Los problemas ambientales que enfrenta nuestro planeta han conducido a acuerdos internacionales como el Acuerdo de Paris, más específico, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de alcance más amplio. El éxito de esos acuerdos requiere, además de voluntad política, fondos suficientes para que las transformaciones necesarias tengan lugar lo más rápidamente en una carrera cuyo objetivo es evitar llegar al punto de no retorno. A su vez, las necesidades de financiación son diversas, dependiendo del nivel de desarrollo de cada país.
Ahora bien, históricamente, se ha esperado que esa brecha de financiación sea cubierta por organismos multilaterales de crédito. La mala noticia es que esas fuentes ya no alcanzan. Tampoco es suficiente agregando el fondeo directo que puedan aportar los países desarrollados, en deuda con los países en desarrollo. Es en este punto donde el rol del sector financiero (en particular el privado) adquiere importancia, y representa al mismo tiempo una oportunidad para el desarrollo de nuevos sectores económicos.
Finanzas sostenibles
Sin embargo, hablar de sostenibilidad en el marco de las finanzas puede generar confusión, e incluso cierto desconcierto. Acostumbrado a ser medido estrictamente por la rentabilidad de sus operaciones, el sistema financiero vio surgir varios años atrás a las finanzas sostenibles, a través de la incorporación a las finanzas tradicionales de criterios ambientales, pero también sociales y de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés), en la evaluación tanto de sus operaciones de crédito como de sus inversiones.
Las finanzas sostenibles se constituyeron en los últimos años en un concepto que ha cobrado creciente importancia a nivel internacional, incluso en países de menor desarrollo relativo. Temas como líneas de crédito verdes, inversiones responsables, fondos verdes, índices de acciones sostenibles y bonos verdes, son algunos de los instrumentos de las finanzas sostenibles que cobraron mayor notoriedad.
¿Qué es el Triple Impacto?
En este sentido, las finanzas sostenibles tienen un gran potencial para promover proyectos de triple impacto. Existen obras de infraestructura y empresas que, de manera creciente, producirán en base a certificaciones de sustentabilidad que reflejen buenas prácticas a nivel internacional y para esto, justamente, se necesitan fuentes de financiación que apoyen su realización
Las finanzas sostenibles, de este modo, se presentan como una alternativa superadora para financiar actividades que, además de ser rentables económicamente, sean ambiental y socialmente responsables, logrando incentivar proyectos y acciones de triple impacto.
Algunos ejemplos
En el ámbito de las finanzas sostenibles existen numerosas iniciativas que las fomentan, e instrumentos que las llevan a la práctica:
- Los Bonos Verdes constituyen un buen ejemplo para financiar energías limpias, agricultura inteligente y ganadería sostenible.
- Así como un número de actividades y productos que son crecientemente demandados por consumidores cada vez más exigentes, que eligen productos o servicios que cumplan con criterios de sostenibilidad ambiental y social.
En 2021, se emitieron Bonos Verdes en el mundo por un total de USD517.000 millones. Ese monto se duplica si consideramos también otros Bonos “Temáticos”, como los Bonos Sociales, los Bonos Sostenibles, y los Bonos Ligados a la Sostenibilidad (SLB, según sus siglas en inglés). Si bien el crecimiento anual ha sido exponencial, la brecha de financiación aún es muy importante.
El rol de las entidades bancarias
Los bancos, a su vez, pueden contar con líneas verdes, existiendo un amplio abanico de destinos, que van desde la compra hogareña de electrodomésticos etiquetados como energéticamente eficientes, hasta el proceso de transformación de un campo de explotación agrícola y/o ganadero tradicional hacia uno que aplique buenas prácticas agropecuarias, amigables con el ambiente; o desde el acondicionamiento de efluentes, hasta el reemplazo de fuentes fósiles por energías alternativas para una empresa.
Protocolo de Finanzas Sostenibles de Argentina
Si bien Argentina no se encuentra entre los líderes regionales en la materia, los últimos tres años han sido testigos de una combinación de iniciativas públicas y privadas que permiten augurar un mayor desarrollo a futuro, macroeconomía mediante. Un hito importante en nuestro país fue la firma del Protocolo de Finanzas Sostenibles de Argentina, en 2019, impulsado por Vida Silvestre y por BID Invest, una iniciativa inédita que identifica a la sostenibilidad como guía y busca facilitar y fomentar en las entidades financieras la implementación de las mejores prácticas internacionales que promuevan una integración entre los factores económico, social y ambiental, para encaminarse hacia un desarrollo sostenible de la industria financiera. Se trata de un acuerdo marco que representa un punto de partida para la creación de modelos de negocios de triple impacto, procurando no sólo ser rentables, sino también generar impacto social positivo y cuidar el ambiente, garantizando la sostenibilidad en el largo plazo.
Las finanzas sostenibles pueden ser cruciales para acelerar la transición hacia una economía sostenible, que nos permita mirar con mayor optimismo el futuro de nuestro planeta en el marco de esta carrera contrarreloj. Hablamos tanto de desincentivar y excluir de su financiamiento las actividades que lo perjudican, como de como de incentivar aquellas que lo benefician.
Las finanzas son transversales y que pueden aportar a todas las actividades, incluyendo lo relacionado con el ambiente. Resulta fundamental la participación del sector financiero como facilitador de buenas prácticas ambientales en los diversos sectores productivos, acelerando este proceso que no resiste más demoras.
*Esta columna fue escrita por Pablo Cortínez, economista y especialista en Finanzas Sustentables de Fundación Vida Silvestre Argentina.