“No fue un té de amigas”, relató una fuente de Gobierno sobre la reunión entre Cristina Fernández y su par brasileña, Dilma Rousseff. Y las ocho horas que duró el encuentro fue prueba suficiente de lo álgido de la agenda bilateral, más allá del recorrido por el museo de Evita y la cena en Museo del Bicentenario. “Primó la necesidad política de ir por más y mostrar una buena relación”, aseguraron a PERFIL como balance del encuentro. Las declaraciones finales fueron amistosas, de rigor, y en favor de la integración, pero quedó mucho en el tintero, como la salida de Petrobras y la posibilidad de un acuerdo con YPF para que se quede con los activos de la brasileña.
Dilma pidió una negociación entre el Gobierno argentino y la minera Vale, para que la salida del proyecto de potasio en Mendoza no genere perjuicios a la empresa brasileña. Mientras las mandatarias se reunían, Vale confirmaba la salida de la empresa de la Argentina y auguraba otros socios para el proyecto Río Colorado.
“Pretendemos salir cumpliendo con los empleados y proveedores”, dijo el jueves Murilo Ferreira, presidente de Vale, que mientras demuestre cumplimiento de gastos en la Argentina evita que la acusen por incumplimiento de contratos.
Pero Cristina, presionada por los puestos de trabajo en juego, que se extienden a más de 11 mil si se toman en cuenta los proveedores, exigió una compensación. Y la moneda de cambio sería la industria automotriz, con la posibilidad de obtener fondeo del Banco de Desarrollo Económico y Social de Brasil (Bndes).
El próximo martes técnicos de los dos países se reunirán en Montevideo por el sector automotor, donde a mitad de año vence el acuerdo que regula el intercambio bilateral y para el que las terminales brasileñas ya advirtieron que “debería empezar a regir el libre comercio”, declaró Anfavea, la entidad que las agrupa.
“No va a haber libre comercio”, aseguraron tanto ejecutivos como en el Gobierno, y la discusión seguirá en Uruguay por integrar más piezas y partes argentinas en Brasil y que los autos argentinos sean tratados como brasileños en el programa Innovar que puso en marcha Dilma para favorecer al sector.
Para revertir el déficit del sector autopartista, la Argentina necesita aumentar sus exportaciones a Brasil, pero para eso el sector debe reconvertirse, mejorar en calidad y tecnología. “La plata tiene que salir de algún lado”, explicaron en el Gobierno. Para esto, entra en escena la posibilidad que el Bndes financie el desarrollo de las autopartes argentinas, aunque el lápiz se afinará la próxima semana. “Tienen toda la libido puesta en el sector automotor”, confiaron cerca de las negociaciones bilaterales.
Fuentes empresariales aseguran que hay un compromiso de Brasil de incluir piezas y procesos argentinos que están atados a la renegociación del acuerdo sectorial. Este se renueva cada cinco años y hace crecer rumores sobre un libre comercio. Pasó en 2008, por lo que no sorprende el cuadro actual, pese a la presión de las terminales brasileñas. “No le conviene a ninguno de los dos países que haya libre comercio”, evaluaron negociadores.
Brasil reclamó por la caída de sus ventas a la Argentina. “El país se encuentra en una encrucijada. No podría dar respuesta a los reclamos de Brasil por las trabas a las importaciones sin afectar aún más el superávit comercial, del que ya vimos una fuerte caída de acuerdo a los datos del Indec. Es de esperar una inercia de lo que ya sucede con el comercio administrado”, evaluó Dante Sica.
