La pelea con los fondos buitre abrió una grieta insalvable entre el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el presidente del Banco Central (BCRA), Juan Carlos Fábrega. La voluntad del titular de la entidad monetaria era, hasta ayer, irse del Gobierno. Envuelto en un ataque de furia contra el ministro, algunos de sus pares del gabinete lo contuvieron. Otros le aconsejaron que dejara su cargo, porque se había ganado un enemigo de peso.
La bronca de Fábrega se desató por el frustrado acuerdo entre privados para que los bancos argentinos compraran los bonos a los holdouts, de modo que el juez neoyorquino Thomas Griesa repusiera el stay y Argentina pudiera pagarles a los que entraron en el canje, evitando el default. Los bancos habían analizado con Fábrega la solución entre privados y contaban con el aval de la Presidenta; del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y hasta del propio Kicillof. “Pero Kicillof dinamitó el acuerdo porque no estaba él en la foto. Y porque los banqueros cometieron el error de presentarse como los salvadores de la patria. Si ellos hubieran cedido el protagonismo, la historia habría sido diferente”, explicó a PERFIL un alto funcionario del Gobierno.
Cuando vio que quienes quedaban como los ganadores de evitar el default eran los bancos (y, sobre todo, Jorge Brito, del Macro), Kicillof encontró la excusa para convencer a Cristina Kirchner de aniquilar ese acuerdo. El ministro se opuso con el argumento de que si Argentina, vencida la cláusula RUFO, no les pagaba a los bancos, las entidades financieras se harían del dinero del fondo de Sedesa (Seguro de Depósitos Sociedad Anónima). Se trata de un fondo de dinero que actúa como salvaguarda del sistema financiero y que se obtiene de un porcentaje de lo que ponen los ahorristas. Por eso, el jueves la Presidenta dijo que “con plata de los ahorristas yo también soy generosa”.
Los detalles. A Fábrega el lunes Cristina Kirchner le pidió que armara una “vaquita” con los banqueros. El se encargó de juntarlos y poner en marcha el plan. Pero el mismo miércoles le informaron que el acuerdo no avanzaba. “Hoy escuchan más a Axel, con él hablan más seguido y él la encanta más a Cristina. A nosotros nos llaman para temas puntuales”, dijeron en el entorno de Fábrega. Y agregaron: “Nosotros no vamos a renunciar, son todas operaciones de Economía. Siempre surgen los rumores sobre nosotros cuando hay conferencias en Economía”.
Fábrega tiene mandato por seis años. Va a sobrevivir al Gobierno. Fue aprobado hasta 2019 por el Congreso.
Lo que está claro es que, con este escenario, será muy difícil para el Gobierno “calentar” la economía para que haya más consumo en un año electoral, algo que favorecería las expectativas del oficialismo.
Además, habrá problemas económicos. Si el juez ordena que se ejecute la sentencia, puede haber embargos, los inversionistas dudarán a la hora de invertir su dinero y eso se sentirá en el mercado interno. Sin embargo, en lo que coinciden todos es en que no habrá un escenario catastrófico como ocurrió con la crisis de 2001. Las diferencias son grandes.