Después de Perón en Roma (2015), Perón íntimo (2019) y Perón. Mitos y realidades. A 50 años (2024), en este nuevo libro me ocupo de un tema poco conocido y escasamente explorado por los historiadores que escribieron sobre Juan D. Perón, el peronismo, los años del exilio y de la resistencia peronista.
Se publican en sus páginas por primera vez de manera íntegra tres juegos documentales de las “Claves secretas” que usó Perón para escribir de modo cifrado parte de su correspondencia, informes político-estratégicos, instrucciones y mensajes para su movimiento, desde su larga estadía como exiliado político en diferentes países americanos y en España.
El hallazgo de estos valiosos documentos tuvo dos estimables benefactores, viejos y entrañables amigos. El siempre generoso Ezequiel Eskenazi Storey, con quien comparto una larga amistad germinada a propósito de nuestra compartida pasión por la historia de la Argentina. Según me confió, las “Claves secretas” de Madrid formaban parte de una subasta de diversos objetos, papeles privados y documentos de Perón, que se hizo en la Casa José C. Naón y Cía. SA el 14 de mayo de 1999, con el título de “Exposición de bienes personales que se encontraban en la residencia de Puerta de Hierro y que pertenecieron al teniente general Juan Domingo Perón”. El día del remate, una periodista de El País de Madrid que cubría el evento le comentó a Ezequiel: “Una de las piezas más importantes son las claves que habría utilizado para comunicarse el General con sus compañeros en Argentina (…) tienen un valor histórico único”. Fue así que Ezequiel se hizo del Lote Nº 971 descripto como “Documentos. Palabras claves en orden alfabético que utilizaba el Gral. Perón para comunicarse mediante cartas o télex”. Por muchos años las conservó in pectore junto con otros objetos y documentos de Perón y Eva Perón.
El otro benefactor fue el ya fallecido Washington Luis Pereyra, exquisito librero, publicista y estudioso de la cultura rioplatense. Nos unía una amistad, remontada al año 1981, cuando lo visitaba en el local de su Librería Colonial, en la calle Talcahuano al 400, a media cuadra del Palacio de Justicia, en la zona de los Tribunales porteños, cuando yo trabajaba en la Justicia Federal de la Capital Federal. A través suyo, obtuve las “Claves secretas” que Perón redactó y utilizó durante su exilio americano en Caracas y Ciudad Trujillo.
Atesoré por años estos documentos a la espera del tiempo necesario para estudiarlos en profundidad y madurar el tema de este libro. Tenía conocimiento de dos antecedentes de escritura cifrada en Perón. El primero se remontaba a su misión como agregado militar en Chile (1936-1938). Allí había confeccionado, a la saga de su conocimiento de criptografía, un conjunto de claves secretas con el objeto de comunicar información reservada que se le había encomendado. El segundo, era cronológicamente posterior y más cercano en términos históricos a mi trabajo. Durante el tiempo del exilio en Panamá, Perón había elaborado junto a otros compatriotas una serie de sencillas claves para informar directivas específicas a sus allegados que se encontraban también exiliados en diferentes países. Este hallazgo lo descubrí a través de un documento escrito por Florencio Monzón, hijo de un histórico militante peronista muy cercano a Perón, desde Santiago de Chile en 1956. Allí señalaba: “Hicimos una clave para conectarnos con el General, que nos mandaba mensajes, hagan tal cosa, vean a este, qué está haciendo tal tipo. La clave fue muy sencilla. Le hicimos llegar a él un diccionario, y nosotros teníamos otro igual. Entonces decía página 13, palabra 3, por ejemplo. A veces no servía del todo. Salía la palabra ‘perol’ que la usábamos por ‘Perón’. Pero andaba. El mensaje más importante que nos llegó un día fue que organizáramos la huida de los que estaban en el Sur, en Río Gallegos”. (Monzón, Florencio (h). Llegó carta de Perón. Rapsodia de la Resistencia 1955-1959, Corregidor, 2006).
