DEPORTES
ARBITROS

Los malos de todas las peliculas

Los clubes los viven recusando y la AFA, en vez de cuidarlos, los manda a la hoguera. Entrenamiento y formación, otra deuda.

Abrazame fuerte. Andrés Merlos, eje del escándalo en Lanús-Arsenal, una semana atrás. Hasta Guillermo Marconi, titular de su gremio, pidió que se lo echara del arbitraje.
| Marcelo M. Abbate

Andrés Merlos corre. Corre hacia atrás, como puede. Es una cacería humana contra el hombre que acababa de dar un minuto más de los cinco que ya había agregado. La víctima es Arsenal, que en esos sesenta segundos inexplicables pierde contra Lanús. O él, que sigue corriendo.
“Cuando se meten con la persona, en la honestidad, nadie sabe del sacrificio que se hace para llegar a fin de mes. Mi mujer trabaja. Laburamos día a día como toda persona de bien. Yo me equivoqué en un minuto. No robé, no maté a nadie”, dice Merlos, que ya no corre. Tampoco dirige.

Además de ser sometido al escarnio en plena cancha, también fue castigado por Miguel Scime, quien forma y designa a los árbitros. “No podrá ser árbitro internacional, lo que sucedió fue muy grave”, dijo el director de Arbitraje de la AFA. Merlos pidió disculpas. Una opción que los hinchas jamás aceptan.

Es el sistema. Los árbitros se entrenan, eligen su plan alimentario y hasta viajan por su cuenta en un marco en el que los futbolistas de Primera son superprofesionales. Desde la AFA no hay intenciones evidentes de homologar esas realidades. “Para los dirigentes somos un gasto y no una inversión”, pide reserva un árbitro. Son los presidentes de los clubes los que tachan o aprueban a los que dirigen.

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El sorteo de árbitros para cada uno de los diez partidos de Primera deviene de una terna que selecciona el propio Scime. Sin embargo, entre recusados y pertenencia sindical, el supuesto azar queda contaminado. Desde que Guillermo Marconi, titular del Sadra, denunció a Juan Carlos Loustau en los 90 por discriminación laboral, la cuenta tiene que ser pareja: de los designados, una mitad debe pertenecer al sindicato de los árbitros del interior, y la otra, a la Asociación Argentina. “No dirigen los mejores, sino los que quieren los dirigentes”, se queja un allegado al mundo arbitral.

A veces, los intentos de empatar un partido desigual no son parte de un plan sino más bien de decisiones sobre la marcha. Desde su cuenta de Twitter, la AFA informó que ya habían capacitado a 13 planteles de Primera. Eran charlas dadas por ex árbitros, entre los que se encontraba Francisco Lamolina. Lo curioso es que aún les falta la información sobre las modificaciones reglamentarias y otras cuestiones arbitrales a siete equipos. El tuit tampoco fue al inicio del campeonato; ya se habían jugado 15 fechas.

Digitar. Silvio Trucco dirigirá uno de los superclásicos de la Sudamericana; ni siquiera dirigió uno de verano. En la Conmebol, como en la AFA, los dirigentes presionan y los que designan aceptan. De Argentina, el integrante de la Comisión Arbitral es Abel Gnecco.

Por estar señalados, ni Néstor Pitana –el árbitro del Mundial de Brasil– ni Patricio Loustau –el mejor calificado– dirigirán el partido más importante del año.  

Cuando Horacio Elizondo quiso cambiar el sistema, en 2008, chocó contra la gran muralla. Quien dirigió la final del Mundial de Alemania 2006 pretendió capacitar a los árbitros en aspectos tácticos, psicológicos, de posicionamiento y en análisis de video. Resistentes a los cambios, los dirigentes prefirieron una lógica de siga, siga.

Volver. Estaba deprimido. Dicen que apenas contestaba mensajes de texto. Diego Abal no quería hablar. Le había otorgado un gol a Colón ante San Lorenzo, después de una mala interpretación del off side. “A veces es bueno descansar y reflexionar hasta que las cosas se calmen”, dijo Scime en aquel momento.

La indefensión del árbitro se tradujo en su exilio de Boedo; recién ayer, dos años y ocho meses después, Abal volvió a dirigir al Ciclón. Fue, además, en el escenario donde había sido condenado. “Me dijeron que van a prender fuego la casa, que van a tirar bombas, que van a matar a Diego y a sus hijos”, dijo entonces Pablo, el hermano del árbitro.

En la fecha en que se levantaron algunas recusaciones, el fútbol argentino sigue en deuda: no hay noticias sobre algún intento de cambiar el modo de formar y designar árbitros.

Y así, los sospechosos seguirán siendo los de siempre.