Para Racing, la felicidad nunca es completa. Después de que el miércoles accediera a la fase de grupos de la Libertadores, el equipo de Facundo Sava iba a festejar de vuelta, pero sobre la hora, San Martín de San Juan le empató y dejó en silencio al Cilindro de Avellaneda.
El juego de Racing sigue en deuda. La Academia, como pasó en los anteriores partidos, apenas ofrece los espasmos de talento de Romero, alguna subida intrépida de algún defensor (Pillud o Grimi) y, claro, la contundencia de Bou.
El delantero apareció otra vez, en medio de un escenario en el que no había demasiado para contar. Aunque esta vez no fue una jugada por la cual Bou puede atribuirse mucho mérito, porque en realidad fue responsabilidad de Ardente, que intentó ser prolijo en la salida y le regaló el gol al delantero. La cara de Lavallén sintetizó la situación: mientras el Cilindro explotaba de alegría, se mordía los labios, como no pudiendo creer lo que veía.
San Martín se repuso de ese error a base de juego. Quedó claro en el segundo tiempo, cuando hilvanó algunas jugadas de peligro y llegó al 1-1 por un remate de González (con complicidad de Saja). La alegría sanjuanina duró poco, porque Romero, para ganarse aún más a los hinchas académicos, colgó la pelota del ángulo. Pero al final, cuando la victoria parecía un hecho, Toledo selló el empate.