Brasil ya tiene rival. En realidad, Brasil ya eligió rival. Lo de México, Croacia y Camerún en la fase de grupo hasta se podría tomar como un accidente reglamentario. El enemigo, el rival a vencer es otro. Unos meses antes de que comenzara la absurda fiesta de apertura los brasileños ya habían puesto el objetivo en esos dos colores que los obsesionan: el celeste y blanco. Un buen zapping delata la aversión. ¿Un zapping? Así es, la televisión de Brasil desborda de publicidades que se burlan de los hinchas argentinos, de los jugadores argentinos y de la Selección argentina. El control remoto no miente.
Para ridiculizar a los argentinos recurrieron a las estrellas. El sitio de ventas por internet Bom Negocio, por ejemplo, usó al Diego. El aviso es así: cuatro amigos brasileños sufren un partido frente al televisor en un living, hasta que del respaldo de un sillón emerge la cabeza de Maradona. “Yo no quiero ver esto, así no se juega, faltan los argentinos, somos los mejores del mundo”, reclama Diego. Uno de los pibes reacciona y vende el sillón a través del teléfono celular. La operación es inmediata. Diego se desintegra.
El contraste lo marca un comercial de Carrefour. El contenido es explícito: unos amigos miran un partido frente a un televisor hasta que llega uno con la camiseta argentina y lo reciben con un almohadonazo, un grupo hace un asado al aire libre pero se incendia la parrilla, y al final un Pelé radiante aparece sentado en el trono de rey, con corona y todo.
Otra publicidad: Thiago Silva termina un partido, se acerca a una tribuna y revolea la camiseta amarilla. El hincha que la recibe se la devuelve: ya la tiene gracias a una promoción de Samsung. Entonces se le acerca un fotógrafo y con tono porteño demasiado forzado le dice: “Che, Thiago, yo no la tengo”. El jugador amaga que se la tira, pero al final se la queda. “Y no la vas a tener”, se burla.
La campaña sigue. Un aviso de ojotas protagonizada por Romario recurre a la superstición. El ex goleador compra un par, pero después usa sólo la derecha. “¿Dónde está la Havaiana del pie izquierdo?”, le pregunta un amigo. El Chapulín sonríe canchero. La incógnita se revela: en una casa en Buenos Aires llega una encomienda a nombre de Diego Maradona. Romario explica el chiste: “A la mala suerte la mandé lejos”.
El comercial de la casa de electrodomésticos Bahía es menos verosímil. Hinchas argentinos, con gorros, banderas y vinchas, entran al comercio para comprar un televisor. El vendedor les ofrece la promoción mundialista: si compran uno de 60 pulgadas y Brasil llega a salir campeón, se llevan otro de 50 ¡por un real! Los hinchas se miran incrédulos y empiezan a gritar “vamos Brasil, vamos Brasil, Brasiiil, Brasiiil...”.
La campaña publicitaria que se burla de los argentinos es intensa. Desmedida, tal vez. El Mundial, la fiesta y la alegría son verdeamarelhas. No debería fallar. Pero a pesar de todo, un fantasma recorre Brasil. Un fantasma cubierto con una sábana celeste y blanca.
“En Rio va a haber lio”
El contragolpe argentino a las burlas publicitarias de Brasil llegó con una ayudita divina. Es que el protagonista del anuncio local es el papa Francisco. Se trata de un aviso de TyCSports que a través de una compaginación cuidada y una edición precisa manipuló una prédica que ofreció el sumo pontífice cuando visitó Brasil. El resultado es impecable. Con música épica, emotiva, el Papa habla y las imágenes ilustran. “Los cariocas saben recibir bien”, dice mientras se ve el gol de Caniggia a Brasil en el Mundial 90. El aviso avanza. La música conmueve. “Ustedes son los que tienen el futuro”, pronuncia, y aparece Messi. El mayor hallazgo está ilustrado con aquel golazo de Messi cuando Argentina le ganó 4-3 un amistoso a Brasil. Mientras la pelota entra por el ángulo, Francisco pronostica: “Acá en Río va a haber lío”. Al final, como si se tratara de una devolución de gentilezas, cierra el aviso: “O Papa está com você”.