DOMINGO
Reportaje a Margarita Stolbizer

“Estamos en una guerra de bandas del PJ”

La candidata a diputada analiza las PASO y considera que “el kirchnerismo ha llegado a su etapa final”. Inseguridad, elecciones y panorama nacional.

"Es una falacia muy grande que un gobierno no ha sabido designar un continuador que le genere confianza a la Presidenta", sentenció Stolbizer.
| Cedoc

Aunque este año la primavera llegó con frío, el Frente Progresista Cívico y Social invitó a los usuarios de Facebook a “festejar la primavera regalando una margarita a sus amigos”. Por supuesto que la alusión no admite dudas ya que Margarita Stolbizer encabeza la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires y, con ánimo incansable, recorre la provincia intercambiando ideas y conceptos con sus posibles votantes. Uno de los tópicos, claro, es el resultado de las PASO en agosto.

—Una primera conclusión,–apunta Margarita– es que el 70% de la gente votó contra el Gobierno. Y esto, si se quiere, es un dato positivo porque la gente votó a favor de un cambio. No hay que mirar esto de manera traumática sino de manera positiva: lo que quiere ese 70% es cambiar el rumbo del país, cambiar de gobierno en 2015 y lo que se ha esfumado definitivamente es el sueño de “Cristina eterna”. Ya ni siquiera hay Cristina-candidata para el 2015 y esto muestra, además, una falencia muy grande de un gobierno que no ha sabido designar un continuador que le genere confianza a la Presidenta. Fueron a buscar a un gobernador (a quien despreció durante todo este tiempo) para ponerlo al frente de la campaña. El kirchnerismo ha llegado realmente a su etapa final.

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—¿Y con respecto a ustedes, al GEN?

—Nosotros hemos demostrado en el Frente Progresista que somos los únicos en condiciones de constituir un proyecto nacional de reemplazo para 2015. Somos los únicos que tenemos listas en todas las provincias con lo cual podremos, el 27 de octubre, sumar los votos que obtenga Binner en Santa Fe, Cobos en Mendoza y los que reciban nuestros partidos en todas las provincias. Y esto, en agosto, ya nos ubicó muy cerca del Frente para la Victoria: ellos sacaron 5.900.000 votos y nosotros 5.500.000. Le repito que somos los únicos que podemos tener un proyecto alternativo de reemplazo para el 2015. Por eso el verdadero voto útil es el de la gente que piensa en el futuro y acompaña un proyecto de cambio. ¿El 70% quiere cambiar? Bueno, pues nosotros ofrecemos la alternativa de cambio.

—Pero, sin embargo, usted ha dicho que ésta es una campaña desigual?

—Sí, es muy desigual porque peleamos contra dos candidatos muy instalados y la verdad es que colarnos en medio de esto que se ha planteado como una polarización es difícil. En realidad nosotros deberíamos ser los que polarizamos contra el resto, porque el resto tiene todas las características demasiado similares. Nosotros somos la única lista no-peronista pero, por sobre todo, lo que nos distingue es que somos la única lista que no tiene integrantes que hayan estado en el gobierno del Frente para la Victoria. Y esto es para nosotros un buen elemento y nos permite una campaña tranquila, con rasgos de identidad propia cuando el resto de las listas aparecen todas demasiado confundidas entre sí. En realidad, como le decía recién, demasiado parecidas. Nuestra dificultad, en cambio, es la penetración hacia algunos sectores sociales. Yo llevo muchos años haciendo política y, sin embargo, sigo teniendo todavía porcentajes de desconocimiento pese a toda mi actuación y esto repito, a veces, tiene que ver con la dificultad de acceso a esos sectores sociales.

—En fin, en esta campaña los ladrillazos y pedradas del domingo contra Massa, y parece que también contra el auto de Karina Rabolini, son un mal antecedente.

—Sí, un mal antecedente, pero que también hay que saber contextualizar. Por un lado me parece que es el resultado de un gobierno que se niega a aceptar la realidad de su fin de ciclo. Después de las PASO de agosto, la propia Presidenta tuvo una primera reacción absolutamente negadora de la realidad. Después, empezaron a acusar recibo tomando algunas decisiones que ya venían demasiado atrasadas. Resulta claro que ellos se resisten a aceptar que entraron en su etapa final. Me parece entonces que hay que contextualizar esto. Están demasiado nerviosos; los ánimos cada vez se crispan más y esto se traduce en estas formas de intolerancia.
Stolbizer tiene un discurso firme y recorre velozmente el escenario político:

—También hay otra cuestión sobre la que hay que contextualizar este ataque: me refiero a que estamos en medio de una guerra de bandas del PJ. Un terreno en el que empiezan las acusaciones de traición de unos hacia otros y ya sabemos cómo terminan estas cosas. Obviamente de manera violenta. Esta es la historia de los milicianos del PJ. Y frente a esto nosotros constituimos una realidad absolutamente diferente porque creemos que hay que salir de esta crispación del kirchnerismo.

