En la Argentina no es fácil hablar de carne. Si bien las dietas ricas en frutas, verduras y legumbres están ganando terreno, según cifras del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, en 2021 el país alcanzó nuevamente el podio con un consumo anual de 48 kilos de carne por habitante y se espera que la tendencia siga en alza. Además, la entrada en vigencia del Plan Ganadería Argentina 2022-2023 (GanAr) consolida el objetivo del gobierno de aumentar la producción de carne en 600 mil toneladas para 2030 y marca un rumbo contundente en términos de política agropecuaria.
¿Qué nos dicen estos lineamientos sobre nuestra forma de alimentarnos? ¿Y a nivel ambiental? ¿Cuál es la huella ecológica que deja el modelo de producción de alimentos en los suelos, biodiversidad y calidad del agua?
Ganadería, emisiones y desigualdad
Según el sitio de investigación de la Universidad de Oxford "Our World in Data", el 77% del área cultivable del planeta se utiliza para la ganadería, incluyendo las zonas de pastoreo y las destinadas al cultivo de alimento para los animales. Esto se contrapone con un 37% del aporte de proteínas y apenas un 18% de la contribución calórica a nivel mundial.
En la Argentina, un estudio a cargo del investigador Ezequiel Arrieta publicado en la revista Sustainability Science señala que para abastecer de alimentos a la población en 2018 se utilizaron 60 millones de hectáreas; 52 millones se destinan a pastizales y pasturas para la producción de carne y leche vacuna. Los 8 millones restantes corresponden a cultivos -5 millones a cultivos para la producción de alimentos balanceados de animales industrializados y 3 millones para cultivos para consumo humano directo como frutas y verduras-.
Por su parte, el último informe del grupo III del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) echa luz sobre una realidad inadvertida e indica que entre el 23% y el 42% de las emisiones de gases de efecto invernadero globales provienen del sector agroindustrial. En Argentina el porcentaje es del 21.6% y supera en 8 puntos a la industria energética y del transporte.
Alimentación basada en plantas: una puerta a un futuro más justo y sostenible
En un contexto de crisis climática y ecológica con cada vez más degradación ambiental, desmontes, incendios, monocultivos, concentración de la tierra por parte de monopolios que producen commodities, enfermedades de origen zoonótico, pérdida de biodiversidad y un 40% de la población bajo la línea de pobreza, estas cifras alarman y desafían a evaluar la eficiencia y sostenibilidad de los sistemas alimentarios actuales.
En el país de la carne, crece la alimentación basada en plantas
En este sentido, resulta imperante repensar los modelos de producción y consumo para así abordar la alimentación desde una perspectiva ambiental, sanitaria y de soberanía alimentaria.
¿Cómo lo hacemos? Optar por dietas reducidas en carne y derivados animales es un gran primer paso que podemos dar a nivel individual y colectivo. Una dieta cárnica no sólo genera un mayor impacto ambiental en comparación con otras analizadas por la Guía Alimentaria Nacional, sino que además fomenta la explotación animal y es menos efectiva en términos de costos y calidad nutricional.
Por el contrario, una alimentación basada en plantas es más beneficiosa para la salud, para la economía de los hogares y no daña ni al ambiente ni a los animales.
Mientras suben en Argentina, los precios de los alimentos caen a nivel mundial
El momento es ahora y está en nuestras manos diseñar futuros donde la comida no falte y el planeta subsista. Otra forma de relacionarnos con los alimentos es posible. Otro mundo más justo, habitable y soberano también.
*Carla Gago es periodista y responsable de comunicación digital en Climate Save Argentina (CSA). Gael Sampedro es voluntarie de la organización en Buenos Aires.