Con un superávit presupuestario de US$ 24.000 millones para 2022 y US$ 26.500 millones previstos para el próximo año, la economía saudí tiene una robustez envidiable en tiempos de crisis.
La calificadora Standard & Poor's estimó recientemente el crecimiento del PBI en un 7,5% en 2022, en un momento en que la recesión se está imponiendo en casi todo el mundo. Y la inflación, que pesa sobre muchas economías, apenas superará el 2,5% este año, según el Ministerio de Finanzas saudí.
Arabia Saudita presenta una salida notable de la pandemia que, redujo sus ingresos provenientes de las dos principales fuentes de ingresos: el turismo religioso y el petróleo. Hoy en día, el Hajj y el Umrah, las peregrinaciones mayores y menores, tienen tanta concurrencia que el precio para recorrerlas superan los US$ 90 dólares por barril de petróleo, cuando había caído por debajo de los US$ 10 dólares durante los momentos más críticos de la crisis sanitaria, consigna rFi.
Cómo beneficia la actual crisis energética al reino saudí
La decisión que tomó este miércoles la OPEC+ (Organización de Países Exportadores de Petróleo + los socios), de la que Riad es uno de los miembros más influyentes, de reducir drásticamente sus cuotas de producción de petróleo, es probable que impulse los precios del crudo, en gran beneficio de los países productores y, por lo tanto, de las finanzas sauditas.
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Un reflejo de esta opulencia es el Fondo de Inversión Pública, a cargo del hombre fuerte del reino, el príncipe heredero Mohamed bin Salman (MBS); y cuenta con US$ 606.000 millones en activos al mes de junio y que las autoridades pretenden llevar hasta el billón en tres años, lo que es igual al peso actual del fondo soberano noruego, el mayor del mundo.
MBS utiliza ese fondo, entre otras cosas, para la modernización y diversificación de la economía de su país, pero sobre todo para su éxito personal, sostiene rFi.
Las propuestas más locas logran concretarse
Aprovechando el momento de crisis energética y económica, Arabia Saudita sabe que sus deseos serán concedidos, incluso los más descabellados como los Juegos Asiáticos de Invierno que Riad se dispone a organizar en medio del desierto.
Abandonadas en 2017 por considerarlas demasiado costosas y poco interesantes, podrían celebrarse en 2029 en Neom, otro loco proyecto, una megalópolis futurista inspirada en la película Guardianes de la Galaxia, de la que Mohamed bin Salman es un gran fan. Neom, que quiere construir en el noroeste del país, aún no se ha construido.
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No obstante, MBS ya desembolsó US$ 500.000 millones para su construcción, a los que hay que añadir ahora el coste de una estación con pistas de esquí, un lago artificial de agua dulce, chalets y hoteles de lujo. Esto porque los Juegos de Invierno incluyen 28 pruebas sobre nieve y 19 sobre hielo, que Arabia Saudita quiere organizar en una región donde rara vez llueve, y mucho menos cae nieve.
La diversificación de la economía saudí
La visión 2030 de MBS tiene como principales sectores las infraestructuras, la investigación aeroespacial, los coches eléctricos, los videojuegos y las energías renovables. La semana pasada, el fondo soberano saudí encargó a varios grandes bancos la emisión de un bono verde para financiar proyectos medioambientales.
Al mismo tiempo, el reino puso en marcha un importante plan de inversiones en la producción de hidrocarburos y en las infraestructuras de transporte, al tiempo que se puso el objetivo de la neutralidad del carbono para el 2060.
El país, como se puede observar, no es ajeno a las contradicciones. Desde el anuncio de la Opec+, el precio del barril de crudo ha subido... el maná de los petrodólares está lejos de agotarse.
SE