—¿Cómo?

—En un marco de diálogo, de construcción de consensos… Pero, fundamentalmente, hay que salir de la interna del PJ que se resuelve a palos.

—Además, la provincia de Buenos Aires ha sido tradicionalmente violenta, ¿no es cierto?

—Sí, esto es así y tiene que ver con muchas cuestiones. Una de ellas, las bandas de distintos grupos que mencionábamos recién y también (muy infiltrada) la violencia de las barras bravas. Creo que son cosas que están demasiado metidas en la política y vemos cada vez más cómo los grandes dirigentes que van estructurando sus propias fuerzas políticas se sostienen en gran medida en barrabravas también violentas. Y esto tiene que ver con que estamos en un territorio extremadamente vulnerable en el que el Estado ha perdido la pelea por ocupar y controlar un territorio que, finalmente, queda en manos de esas bandas violentas y fundamentalmente en manos de la droga y los grupos de narcotraficantes que hoy son los que deciden en grandes proporciones de nuestro territorio.

—Es raro, también, volviendo a los ladrillazos contra Massa, que no hubiera un solo policía en ese trayecto. Esto no es habitual en un acto político, ¿no?

—No, pero también creo que el problema de la Policía es un tema muy complejo. Hoy nadie habla del tema de la policía, entonces diría que hay una decisión muy claramente demagógica y efectista que es traer los gendarmes a la provincia de Buenos Aires. Entre otras cosas, porque un gendarme que anda caminando a la gente le genera confianza. A mí me ha pasado, andando por distintos barrios, observar que, cuando la gente ve a un gendarme, se queda tranquila. No sabe, en cambio, que en realidad los gendarmes no están preparados para combatir el delito en la provincia de BuenosAires. ¡No conocen el territorio! El otro día estuvimos justamente en La Matanza y los gendarmes preguntan “¿dónde está el tren?” para volver a la Capital. No están preparados para esto sumado a que, por supuesto, su presencia en la provincia implica desproteger las fronteras que es por donde hoy entra y sale la droga. Para esto sí están preparados y esa es su función. Tambien lo grave es que la decisión de traer a los gendarmes digamos que encubre el reconocimiento implícito de que la Policía no sirve para combatir el delito. Porque, fíjese: quienes deberían estar atendiendo la problemática de la inseguridad y persiguiendo el delito en la provincia son los policías. Ahora, nadie se hace cargo y yo creo que ése es uno de los problemas más graves porque hay buenos policías a los que hay que apoyar política y económicamente. La verdad es que no pueden seguir padeciendo esto de que son arrojados a combatir el delito y no les compran ni el chaleco antibalas. Lo tienen que comprar ellos mismos. Entonces, repito, al buen policía hay que apoyarlo, darle capacitación, formación profesional, recursos… Y, a los malos policías, policías corruptos hay que meterlos presos y terminar con la mafia de policías corruptos que, finalmente, son tolerados.

—¿Con qué nivel de tolerancia?

—Traer a la Gendarmería es tolerar seguir con una policía que no sirve. O porque no tiene recursos o porque no está capacitada o, simplemente, porque es cómplice.

—Son pocos los dirigentes que lo dicen de este modo. ¿Parecería que hay una molestia al tocar este tema?

—Así es. Este tema como otros. A eso me refería cuando hablaba de la campaña que nosotros hacemos con algunos rasgos distintivos. Algunos nos dicen que nosotros hablamos de cosas que no reportan votos. En realidad, es porque hablamos de la corrupción. Es muy llamativo que el resto de los candidatos no hable de la corrupción. Y esto obedece a dos razones: una, porque están demasiado involucrados a través de diez años de gobierno kirchnerista. Nosotros presentamos días atrás lo que se llamó “El Informe negro de la corrupción K”. También presentamos en simultáneo el “Informe blanco de la transparencia” y lo que estamos demostrando es que la corrupción del kirchnerismo no empezó hace seis meses cuando algunos quisieron empezar a darse cuenta. Esto empieza cuando Néstor Kirchner llega al gobierno nacional, traslada al plano nacional la misma concepción autoritaria de ejercicio del poder que tenía en Santa Cruz (tipo patrón de estancia) con la Justicia domesticada y a su servicio, además de la corrupción. En 2003 traslada esta misma concepción de ejercicio del poder y la misma práctica corrupta y los mismos funcionarios. Fíjese: De Vido, Jaime… Ellos pasan del gobierno de Santa Cruz al gobierno nacional. Entonces, ahora, algunos quieren decirnos que se apartan recién en este tiempo cuando el barco empieza a hundirse cuando, en realidad, fueron cómplices durante todos estos años de una década de corrupción. A mí me preocupa y me llama la atención –añade Margarita– que el resto de los candidatos no hable de esto. Y no hablan porque sus listas tienen gente demasiado involucrada durante estos diez años o quizás no hablan porque creen que esto no da votos. Lo cual me parece todavía más perverso (termina Margarita levantando la voz).