Tras estos antecedentes, el primer juego completo de “Claves secretas”, Perón lo preparó durante su estadía en Caracas, Venezuela, y Ciudad Trujillo, República Dominicana. Se trata de un extraordinario sistema de claves de todo tipo. Al calor de la necesidad, en los años del exilio Perón profundizó su comprensión de la criptografía con una enorme creatividad. Elaboró un documento secreto sobre tres lienzos de algodón blanco. Sus medidas fueron de 0,21 cm de ancho por un metro de largo. Cada uno de los lienzos fue escrito a máquina sobre ambas caras, principalmente con tinta negra y esporádicamente con tinta roja. En algunos, aparecen textos transcriptos con algunas tachaduras y enmiendas. Tengo entendido que fueron escasos estos juegos de “Claves secretas”, estimo que no más de tres o cuatro. Uno de ellos estaba en poder de Perón y los otros en manos de su delegado por ese entonces, John William Cooke, y de alguna otra persona de su absoluta confianza.
Perón se ocupó a través de estas claves de dar instrucciones, enviar télex, cables, cartas y mensajes que no fueran descifrados entre Caracas, Ciudad Trujillo, la Argentina y los grupos de exiliados en el interior y exterior del país. Evitaba por tanto la filtración de sus órdenes, planes y objetivos. Del análisis pormenorizado de los tres lienzos, resulta interesante el listado de claves vinculadas a medios periodísticos, partidos y grupos políticos y gremiales. Allí aparecen los nombres de algunos medios de prensa y luego del símbolo (=) el nombre de fantasía entre comillas. Algunos ejemplos ilustrativos para el lector: Azul y Blanco = “Lino”; Clarín = “Pinos”; El Peronista = “Dátiles”; El Mundo = “Duraznos”; La Razón = “Sulfato”; La Prensa = “Salitres”; La Nación = “Sal”; Noticias Gráficas = “Estaño”; Qué = “Rejas”; United Press = “Vino”. Respecto a determinados partidos políticos y gremios: Conservador Popular = “Porotos”; CGT = “Porcinos”; CGT Clandestina = “Potasio”; 17 de Octubre = “Alpiste”; Demócratas Nacionales = “Aluminio”; Demócratas Progresistas = “Azufre”; Luz y Fuerza = “Sulfuro”; Peronista = “Tubos”; Radical = “Cueros”; Socialistas = “Garbanzo”; Unión Federal = “Valijas”, entre muchos otros.
En otra sección de las claves, designada como “Personas”, consigna el cambio de nombre de cada una. Por ejemplo: Mario Amadeo = “Clodomiro”; Pedro Eugenio Aramburu = “Celestino”; Jorge Antonio = “Ceferino”; Padre Benítez = “Rómulo”; Héctor Cámpora = “Julio”; Arturo Frondizi = “Omar”; Ricardo Guardo = “Inocencio”; Juan Carlos Goyeneche = “Isidro”; Arturo Jauretche = “Diego”; César Marcos = “Federico”; Domingo Mercante = “Fidel”; Juan D. Perón = “Donato”; José María Rosa = “Estanislao”; Víctor Radeglia = “Emir”; Marcelo Sánchez Sorondo = “Américo”; Raúl Scalabrini Ortiz = “Arnaldo”; Santiago Sarrabayrouse = “Asdrúbal”; Raúl Tanco = “Adán”; Pablo Vicente = “Saturnino”, etc.
Aparecen también unas claves del Comando Superior [Peronista] Vía Borlenghi (Ángel) – Sevillano (Emilio), donde figuran muchos nombres propios enmascarados con otros de fantasía. A Perón se lo denomina “Antonio”; a Alejandro Leloir = “Juan”; a Arturo Frondizi = “José”; a Issac F. Rojas = “Pepe”; a Andrés Framini = “Fito”; a Ricardo Balbín = “Tano”; a John W. Cooke = “Raúl”; a Juan A. Bramuglia = “Manuel”; a Pedro E. Aramburu = “Luis”; Voto en blanco = “Lavar”; a Emilio Sevillano = “Ángel”, etc.
