DOMINGO
Oportunidades

Tiempos de pandemia

Para cualquier evento o fiesta que dependiera de la presencia física de la gente, la pandemia fue una bomba de tiempo. Muchísimos se vieron obligados a cerrar y hubo poquísimas excepciones que pudieron sobrevivir adaptando su formato. Una de ellas fue precisamente la Bresh, que aprovechó esto como una oportunidad única: la de hacerse conocida en todo el mundo. Antes de 2020, la fiesta ya se había consolidado en Argentina y había comenzado su expansión tímidamente a países vecinos como Uruguay y Ecuador. Sin embargo, la cuarentena y las restricciones a los eventos masivos detuvieron abruptamente estos planes de crecimiento. En lugar de resignarse a la pausa forzada, los organizadores vieron una oportunidad en la crisis: llevar la Bresh al mundo digital y crear Bresh en Casita. A través de transmisiones en vivo en Instagram y YouTube, esta versión online permitía a la gente bailar desde sus hogares, y lo que comenzó como una solución temporal rápidamente se convirtió en un evento de culto. Los streams de Bresh en Casita lograron conectar con una audiencia masiva en un momento de aislamiento total. Cada sábado, miles de personas se reunían virtualmente para revivir la experiencia de una fiesta, pero adaptada a las pantallas. ¿La clave del éxito? Mantener la esencia de las Bresh: música diversa, interacción con la audiencia y una energía descontracturada que rompía con la monotonía del confinamiento.

Otro de los aspectos más interesantes de Bresh en Casita fue su capacidad para generar comunidad y viralidad en redes sociales. La gente compartía capturas de pantalla y videos de ellos bailando en sus casas, mencionando a la Bresh y etiquetando a sus amigos. Así, la fiesta se convirtió en un evento global sin fronteras, alcanzando audiencias en países donde aún no se había realizado ninguna edición presencial. El concepto de FOMO (siglas que responden a Fear Of Missing Out –que en español sería “miedo a perderse o quedar afuera de algo”–) también jugó un papel clave. La Bresh pasó de ser una fiesta de nicho en Buenos Aires a un evento aspiracional al que todos querían asistir, ya fuera de forma virtual o presencial cuando las restricciones terminaran.

Cuando finalmente los eventos en vivo volvieron a ser posibles, la Bresh no solo recuperó su formato original, sino que explotó en popularidad en diferentes ciudades del mundo. Gracias a la base de fans que había construido digitalmente, pudo aterrizar con éxito en ciudades como Madrid, Miami, Nueva York y Tokio, con entradas agotadas desde la primera fecha. Y a partir de ahí, la fiesta ha sido testigo de momentos memorables, como la celebración del After Party de los Premios Grammy Latinos en Sevilla y Las Vegas, la megafiesta de Nochevieja en Madrid –que reunió a más de diez mil personas en Ifema– o su celebrada presencia en Amnesia (Ibiza) y en Tomorrowland. Además, la Bresh ha estado presente en eventos tan destacados como la presentación de Leo Messi como nuevo jugador del Inter Miami y en la celebración de la selección argentina tras ganar el Mundial de Qatar. (…)

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Cuando se analizan todos estos factores que vengo contando y las decisiones que tomaron los creadores para que estas fiestas se hayan transformado en el fenómeno global en el que se convirtieron, uno podría pensar: “Qué genios estos tipos, la cabeza que le pusieron, qué lectura casi antropológica de estos tiempos y de la sociedad para detectar esta gran necesidad que había y qué idea genial que tuvieron para disrumpir el mundo de las fiestas a nivel global”.

Sin embargo, cuando escuchás la verdadera historia de su creación, te das cuenta de que las grandes innovaciones también pueden surgir de la improvisación y la suerte. En una entrevista con Migue Granados, el artista, músico y performer Jaime James (más conocido como Louta e hijo de Diqui James, el creador de Fuerza Bruta) contó cómo en 2016 surgió la idea. Él planeaba sacar su primer disco y, motivado por la práctica budista que pregona el “todo es posible si te lo proponés”, se aventuró a reservar una fecha en el espacio cultural Beatflow con cinco meses de anticipación, confiando en que el proceso creativo fluiría y podría tenerlo terminado por ese entonces para presentarlo en vivo. La realidad le dio un cachetazo cuando se dio cuenta de que no llegaría a tiempo. Para evitar perder la reserva del lugar, transformó esta situación desafiante en la creación de la primera fiesta Bresh: asociándose con Alejandro Saporitti (Broder) y Pablo Monti (Monky), creó esta experiencia única, incorporando música, caramelos en la entrada y una energía vibrante que rápidamente capturó la atención del público. Un evento que no existía pero que claramente tenía que suceder.

*Autor de El método Taylor Swift, editorial Conecta (fragmento).