El Gobierno y Macri le tiraron su jauría judicial y mediática encima a Tapia. Es una escena de una violencia (simbólica y real) inédita, parece salida de una de esas películas de Hollywood en que los agentes del FBI salen en autos a todo lo que da y pasan por encima de cualquier cosa que se les oponga. Son como lobos hambrientos que buscan sangre. El problema –no menor– es que del otro lado de los lobos no está Caperucita Roja, sino… ¡Tapia! Y aquí, más que en Hollywood, entramos en el terreno de las viejas tragedias griegas, es decir, en un mundo en el que no hay buenos. Una guerra sin buenos. Sin nadie con el que podamos empatizar. Sin nadie a quien podamos defender. O tal vez, no defender a alguien, sino a algo: a las sociedades civiles sin fines del lucro. Al fútbol no convertido en un negocio especulativo obsceno. Aunque hoy ya tiene mucho de eso, si el fútbol fuera únicamente privado, sería únicamente obsceno. No se diferenciaría de la especulación inmobiliaria, de las cuentas offshore y del lavado de dinero. Insisto: hoy ya tiene bastante de eso, incluso en las sociedades civiles sin fines de lucro. Pero si ganasen las ideas de los Milei y Macri (y sus aliados o empleados, como Verón), el fútbol sería únicamente eso. Así que, como jugada táctica, hay que oponerse con todas las fuerzas al ataque privatizador. Lo cual no significa defender a Tapia, sino al modelo de sociedades civiles sin fines de lucro. Tapia algún día pasará (ojalá sea rápido) y, si se mantiene el formato no empresarial, tal vez algún día la AFA tenga un tipo de dirigencia muy diferente a la actual, una que sí nos sea fácil defender. Entre tanto, Tapia contrataca yendo a Mar-a-Lago, la casita de fin de semana de Trump, a sacarse fotos con lo más granado de la extrema derecha norteamericana (incluso, entre sus periodistas-empleados, Tapia dejó correr que está buscando una reunión con el propio Trump, con la excusa del Mundial). Ahí Tapia se metió en pleno territorio de Milei (donde el presidente de la Nación, cosplayer declarado, actúa como marioneta de Trump) para mostrar su contragolpe. Luego Tapia se sacó una enésima foto con Messi, para demostrar el apoyo que le da el celebrity de Miami. Es, como decíamos, un conflicto sin buenos. Y es, también, una noticia en desarrollo: nadie sabe cómo va a terminar (también hay rumores de que desde Estados Unidos le pidieron a Milei que pare la mano, que no joda tanto con Tapia para no hacer enojar a Messi, en el año del Mundial que ellos organizan).
Y de este lado del mundo, hoy Racing y Estudiantes juegan la final del campeonato. El Estudiantes sociedad civil no para de llegar a finales, ¿para qué querer privatizarlo si no es para hacer negocios? Enfrente, Milito sigue sin poder despedir a Costas, como tanto le gustaría (para poner algún técnico-gerente, modelo PRO). Racing llegó a la final contra un Boca que en 90 minutos no pateó al arco. Estudiantes le ganó a Gimnasia con la camiseta. No parece haber un favorito claro, aquí también el final está abierto.