Asimismo, en este nutrido juego de claves se transcribe una “Lista de jefes de comandos más importantes”, con nombres y apellidos, direcciones, ciudades, etc. Consigna exiliados políticos en los siguientes países: Alemania, Brasil, Bolivia (en La Paz, Fernando García Della Costa), Cuba (en La Habana, Ángel Borlenghi), España (en Madrid, Ildefonso Cavagna Martínez), Ecuador (en Quito, Roberto Pettinato), Estados Unidos (en Washington, Hipólito J. Paz), México, Paraguay y Perú. En otra parte, aparecen listados por orden alfabético a través del encubrimiento de los nombres reales por palabras de fantasía escritas todas con la misma letra al comienzo. O sea, si las reales comienzan con la letra A, las palabras en clave comienzan todas con la letra L y así sucede con las de la C, las claves con la letra P, la D con la A, etc.
También puede reconocerse a distintos referentes y militantes de la resistencia peronista en Buenos Aires, Mendoza y San Juan. Lo mismo que los contactos de personas y direcciones en Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y Santa Fe. Es muy interesante el listado de los comandos en Uruguay, con las direcciones de los exiliados, entre ellos Arturo Jauretche, Eduardo Colom, Ricardo Guardo, Francisco Capelli, José Arce, Arturo Pons Vedoya, Raúl Puigbó, Alberto Proia, Adolfo Phillipeaux, etc. También de varios en Brasil, Perú, Paraguay y Bolivia.
Cabe destacar la dificultad de algunos cifrados detallados en los lienzos, como por ejemplo, las claves “Cochabamba” y “Yucatán”. Si bien están detalladas las instrucciones de cómo aplicarlas, revisten una gran complejidad salvable solo para criptógrafos avezados. Un detalle que aparece persistentemente en los escritos, las cartas, los mensajes y en la confección de las claves es el uso de la puntuación de modo poco común. Así pues, puede observarse que cuando Perón utiliza la coma, luego no deja espacio y escribe la letra inmediatamente después de ella, o sea pegada a la coma. Se trata de una modalidad permanente que signa sus escritos desde 1913 hasta su muerte, en 1974.
Respecto a las instrucciones para descifrar las claves, se trata de una cuestión de tipo matemática y precisa, que permitía leer las letras que disponían las palabras y los mensajes encriptados. Una aplicación práctica del uso del cifrado en letras mayúsculas y/o con números arábigos puede comprobarse en el intercambio de correspondencia entre Perón (que a veces firmaba con el nombre en clave “Pecinco” o “P. 5” –voces que no están mencionadas en estas claves–, otras como “Juan Perón” y algunas veces como “Gerente” y/o “Teodoro”, que sí se encuentran en las claves), y Cooke (que siempre se dirigía al General como: “Mi querido Jefe”, y firmaba a veces como “Federico Zabaleta”, “Vidal” y “Pepe Canesa”, voces que no se encuentran en las claves, y también como “Cooke” a secas). Una de las cartas con claves encriptadas la escribe Perón a Cooke el 1° de mayo de 1957. La firma como “Pecinco” y en el texto menciona al “compañero G. 1”, clave que refiere a Julio Guizzardi (en las claves de Caracas y Ciudad Trujillo; en la correspondiente a “clave Araucanos”, el nombre de Guizzardi está cifrado con el de “Mauricio”). Otras cartas encriptadas están fechadas el 19 de mayo de 1957 (de Cooke a Perón), en junio de 1957 (de Cooke a Perón) y el 17 de julio de 1957 (Perón a Cooke desde Caracas). En otra carta enviada por Perón desde Caracas el 23 de mayo de 1957 “Al Compañero G. 2”, la clave encubre el nombre de Juan R. Garone. Perón firma como “Gerente”, pues en la P.S. le explica: “Desde ahora cambiaré P. 5 por ‘Gerente’, porque ya el otro es muy conocido”. Los ejemplos podrían multiplicarse. Se revelan también otras claves: “Cooke-Prieto” (Ramón), “Cooke-con el Jefe” (Perón), “Código para entendernos con Juanito”, clave entre “Lagomarsino y Uruguay”, “Clave Cochabamba”, “Clave Yucatán”, “Clave Araucanos”, “Complemento de clave Araucanos”, etc.
