El gráfico que acompaña esta nota, elaborado por la consultora M&R, refleja la evolución porcentual del IPC de la Ciudad de Buenos Aires, cruzado con la de los salarios privados desde 2014. El punto de partida es el principio de enero de 2014. En la segunda quincena de ese mes el tandem Axel Kicillof-Milton Capitanich, en plan de rectificación ortodoxa devaluaron el 23%. Si se mira bien la curva, el IPC le sacó a partir de ahí 13 puntos de distancia a la curva de la evolución de los salarios en febrero-marzo, era el “pass-though”, ahora casi olvidado. Ahora, el Gobierno asegura que ese proceso, pero más ordenado y planificado que lo que hizo el kirchnerismo, no tuvo el mismo impacto, ya que los precios subieron a partir de noviembre, antes de asumir el Gobierno, de ser levantado el cepo cambiario y de la devaluación del peso del 43%.
Aunque tras la devaluación kirchnerista se hablaba del “mago Kicillof”, que le iba a hacer haría ganar las elecciones a CFK tras cierto congelamiento del gasto público y freno a la inflación, se hizo a costa de mandar al freezer la actividad económica, bajo la morsa del cepo cambiario. No hubo hiperinflación porque se planchó la economía por la falta de dólares, a pesar de la inundación de pesos en la economía. Hoy en el Ministerio de la Producción son optimistas porque miran que en la devaluación Kicillof-Capitanich el pass-trhough se produjo de inmediato a la devaluación, en las dos semanas siguientes. En cambio, aseguran, el traspaso a precios de la liberación del cepo se inició en la última semana de noviembre 2015, anticipándose a la devaluación. Insisten en Producción que no hay números que sustenten una aceleración inflacionaria y que, por el contrario, se espera una morigeración de los índices. Y que las alzas tarifarias se producirán una sola vez. El resto, aseguran, vendrá de la esterilización del dinero circulante y del nuevo financiamiento externo. Todo, entienden, actuando en el límite para no afectar los niveles de empleo y de actividad económica.