ECONOMIA
ECONOMISTA DE LA SEMANA

Hidrocarburos: crecimiento desparejo, estancamiento y falta de planes

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POZOS. La cantidad de nuevas perforaciones disminuyó un 33% en los últimos once años. | NA

El IAE Gral. Mosconi publicó el Anuario de los Hidrocarburos 2022. La información es de fuentes oficiales y cubre el período 2012-2022. El análisis de los datos compilados permite interpretar en forma objetiva las tendencias de largo plazo del sector. 

Año atípico, 2022 transcurrió durante la guerra entre Rusia y Ucrania, que alteró los grandes flujos de hidrocarburos desde Rusia hacia Europa redefiniendo cantidades y precios. Ello tuvo repercusión en la economía mundial. 

Argentina sufrió un impacto económico negativo: los hidrocarburos tuvieron fuertes subas de precios, y nuestro país –un importador neto– incrementó su déficit comercial energético, que alcanzó a 4.470 millones de US$ multiplicando por ocho el déficit de 2021.

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El Anuario muestra que entre 2012-2022 el país acentuó su dependencia en vez de disminuirla: en ese período, nuestras exportaciones energéticas crecieron en valor un 21%, mientras que nuestras importaciones se incrementaron un 41%.

Transición energética, sin planificación y con malas decisiones estatales

El objetivo de la estrategia energética mundial es la neutralidad de las emisiones de gases de efecto invernadero hacia mediados de siglo con la finalidad de mantener el cambio climático acotado a un incremento de 1,5° C. Esto provocará en el mediano y largo plazo una fuerte redefinición a la baja de las demandas de petróleo, gas y carbón y su substitución por energías “limpias”. El auto eléctrico y otras tecnologías de transporte, y la electrificación de la energía reducirán en forma significativa la participación de estos en el futuro. 

Nuestro país no posee todavía ningún plan energético de largo plazo. Tampoco los inversores privados cuentan con planes de obras realistas, factibles y bien estudiados. Y en muchos casos se verifica que el Estado débil encara proyectos inmaduros impulsados por el sector privado, que por diversas razones evita o prefiere no asumir riesgos. 
Producción de petróleo y gas 2012-2022, en crecimiento lento.

Entre 2012-2022, la producción total de petróleo de la Argentina ha crecido tan solo el 6,1%, un valor insignificante si se lo compara con el crecimiento de la demanda de los derivados del petróleo: la de gasoil creció un 9,5%; y la de naftas, el 32,2% en el mismo período.  

El país está en un estancamiento productivo crónico en petróleo que nunca ha sido transparentado. Comparando con 2012, la cuenca del golfo de San Jorge (Chubut y norte de Santa Cruz) produce un 22,4% menos; la austral, un 51,5% menos; la cuenca cuyana, un 40,1% menos; y la cuenca del noroeste (Salta y Jujuy) disminuye un 50,6%. Un fenómeno idéntico e inexplicable se produce en gas natural. 

El Anuario pone de relieve que todas las cuencas convencionales están en declinación. Solo la cuenca neuquina está en expansión, y la causa es el sostenido crecimiento de los yacimientos de Vaca Muerta.  

Neuquén: nueva capital de los hidrocarburos

Como contrapartida de la caída productiva comentada –disimulada tanto por el gobierno nacional como por los gobiernos provinciales–, la cuenca neuquina ha crecido con respecto a 2012 un 54,3% debido al impulso de la producción no convencional.  

Los yacimientos de Vaca Muerta de petróleo y de gas natural se encuentran en expansión. Y es un dato relevante que al mismo tiempo se hayan ampliado en el inventario de 2021 las reservas certificadas en ese yacimiento. 
De mantenerse esta tendencia, se podría viabilizar la firma de contratos de abastecimiento a largo plazo de precio competitivo tanto para el mercado interno como para la exportación.

Una década particular: el crecimiento y también la caída productiva

En 2012, la producción de petróleo era de 31,9 millones de m3, y procedía de yacimientos convencionales. 

En 2022, el petróleo convencional cubre solo el 58% del total, la producción declinó un 37% en el período. En once años, nuestros yacimientos convencionales dejaron de producir de 72 millones de m3 al no haber podido mantener la producción de 2012. 

La producción de crudo no convencional, en cambio, creció en ese lapso un 856% y aporta el 42% del total. La producción  total, después de sumas y restas, es apenas un 6% mayor que la de 2012.  

Lo mismo ocurre en gas natural, donde se verifica un crónico retroceso de la producción de gas convencional y un aumento de la producción shale de los yacimientos de Vaca Muerta. 

Ese fenómeno de crecimiento y caída simultánea da un resultado productivo neutro propio de una década perdida: entre 2012 y 2022, con un exiguo crecimiento del 0,6% anual, el nuestro es un país de oferta débil tanto para la región como para el mundo. 

Reservas y recursos: buena noticia en el último año y mala en la década

Es auspicioso que el último inventario de reservas y recursos de 2021 de la Secretaría de Energía haya verificado un gran aumento en comparación con el estancamiento crónico en el presente siglo. La cuenca neuquina ha tenido un incremento del 161%, pero debería verificarse si ese incremento continúa o no en el inventario correspondiente a 2022. 

Es muy preocupante que las reservas comprobadas hayan caído en todas las cuencas convencionales en la última década: cuenca del noreste: -51,3%; cuyana: -72,9%; golfo de San Jorge: -18,7%; y austral: -29,2%. Y lo más preocupante es que esto se oculte.

Lo mismo ocurre con las reservas de gas natural: caída crónica en las reservas en todas las cuencas convencionales y un aumento significativo en el último año en las cuencas no convencionales.

Inversiones: caída crónica en todas las cuencas, con excepción de Vaca Muerta

El Anuario constata una gran caída de la actividad petrolera a nivel nacional: a) un 70% de disminución entre 2012 y 2022 en la perforación de nuevos pozos de exploración en áreas continentales y marinas; y b) la cantidad de pozos perforados de producción ha disminuido desde 950 por año en 2012 hasta los 634 en 2022 (un 33% de caída en once años). 

Proyectos fracasados en 2012-2022

Los gobiernos de este siglo han carecido de una política de hidrocarburos coherente. Esta carencia facilita que la “Argentina corporativa” genere presiones para la toma decisiones públicas de inversiones –muchas veces inviables– por falta de estudios básicos. Eso genera desorden, tráfico de influencias y obras mal decididas y mal compradas. Muchas veces, el propio Estado es el que termina ejecutando y financiado las obras, con resultado casi siempre pésimo. 

El paradigma de las obras publicas mal ejecutadas relacionadas con los hidrocarburos es el Gasoducto de Noreste Argentino (GNEA) iniciado en 2013 y todavía no finalizado; lo mismo podría decirse del trunco proyecto de la construcción del tren a Vaca Muerta y el fracaso rotundo del contrato de compra de gas a Bolivia firmado en 2006, que ese país no cumple –con la pasividad argentina–, por citar solo algunos ejemplos. 

Resumen: los datos oficiales del anuario no son alentadores. Es necesaria una política de largo plazo para cambiar las tendencias negativas descriptas y para aumentar la productividad de la industria, que es muy baja. Esa política competitiva no existe en 2023, y eso nos impide tener un crecimiento de producción sostenible en el contexto mundial de la transición energética. No es bueno que el país se maneje con verdades a medias.

*Exsecretario de Energía y presidente IAE Gral. Mosconi.