En cuanto a los otros dos juegos que publico íntegramente en el libro, están las copias de las “Claves secretas” que fueron confeccionadas durante el exilio en Madrid. En conjunto, revelan también un sistema elaborado y creativo con nombres, lugares y palabras disfrazados con otro nombre, lugar o palabra de fantasía, para desorientar a los servicios de inteligencia. En los mismos aparecen casi mil voces entre nombres propios, países, ciudades, días de semana, objetos, términos, agrupaciones sindicales y políticas, instituciones, partidos políticos, etc. Hay menciones veladas a dirigentes sindicales, políticos, pensadores, miembros de la Iglesia, opositores, presidentes de otros países, colaboradores y tantos otros más. A modo de ejemplo, a los gorilas los llama “Aroldo” o “Perros”; a la masonería = “Escritorio” o “Caverna”; a las granadas = “Cuadernos”; a los fusiles = “Lápices”; a los comunistas = “Revoltosos”; a los nacionalistas = “Empleados”; a John W. Cooke = “Bertoldo”; a monseñor Antonio José Plaza = “Alexia”; al Che Guevara = “Irala”; a Isabel Perón = “Beba”; a Jorge Antonio = “Abdala”; a Andrés Framini = “Exilio”; a Augusto T. Vandor = “Miguel”; a Alicia Eguren = “Porota”; a Atilio Renzi = “Rodolfo”; a Julio Troxler = “Ilka”; a Arturo Frondizi = “Pérez”; al retorno de Perón = “Estreno”, etc.
Sin estas “Claves secretas”, resulta quimérico descifrar a quién o a qué se refería Perón en sus miles de cartas, informes y documentos escritos en el período. También aparecen escritos en clave los siguientes nombres y palabras: al Partido Justicialista = “Emporio”; a la CGT = “El club”; a los sindicatos = “Empresas”; a Álvaro Alsogaray = “Acevedo”; al comandante en jefe = “Gerente”; a las granadas = “Botellas”; a la guerrilla = “Baile”; al plan de agitación = “Cumpleaños”; a las Fuerzas Armadas = “Comparsa”; al Movimiento Peronista = “Institución”; al Cuartel = “Pista”; al clero = “Cruzados”; etc. Así también, con nombres de distintos cultivos designa a los días de la semana: “maíz, “avena”, “lino”, “cebada”, “algodón”, “yerba” y “trigo”, reemplazaban el acaecer de lunes a domingo. Muchos son los nombres y lugares que se encubren y varias miles las voces ocultas. He querido revelar, en tal sentido, la identidad de gran parte de las personas mencionadas: dirigentes sindicales, colaboradores, amigos, intelectuales, pensadores, militantes, opositores, etc.
Sin dudas, los años del exilio fueron tiempos aciagos, donde Perón debió valerse de su inteligencia y de un arma poderosísima que supo utilizar como pocos políticos en la historia del país: la escritura. Preciso en estas páginas además la profunda austeridad con la que Perón vivió junto a su esposa en los años del destierro, frente a la maledicencia con que diversos detractores le inventaron quiméricas fortunas. En este marco, el libro traza a la par un necesario racconto del periplo del destierro iniciado el 3 de octubre de 1955, cuando Perón debió embarcar al hidroavión que lo llevaría a Asunción del Paraguay. Pocos días después, se trasladó a Villarrica, una pequeña localidad a 160 kilómetros de la capital paraguaya. Por presión del gobierno de la dictadura argentina, debió abandonar pronto el país. El presidente Alfredo Stroessner le otorgó un salvoconducto para que se dirigiera a Managua, invitado por el presidente nicaragüense, Anastasio Somoza. Partió el 2 de noviembre de 1955, pero el vuelo se volvió itinerante y cambió de rumbo varias veces: pasó por Brasil, El Salvador, las Guayanas francesa y holandesa y Venezuela, donde residió tres días. Terminó dirigiéndose a Panamá, donde arribó el 9 de noviembre, alojándose en el Hotel Washington en la ciudad de Colón.