—¿Usted está diciendo que se acomoda el discurso a lo que la gente quiere escuchar y no a la realidad?

—Mire, muchas veces a la sociedad no le gusta escuchar hablar de estas cosas. La gente se esconde porque, cuando está más o menos tranquila económicamente, puede votar a un corrupto y lo que no quiere es que se lo estén diciendo. Por eso, insisto, a veces hay un rechazo a este discurso y los políticos que salen, en campaña, a decir las cosas que la gente quiere oír, no tocan estos temas.

—Pero indudablemente, la seguridad es un tema dominante en la provincia de Buenos Aires.

—Sin ninguna duda es el tema prioritario. Nosotros venimos planteando que la demanda de seguridad hecha por la gente debe ser analizada también desde una perspectiva mucho más integral. No se trata solamente de la seguridad frente al delito, sino de la seguridad como concepto. Y, a propósito, hay un concepto alemán que repito a menudo porque insiste en que la seguridad es, al mismo tiempo, una demanda de protección y de certezas. Le aclaro: hablamos de certezas cuando la gente necesita saber que sube a un tren y ese tren llega a destino. Que ese tren no va a terminar estrellándose en la estación de Once. La gente quiere saber que cuando va a hacer las compras, con su sueldo podrá comprar lo mismo que el mes anterior. Y que cuando aporta todos los meses a un sistema provisional esto le garantiza una buena jubilación para cuando sea viejito. Todas éstas son también demandas de seguridad y por eso se habla tanto del tema. La gente quiere certezas y protección. Lamentablemente lo que encuentra hoy es que los mismos que están llamados a protegerlo y a garantizarle sus derechos, muchas veces los atacan y los privan de ellos. En cuanto a la seguridad vinculada al delito, el gran problema que sufrimos proviene de muchos años de políticas erráticas. Sobre todo en la provincia de Buenos Aires donde el mismo partido político que ha gobernado durante 26 años la provincia ha pasado de tener un ministro de Seguridad como Juampi Cafiero a otro como Aldo Rico. De Stornelli-Casal a Granados y así podríamos nombrar cantidades que demuestran lo errática de esta política. Y justamente en materia de seguridad lo que uno debe tener es una continuidad, políticas de Estado que se mantengan a lo largo de los tiempos, menos discursos y más efectividad en la gestión.


Margarita Stolbizer habla con una firmeza notable: —Mire, cuando se reconoce la inseguridad como el problema central lo que hay que hacer es resolver ese problema en todas las áreas gubernamentales. Hay que poner al Gobierno (con la totalidad de sus ministerios) en disposición de resolver ese problema. Por lo tanto hay que definirlo desde una gestión estratégica, operativa, administrativa aunque también es necesario una estrategia de la inteligencia criminal, detectar las organizaciones criminales antes de que cometan los delitos y, entonces, poner en marcha la Policía Judicial.

—¿Cuándo se creó la Policía Judicial?

—En la reforma del año ’94 y recién hace un año que sancionaron la Ley de Policía Judicial. Y le digo más: hoy aún no está reglamentada. Entonces todavía se discuten las policías comunales en vez de poner en marcha la Policía Judicial. Fíjese que esto es fundamental porque le encomienda la investigación de los delitos a una policía distinta a la que debe correr atrás de los delincuentes. Hoy también hay una propuesta demasiado facilista y demagógica que es el aumento de las penas. Cada vez que se propone aumentar las penas aparece un título en los diarios. Lo malo es que en este país las penas no se le aplican a nadie.

—Usted pide una policía eficaz en la prevención y la represión del delito…

—Claro. Una Policía Judicial con capacidad como para esclarecer los hechos para brindarle al juez las pruebas suficientes para que el juez realmente aplique una condena y esa condena lleve al delincuente a un sistema penitenciario que sirva para las funciones que debe tener. Además, hoy necesitamos una gestión policial, judicial y penitenciaria porque estamos en una situación casi escandalosa ante las fugas de las cárceles de máxima seguridad.

—Además, nos encontramos con que los vigías no ven nada, los alambrados no están electrificados, los túneles tienen dimensiones mínimas, como en el caso de Ezeiza… Usted tuvo un robo en su casa, ¿no es cierto?

