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En las manos de Dios

Río de Janeiro sufre. La competencia se acerca y los problemas se agrandan: infraestructura deficiente, inseguridad y escepticismo en su propia gente.

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Problemas. La ciudad en general y la Villa Olmpica no pueden disfrutar un evento que, en principio, se tom con total alegra. Los propios brasileos le dan la espalda a la competencia. | AP

No habrá feijoada, pero sí un “guiso tóxico” con el que tendrán que convivir los nadadores. Tampoco carnaval, pero sí un mayoritario rechazo de la población, que cuestiona los gastos generados para la organización de una fiesta que cayó en medio de la crisis. Ni pan ni circo. A menos de una semana de su inicio, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro ya cumplieron un pronóstico inquietante: presentan los mismos problemas que se temían desde hace tiempo. Atraso en las obras, críticas de los atletas por las condiciones de la villa olímpica y el miedo creciente por la seguridad, agudizada estas semanas por los atentados yihadistas en distintas partes del mundo, son parte del menú carioca.
La encuesta de la consultora Ibope que se publicó esta semana reavivó las dudas por un evento que empezará en un país muy diferente al que se gestó, allá por 2009. Según este sondeo, el 60 por ciento de los brasileños espera que los Juegos traigan más perjuicios que beneficios, mientras que un 32 por ciento confía en que serán positivos para el país, tanto en imagen como en números. Las expectativas son aún peores que las que se tenían para el Mundial de fútbol, que antes de su inicio era rechazado por el 40 por ciento de los ciudadanos.

Ciudad obrera. Barra de Tijuca y varios de los barrios cariocas afectados por la competencia se convirtieron, en las últimas semanas, en una prueba contra el tiempo: miles de trabajadores de la construcción tratan de que las obras prometidas queden terminadas antes del 5 de agosto, algo que para muchos será imposible. La extensión del subte, que tenía que llegar desde Ipanema hasta el centro neurálgico de los Juegos, en Barra de Tijuca, es una pequeña muestra: a pesar de que el Estado dispuso un trabajo de 24 horas, estaría terminado, con suerte, horas antes del inicio de la competencia.
Las fotos de algunas habitaciones de la Villa Olímpica volvieron a poner el foco en las condiciones en las que se hospedarán los 10.500 atletas que competirán en Río. “La gente de Brasil ha tenido problemas de todo tipo. Los departamentos están terminados por fuera y lucían terminados por dentro, pero creemos que dos de los cinco pisos que tiene Argentina no van a ser habitables”, contó el presidente del Comité Olímpico Argentino (COA), Gerardo Werthein, quien adelantó que se alquilarán casas para los atletas que no puedan alojarse en el predio de Barra de Tijuca. A medida que lleguen, las delegaciones de los países se irán encontrando con diferentes sorpresas como falta de luces en pasillos y habitaciones, sanitarios tapados y conexiones de gas bloqueadas. Ayer fue el turno de Holanda (ver recuadro).

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“La postulación de Río de Janeiro es, desde su origen, una gran operación económica y financiera que tiene como beneficiarios a un grupo cerrado de grandes empresas nacionales y extranjeras”, le dijo a PERFIL Carlos Vainer, profesor del Instituto de Investigación y Planificación Urbana y Regional de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Ese grupo cerrado, según Vainer, está compuesto por constructoras, medios de comunicación, hoteles y el mismísimo COI.  
Cinco de las empresas que ahora se apuran en terminar las obras prometidas fueron alcanzadas por el escándalo del Petrolao. La más emblemática de todas es, sin dudas, Obedrecht, el emporio responsable de la construcción del Parque Olímpico de Jacarepaguá, que a principios de año sufrió el revés más fuerte de su historia, luego de que condenaran a su ex presidente, Marcelo Odebrecht, a 19 años y cuatro meses.

La peste. Lo que más preocupa a algunos deportistas, más allá del lugar donde tendrán que dormir y descansar, es el grado de contaminación de las aguas de la Bahía de Guanabara, algo que se denunció durante todos estos años y que se intensificó esta semana, después de que el diario New York Times publicara un informe en el que asegura que “los atletas nadarán literalmente en mierda humana, y corren el riesgo de enfermarse a causa de todos los microorganismos”. Lo firmó el médico pediatra Daniel Becker, y lo homologaron los atletas que tendrán que competir allí. “Sabemos que tenemos que mantener la boca cerrada cuando veamos venir los chorros de agua”, dijo Afrodita Zegers, miembro del equipo de vela holandés.

La fiesta inaugural, lejos de unir a los brasileños, evidenciará la crisis política que vive el país tras la destitución de Dilma Rousseff. Lula Da Silva y la misma Dilma, quienes motorizaron la postulación de Río como organizador, rechazaron la invitación del presidente interino Michel Temer, preocupado en cortar la sangría de turistas que cancelaron su viaje a Río por temor a atentados y al virus Zika. “No pretendo participar en una posición secundaria en los Juegos. Son el fruto del gran trabajo del ex presidente Lula”, dijo Dilma. Un reconocimiento al hombre que en 2009, gritó como un gol la designación del COI.

 

Encima, un incendio

La delegación de Australia pasó un momento delicado ayer cuando fue obligada a evacuar su edificio en la Villa Olímpica debido a un pequeño incendio que por suerte fue controlado a  las pocas horas.
“El siniestro se produjo en el sótano, de donde salía mucho humo pero fue extinguido por los bomberos”, explicó Mike Tancred, director de Comunicaciones del Comité Olímpico australiano, quien no dio información sobre el origen del hecho, registrado cinco días después de que la delegación declarara “inhabitable” el alojamiento por problemas con tuberías tapadas,  fugas de gas y escombros, lo que motivó que el edificio fuera sometido a reparaciones de urgencia. Las fallas desataron el denominado “Cangurogate” cuando el alcalde de Río, Eduardo Paes, ofreció irónicamente colocar un canguro frente a sus apartamentos para que la delegación se sintiese más cómoda.