El desalojo de los ocupantes de la estancia de la familia Etchevehere en Entre Ríos llevó un cierto alivio a quienes defienden el derecho a la propiedad privada, consagrado en la Constitución, texto al cual los entrerrianos, de la mano de uno de sus principales caudillos, el general Justo José de Urquiza, contribuyeron en forma decisiva a mediados del siglo XIX.
La disputa en torno a esa unidad productiva alcanzó una dimensión nacional. Muy merecida por el espesor de sus protagonistas. Por un lado, el líder social Juan Grabois, una figura muy vinculada al Papa Francisco y a la Iglesia Católica, que durante varios años supo ser aliado de dirigentes de peso del gobierno del ex presidente Mauricio Macri. En esta oportunidad, fue ayudado por el gobierno del presidente Alberto Fernández en la persona de algunos funcionarios nacionales, que incluso acompañaron a los ocupantes in situ.
Los ocupantes se ven como colonizadores agroecológicos. Y se referencian en los jóvenes de los 70 que lucharon por la Revolución y el Socialismo. Los ideales de Grabois y sus muchachos —así les decía Juan Domingo Perón a los montoneros cuando eran amigos— son más módicos, a tono con esta sociedad líquida, aunque comparten con sus inspiradores la representación del “pueblo pobre y trabajador”. Como en aquellos años, al menos esta vez, en la toma de tierras en Entre Ríos no fueron acompañados por el sector social al que dicen encarnar: la ocupación de los jóvenes porteños fue repudiada por productores pequeños y medianos de la provincia, y los sectores populares no se sintieron convocados.
Del otro lado, los Etchevehere son uno de los principales productores rurales de la provincia; una familia tradicional, con distintos negocios vinculados al agro y que hasta hace pocos años dirigía El Diario, de Paraná. Para Grabois y sus muchachos, unos oligarcas. El hijo mayor, Luis Miguel, fue ministro de Agricultura de Macri y, superado el disgusto, seguramente verá allanado el camino para encabezar la lista de diputados de la oposición en los próximos comicios.
Dolores, la Etchevehere rebelde de una causa con formato social y de género
La ocupación (de la estancia de los Etchevehere) de los jóvenes porteños fue repudiada por productores pequeños y medianos de la provincia, y los sectores populares no se sintieron convocados.
Finalmente, la Justicia puso las cosas en claro y, aunque es un fallo apelable, todo parece indicar que un derecho tan elemental como la propiedad privada ha sido preservado, al menos esta vez. Parece mentira que en medio de la crisis estemos con este problemita. O tal vez no; tal vez la crisis sea más profunda y no se limite a la tan mentada brecha cambiaria.
*Editor ejecutivo de Fortuna, su último libro es: Los 70, la década que siempre vuelve.