Vélez derrotó 2-1 a Tigre gracias a la diosa fortuna y a Lucas Pratto. A la diosa fortuna, porque el equipo que dirige Diego Cagna bombardeó a su rival en el segundo tiempo, pero, ineficaz, apenas si le pudo marcar a través de un penal anotado por Gastón Díaz. Encima, Matías Pérez García envió la pelota a Júpiter cuando estaba solo frente a Sebastián Sosa, y Guillermo Cosaro cabeceó desviado cuando estaba también solo y en el área chica. A la clemencia de Tigre, Vélez respondió con el gol de penal de Pratto a los 48 minutos del segundo tiempo.
De entrada, Vélez asumió el protagonismo. Héctor Canteros y Alejandro Cabral movían los hilos, ayudados por Federico Insúa. El equipo que entrena Ricardo Gareca iba por abajo, menos por derecha que por izquierda. Lógico: por esa banda se agolpaban Pratto, Insúa, Emiliano Papa y a veces Cabral. Desde allí Vélez hacía circular la pelota para provocar que la defensa de Tigre se agrietara. Rara vez lo consiguió. Tigre, en cambio, apostó al contraataque, con Pérez García, Sergio Araujo y José Sand, que iban a la carga a velocidad Bolt. Dejaron en evidencia las flaquezas defensivas de Vélez, pero tampoco eran eficaces. Para nada.
Ya en el segundo tiempo, Pratto sacó de la galera un remate desde media distancia y marcó el 1-0. Pero siete minutos más tarde, Sabia empujó (torpe, él) a Sand, y Néstor Pitana sancionó penal. Díaz empató, y Vélez se derrumbó. Se vino abajo, mal. No podía conservar la pelota, y Sabia y Sebastián Domínguez se encargaban de revolearla para avanzar, cual fútbol americano, por yardas. Y Tigre olió la sangre y atacó una y mil veces. Sin piedad, pero sin suerte.
Porque la suerte, ya se dijo, estaba anoche con Vélez.