—En realidad, tuve varios –admite filosóficamente Stolbizer–. El más complicado ocurrió hace dos años cuando me secuestraron. Fue un secuestro exprés, pero muy complicado desde lo personal y para mi familia. En fin, para todos… Este año entraron a mi casa, pero cuando no estábamos allí… Si se quiere fue un episodio menos complicado porque no hubo violencia.
  Y con la serenidad que la caracteriza, Margarita retoma sus argumentaciones:

—Además de todo lo que hemos hablado recién, hace falta poner en gestión lo concerniente al área de la educación. A veces, parece que estas cosas no tuvieran relación, pero hay que tener en cuenta un dato: nueve de cada diez presos no ha terminado la escuela. Entonces, en vez de decir “mandemos los pibes de 14 a la cárcel porque cometen delitos” acordémonos un poco antes que una escuela (que hoy está expulsando a los chicos o por lo menos no le da al chico la posibilidad de encontrar en la educación el abrepuertas para su futuro) no sea expulsiva. Hoy tenemos justamente esa escuela expulsiva, una tasa no-escolar altísima y creo que hay que mirar lo que ha ocurrido en los últimos tiempos: Argentina figura como numero 58 entre 65 países evaluados y la reacción del Gobierno ha sido la peor.

—¿Por qué?

—Como las pruebas daban mal, en lugar de mejorar la educación, dejaron de hacer las pruebas. Y esto es gravísimo.

—No vamos a dar nombres, pero hay políticos que defienden la inimputabilidad desde los 14 años. ¿No es una forma de sacarse el problema de encima?

—Claro. Hay que entender que los delitos que cometen menores de 14 años son el 3% y me parece que hoy, con la responsabilidad que tiene este gobierno al dejar libres a tanto delincuente y ladrón, debería hacerse cargo de estas cosas. Sobre todo porque creo que el gobierno de la provincia no tiene autoridad moral ni política para decidir si un chico de 14 va preso, ya que el mismo partido político aparece repartido en cuatro listas diferentes a pesar de ser el mismo que ha gobernado la provincia de Buenos Aires durante los últimos 26 años. Esos chicos son el resultado de la extrema vulnerabilidad que han dejado en términos sociales y territoriales porque no han cubierto socialmente a la niñez. Desde hace unos cuantos años se decidió que, en vez de brindar protección legal a los niños en grado de vulnerabilidad, se los incorpore al sistema penal. Tenemos entonces el peor de los resultados. Fíjese que, con 15 millones de habitantes, la provincia sólo tiene siete centros para atención de adicciones cuando al adicto hay que atenderlo desde el sistema de salud y no desde el sistema penal. Además, el narcotráfico tiene la capacidad de multiplicar por cientos a los chicos que van presos. Esto quiere decir que no vamos a dejar de tener el problema. También hay otro tema central que es importante comprender: la provincia de Buenos Aires tiene la competencia primaria en materia de seguridad, pero un gobierno provincial no puede hacer nada frente a un gobierno nacional que ha sido cómplice del mundo de la droga y de los grandes traficantes. Y siempre que planteo esto me hago cargo de las cosas que digo porque, además, esto está documentado. Néstor y Cristina Kirchner recibieron como aportante de sus campañas electorales dinero que provenía de empresarios vinculados con el mundo de la droga. Y esto está comprobado en las rendiciones de cuentas que ellos han presentado.

—¿Puede dar algún nombre?

—Sí, por supuesto: en el caso de Néstor Kirchner entre los aportantes a su campaña figuraba la empresa Southern Winds que es beneficiada de inmediato (en cuanto Néstor K. llega al Gobierno) con una transferencia con tercerización a través de una empresa aérea que no tenía aviones. Y Southern Winds termina siendo reconocida como traficantes de droga porque quedan las valijas dando vueltas en el aeropuerto de Madrid. Por otra parte, la campaña de Cristina Kirchner tiene como aportantes a los empresarios que luego fueron asesinados en el triple crimen de General Rodríguez. Recordemos que, a través de la Superintendencia de Servicios de Salud de Héctor Capaccioli ponían plata en la campaña de Cristina empresarios vinculados con la efedrina que es la sustancia que se utiliza para la fabricación de drogas sintéticas. Además, creo que hay que tener en cuenta algunos otros datos: por ejemplo, que como gobierno nacional no tiene una sola política de combate al delito complejo y al narcotráfico. El Sedronar quedó vacante y acéfalo desde que se fue Bielsa que se desempeñó como su último secretario. Hace ya ocho meses que no tiene secretario. ¿Es este el orden de prioridades que tiene este gobierno para luchar contra el narcotráfico? El registro de precursores químicos (para controlar lo relacionado con la elaboración de droga) se crea hace ocho años y hoy, esa ley, aún no está reglamentada. Somos el tercer exportador mundial de cocaína y el segundo consumidor después de los Estados Unidos. Nos hemos convertido en un país sin fronteras, radares y escáneres pero, sobre todo, en un país que tiene un exceso de complicidades.