Ambos son, técnicamente, acreedores del Estado Nacional. A los acreedores externos se lo ninguneó por años. Ni oír hablar del tema quería el actual ministro de Economía (el mismo que está desde que se fue Lavagna). A los acreedores internos, el ministro de Economía los bicicleteó en los últimos tres años devolviéndoles los impuestos a las ganancias injustamente retenido, siempre después de meses de desgastantes reclamos.
En las últimas semanas, la Presidenta, probablemente asesorada por su ministro de Economía, decidió dos cosas: pagarle al Club de París al contado y pagarles a los trabajadores en cuotas. Ambas medidas requieren leyes del Congreso pero los anuncios no pueden depender de esa formalidad así que se dispusieron sendos decretos de dudosa legalidad.
El Club de París no abarca a todos los acreedores. Es un mecanismo de convocatoria informal por parte de acreedores oficiales de países endeudados para renegociar en forma coordinada y conjunta las deudas externas de los países deudores con dificultades de pago.
Los trabajadores tampoco son todos los trabajadores. Son solamente aquellos que, por estar altamente calificados; por integrar los niveles más altos de los convenios colectivos de trabajo; por ejercer cargos de jefatura o gerenciales o por hacer demasiadas horas extras y otros “pecados” por el estilo, sufren retenciones sobre sus sueldos, al superar los mínimos no imponibles del impuesto a las ganancias que debían haber sido corregidos desde hace meses, pero que, quizás por esas avivaditas que tanto le gustan al actual ministro de Economía, no se actualizaron en todo el año.
Ahora se pretende que las empresas se hagan cargo de las devoluciones en noviembre, lo cual provocará dos efectos en la economía: Ahogo financiero para las empresas (al tener que hacer frente en pocas semanas a devoluciones + aguinaldos) e inflación (dado que esa masa de recursos se volcará mayoritariamente al consumo).
¿Cuánto se debe? Exactamente no se sabe. Según registros oficiales, al club de París, el país le debe 6.706 millones de dólares, pero ellos dicen que es más. Vaya uno a saber. No importa, la Presidenta ya dispuso “que se ocupe el Banco Central y pague”. A los trabajadores tampoco se sabe con exactitud cuánto se les debe. No importa, en este tema también se tercerizó la solución: “Las empresas tienen que hacerse cargo de las devoluciones y pagarles a sus empleados”. Después se auto-compensarán (en cuotas) no depositando las futuras retenciones que efectúen mediante el aplicativo AFIP-SICORE. Por eso lo de la devolución en cuotas. Y por eso también es que, mucho no pueden bajar las retenciones para el año que viene, sino ¿de dónde van a recuperar las empresas lo que devuelven este año? Complicadito el sistema.
Hace recordar un poquito al lío de la Resolución 125 y todo el mecanismo de compensaciones que se quiso imponer. Claro, es siempre el mismo ministro de Economía, que seguramente todavía nos tienen reservadas nuevas sorpresas en los más variados temas económicos.
*Contador Público (UBA), tributarista, Consejero Académico de la Especialización en Impuestos de la Escuela de Economía y Negocios Internacionales de la UB.