Como sucede no pocas veces, los economistas coinciden en el fin y centran el debate en los medios para alcanzarlos.
Es lo que está ocurriendo en los análisis financieros respecto del dólar. Si bien existe un consenso entre los analistas sobre una cotización del dólar a diciembre de entre $ 9,50 y $ 10 en lugar de la de $ 8 actual, la forma en que el oficial alcance esos valores será lo más importante por los efectos sobre el resto de los indicadores.
El margen de maniobra que tendrá la entidad presidida por Juan Carlos Fábrega dependerá del nivel de reservas internacionales que el Banco Central logre recuperar durante la liquidación de la cosecha –crecieron US$ 794 millones en lo que va de abril, hasta los US$ 27.801 millones– y del nivel de actividad, la inflación y el acceso al mercado voluntario de deuda internacional.
En el Central celebran que se desconozca cómo se irá moviendo la divisa, aunque ya les adelantaron a los bancos que de ninguna manera estará fijo. Las alternativas son dos:
* Volver a las devaluaciones paulatinas, estrategia llamada crawling peg, que vayan acompañando la inflación mensual. Así, por ejemplo, si como pretende el Gobierno el costo de vida se estabilizara en 2% mensual, en ese ritmo estaría la depreciación de la moneda. Volver a esa política “complicaría nuevamente el escenario cuando los agentes busquen adelantar importaciones y demorar exportaciones”, subrayan en el mercado.
* Construir “otro enero”. Sería el escenario de un salto devaluatorio sorpresivo. Algunos fantasean con algún cambio durante el Mundial. “Si bien hasta julio no habrá una necesidad de dólares porque se espera que el Central siga comprando un gran volumen de divisas, creo que da un poco de miedo dar otro salto en el tipo de cambio porque trajo aparejado una suba en los precios, que es algo que generó mucha preocupación, y todavía falta revisar muchas tarifas”, señaló Orlando Ferreres, director de la consultora que lleva su nombre.
Más allá de esas condiciones, los beneficios y desventajas de optar por un salto devaluatorio en el segundo semestre o de avanzar en forma paulatina dividen aguas. Para que la devaluación del 23% a principio año no sea en vano frente a una inflación proyectada cercana al 35 o 40%, dejó claro lo que viene: el dólar seguirá al alza. Falta definir cómo será el camino a seguir