Sergio Hernández llega al Estadio de Obras en absoluto silencio. Está por enfrentar uno de los partidos más importantes de la temporada y, sin embargo, parece sedado. Cualquiera diría que no es el mismo, que después del reciente pico de estrés, bajó un cambio. Pero él lo niega. Saluda a todos, charla con Julio Lamas y enfrenta a PERFIL, sin más remedio. “Hagamos la nota después del partido”, pide. “¿Y si pierden?”, se le responde. “No pasa nada”, sentencia. Finalmente, Peñarol
pierde y complica sus chances de terminar primero en la fase regular. Sin embargo, Oveja sale del vestuario a los cinco minutos de la derrota y cumple con lo que había prometido. Una excepción en un ambiente tan histérico. “Yo no sabía ni sé lo que es el estrés. Los doctores me aconsejaron que parara y fue lo que hice. Me corrí de la escena. Aunque no fue un descanso del todo suficiente. Para un tipo que viene de cinco años seguidos sin descansar la mente, lo ideal sería un parate más continuado”, arranca.