En la región del Parque Patagonia, el equipo de conservación de la Fundación Rewilding Argentina ha logrado marcar diez pumas con collares satelitales que son monitoreados diariamente. Este collar se conecta con un satélite que envía los datos de la ubicación del animal. “También colocamos cámaras trampa para ver si las hembras tienen crías, o hay más individuos”, nos cuenta Emanuel Galleto, guardaparque y miembro del equipo. Estas cámaras permiten capturar fotos o videos de los ejemplares en estado salvaje. Se instalan en un sitio donde el animal no lo pueda ver y cuando un sensor detecta su presencia, la imagen se toma automáticamente.
Pampa es el nombre de uno de los ambientes de la Patagonia. Es una zona abierta y plana, donde el pastizal que predomina es el coirón. Allí los científicos lograron capturar una hembra de puma a la que llamaron justamente “Pampa”. Le colocaron un collar que ayuda a observar sus movimientos de forma remota y conocer los lugares que frecuenta. Al recibir cada día los puntos GPS, los expertos pueden conocer cómo se mueve y cuando los puntos se encuentran agrupados, saben que pasó allí varias horas, muy probablemente alimentándose de una presa.
“Pampa” es una adulta de alrededor de 56 kg. Tiene unos 5 años de edad. Esto se calcula, según Emanuel por “el desgaste de los dientes”. El monitoreo satelital permite conocer datos sobre los horarios de su actividad, los ambientes que recorre y las interacciones con otros pumas.
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“Pampa está asentada entre el cañadón Caracoles y la meseta del lago Buenos Aires. Se desplaza dependiendo de la disponibilidad de alimento. Este invierno con las grandes nevadas que cayeron y la cantidad de nieve que se amontonó, pasó casi todo el invierno dentro del cañadón, donde había más concentración de guanacos y choiques y eran fáciles de cazar”.
Algo llamó la atención de Galetto y su equipo: durante los últimos tres meses, “Pampa” se había quedado muy quieta en un lugar. “Así nos dimos cuenta que había parido, porque durante la noche salía a cazar y a alimentarse y en el día volvía siempre al mismo matorral. Es ahí donde tenía a los cachorros. Ahora los cachorros ya se están moviendo, entonces se desplaza un poco más”, explica.
El guanaco y el choique constituyen el 100% de la dieta de los pumas. “No sólo Pampa se alimenta de los guanacos y choiques que caza habitualmente. Con el collar podemos localizar los restos de sus presas y al colocar cámaras podemos monitorear qué otras especies también las consumen.” Así pudieron conocer que especies carroñeras como el cóndor andino, el águila mora, zorrinos, el zorro gris y zorro colorado, también se alimentan de las sobras de las cacerías de los pumas. El rol del puma es clave en el ecosistema al regular las poblaciones de sus presas.
“Durante el invierno, por la nieve, se dificulta la movilidad tanto de los pumas como de sus presas. Al haber tantas concentradas en un mismo lugar, es más fácil cazarlos. En verano, se desplaza un poco más hacia la meseta, ya que los guanacos migran hacia zonas más altas. Es donde se concentra el mayor número de nacimientos de crías de guanacos, mucho más fáciles de capturar. Se mueve, pasa un par de días en los roquedales, entre la meseta y el cañadón Caracoles”.
Es gracias a las nuevas tecnologías y al trabajo ininterrumpido de los equipos de conservación que podemos acercarnos para conocer el maravilloso universo de la fauna en Patagonia.
Sabemos entonces que los pumas depredan grandes herbívoros, favoreciendo el desarrollo de la vegetación, removiendo animales enfermos, disminuyendo la posibilidad de contagio y proveyendo alimento a aves carroñeras amenazadas como el cóndor andino.
Los equilibrios de los ambientes de la Patagonia dependen, en buena medida, de la presencia de pumas como “Pampa”.