En Panamá, concluyó el libro que había empezado a escribir en Paraguay, La fuerza es el derecho de las bestias (1956) y conoció a María Estela Martínez Cartas, la mujer que lo acompañó hasta el final de sus días y con la que contrajo matrimonio en 1961. A mediados de julio de 1956, debió abandonar el país porque iba a realizarse allí la VII Cumbre de las Américas con la asistencia del presidente norteamericano, Dwight Eisenhower, y del dictador argentino Pedro E. Aramburu. Partió entonces a Nicaragua por unos días, retornó a Panamá y el 8 de agosto de 1956 se trasladó a Venezuela. Tras el derrocamiento del presidente Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958, debió refugiarse en la embajada de la República Dominicana y partió luego rumbo a ese país, donde fue protegido durante dos años por el presidente Rafael Leónidas Trujillo. A causa de la inestabilidad política existente, debió solicitar asilo político al gobierno español, el mismo que había recibido ayuda argentina y había homenajeado como huésped de honor a Eva Perón en 1947. El 26 de enero de 1960 por la noche, tras un viaje accidentado, aterrizó en el aeropuerto de Sevilla. Se estableció un breve tiempo en Torremolinos, provincia de Málaga, luego en una casa en El Plantío, en las afueras de Madrid, y se mudó después a un departamento en la calle Arce Nº 13, frente a la plaza República Argentina. Finalmente, vivió en el barrio residencial de Puerta de Hierro, en la mítica quinta 17 de Octubre, ubicada en la calle Navalmanzano 6.
El exilio en la madre patria se extendió de enero de 1960 hasta junio de 1973. Durante estos casi trece años españoles, Perón no tuvo contacto que pueda documentarse con Francisco Franco Bahamonde. Sí lo tuvo con distintas personalidades vinculadas al régimen franquista, especialmente con hombres de la Falange Española vinculados al régimen y con algunos “camisas viejas”, a los que refiere un capítulo del libro especialmente dedicado a sus amigos españoles: Raimundo Fernández Cuesta, José Luis de Arrese, José Antonio Girón de Velasco, Pilar Primo de Rivera, Jesús Suevos, Fernando Vizcaíno Casas, Emilio Romero, Blas Piñar, Pilar Franco, Enrique Herrera Marín, entre tantos otros.
En síntesis, este libro donde se publica el conjunto completo de “Claves secretas” quiere ser un aporte desinteresado para los estudiosos de la correspondencia y la obra de Perón y para aquellos que continúan creyendo en la necesidad de dilucidar la verdad de la historia nacional.
☛ Título: La claves secretas de Perón
☛ Autor: Ignacio Martín Clopett
☛ Editorial: Sb Editorial
☛ Edición: 2025
☛ Páginas: 196
Datos del autor
Ignacio Martín Cloppet es abogado e historiador. Ha publicado más de diez libros, entre ellos, ¿Dónde nació Perón? (2000), Los de Villars (2006), Los orígenes de Juan Perón y Eva Duarte (2010), Eva Duarte y Juan Perón: la cuna materna (2011), Les origines de Juan Perón et d’Eva Duarte (2013), Perón en Roma (2015), Perón íntimo (2019), Tacuara y el nacionalismo. Escritos inéditos de Alberto Ezcurra Uriburu (2023), Perón. Mitos y realidades.
Es Socio benemérito del Instituto Cultural Brasil-Argentina de San Pablo, y Caballero Armado del Capítulo Hispanoamericano de Caballeros del Corpus Christi de Toledo.