació en Rosario un 19 de enero de 1918, que era riverplatense, que ganó tres medallas –dos doradas y una de bronce- en los Juegos Panamericanos, que en el 50 se coronó en el Abierto de Irlanda y en Israel, que en el 51 se impuso en Colonia y Baden-Baden y en el 54 en Welsh y que dejó de existir en Mar del Plata, un triste día de diciembre luego de arrojarse al vacío desde un departamento.