ECONOMIA
Jos Ignacio de Mendiguren, ex ministro de la Produccin

"Devaluar estaba en la cuenta del 1 a 1"

El 6 de enero de 2002, fecha de la cual se cumplirán próximamente cinco años, el Congreso aprobó la caída del régimen de convertibilidad. Sectores industriales aplaudieron, cuando no impulsaron, el fin de la paridad fija. El cambio de modelo de una década requirió del alejamiento del gobierno de Fernando de la Rúa. Los impulsores de la devaluación fueron cuestionados lógicamente por una sociedad que vio caer sus parámetros de consumo de un día para otro. Inflación, pérdida de poder adquisitivo, pero recuperación de la moneda y superávit fiscal y comercial, sus consecuencias.

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DE CORAZN. De Mendiguren fue uno de los mentores de la devaluacin. Lider el movimiento industrial contra el "1 a 1". Se siente ganador. | Cedoc
El 6 de enero se cumplirán cinco años de la salida del régimen de convertibilidad de la moneda, causa o consecuencia, según se mire u opine, de la crisis económica, política e institucional que estuvo atada al tipo de cambio fijo por más de una década y un fuerte endeudamiento externo.

Con motivo de este aniversario, PERFIL entrevistó a uno los promotores de la necesidad de romper con el corsé de la convertibilidad, desde mucho antes de que haya ocurrido por la crisis. En el turbulento inicio de 2002, De Mendiguren era ministro de la Producción. Ahora es vicepresidente 5º de la UIA, posición desde la cual José Ignacio de Mendiguren revivió los hechos y recordó que “la devaluación fue parte de la convertibilidad”.

—¿Qué reflexión le merece, a cinco años, lo ocurrido en 2002?
—Yo nunca estuve con tipos de cambios fijos porque nunca se sale bien, siempre se sale mal, o peor. De todos modos, creo que de la convertibilidad habría que haber salido con el blindaje (N.de la R.: por el auxilio financiero de US$ 40.000 millones que logró Fernando de la Rúa). Todos negaron el problema, que era de insolvencia externa.

—Si el país hubiera devaluado antes, ¿la salida habría sido más ordenada?
—Sí. Hubiésemos estado en una situación muy distinta, con US$ 30.000 millones de reservas, más los fondos del blindaje. El país no estaba en default y tenía el sistema financiero funcionando. Se hizo de todo y ¿cuál fue el resultado? Una fuga de más de US$ 22.000 millones, con lo que hubo que cerrar los bancos. En ese momento, se hizo todo lo que se podía. Lo desprolijo fue la convertibilidad, no la salida. Salir de la convertibilidad no era, en diciembre de 2001, una elección. El “1 a 1” explotó, se destruyó a sí mismo, y la devaluación era parte de esa crisis.

—¿Cómo evolucionó el modelo luego de la devaluación?
—Nosotros teníamos claro que íbamos a sentar las bases de una economía basada en la generación de su riqueza. Mi responsabilidad era que el país arrancara. El país dejó de caer en febrero de 2002, y en marzo inició el sendero de crecimiento que no paró hasta ahora.

—Pero muchos sectores todavía no lograron reacomodarse, como el de los servicios.
—Creo que, en ese caso, se ha demorado demasiado el retraso. Sabíamos que iba a haber un cambio de precios relativos, pero llevamos cuatro años...

—Varios analistas consideran que el modelo está agotado, ¿cuál es su opinión?
—En 2002 priorizamos el arranque. Para mí, no había peor costo que el país parado. Eso ya se hizo. En esta etapa, hay que pasar del crecimiento al desarrollo económico, pasar de la macro a la microeconomía. Crecer es hacer más soja; desarrollarse es crear valor. No se puede garantizar el crecimiento sostenido sin un mercado interno pujante.

—Pero más de un empresario no invierten para desarrollar el mercado interno por temor a los controles a los precios.
—Eso es un tema transitorio. De todas maneras, hay una cierta contradicción. La felicidad perfecta no existe. La apuesta a mantener el tipo de cambio competitivo, tasas bajas y no enfriar la economía tiene un costo: pérdida de libertad, negociación de precios. Pero para que no desaliente la inversión, debe ser transitorio, hasta incrementar la oferta.

—El crecimiento lleva cuatro años, ¿termina el ciclo?
—Lo peor que nos puede pasar es creer que estamos en piloto automático.