DEPORTES
triunfo en el bosque

River disfruta, El Lobo y Diego sufren

Con suplentes, le gano 2-0 al Gimnasia de Maradona. La figura fue Scocco, que dio una asistencia y marco el segundo.

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Primero. Carrascal festeja la apertura del marcador, luego de un pase de Scocco. El mediocampista es una alternativa para el martes. | fotobaires

No hay caso. Ni con tiros de media distancia, ni con cabezazos desde el área, ni con desbordes que no llegan a concretarse, ni con mano a mano que se generan de casualidad. Gimnasia, el Gimnasia de Diego Maradona, no puede ganar. Ni siquiera puede empatar. Y ayer ni siquiera pudo hacer un gol. Lo peor es que merece algo más: porque no es que juega bien, pero juega mejor o igual que sus rivales. Ayer, en el Bosque, pasó otra vez eso. Su verdugo fue River, la cara inversa del Lobo: porque Gallardo pone suplentes, los suplentes generan poco pero con eso les alcanza: para ganar, hacer algún gol exquisito y sortear los obstáculos.

¿Dónde estuvo la noticia ayer? ¿En el banco de suplentes de Gimnasia o en el banco de suplentes de River? De un lado estaba Diego con su gorro guevarista, su magnetismo y la hipérbole que significa la Diego cam, esa suerte de reality show que durante los partidos solo enfoca las reacciones del 10. Del otro lado, Gallardo solo mostraba muecas de satisfacción, no solamente porque este River alternativo ofrecía algunas jugadas para el entusiasmo, sino porque también servía en vistas a lo que se viene, que en definitiva es lo más importante, quizás lo único que les importe a los hinchas por estas horas: la semifinal contra Boca, la posibilidad de hacerle jaque mate a la historia del superclásico.

Lo que entusiasmó a Gallardo fue más que el equipo, algunas jugadas puntuales. Y esas jugadas siempre tuvieron a Scocco como protagonista. En el primer gol, el delantero maniobró y dio una exquisita asistencia para que Carrascal convirtiera. En el segundo tiempo también tuvo algunos detalles que validaban su jerarquía. Y lo decoró con el segundo gol, luego de un rebote en el defensor de Gimnasia.

Diego, mientras todo pasaba, se lamentaba. Su equipo apretaba a River contra su arco, pero nunca pudo resolver en los últimos metros. Un defecto que empieza a explicar la situación que sufre Gimnasia en este tiempo: genera, a veces mucho, a veces poco, pero sus delanteros casi nunca aprovechan las situaciones que tienen.     

Como pasó en la cancha, lo que viene ahora también demostrará dónde está parado cada uno: el cielo y el infierno. River se fue de La Plata pensando en Boca, en la Copa Libertadores y en un futuro de ensueño. Gimnasia –y Maradona– pensando en cómo salir del fondo, cómo ganar después de siete derrotas consecutivas y esperando que el cielo del Bosque empiece, alguna vez, a aclararse.