La decisión de “recalibrar” los objetivos del Banco Central con los del Gabinete económico, según las palabras del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en la última semana de diciembre marcó un punto de inflexión en la tensión cada vez más abierta entre los ministerios ansiosos por una baja en la tasa de política monetaria y un Banco Central que se negó a lo largo del año a hacerlo sin datos de desaceleración en los precios.
El jueves, las metas que anunció el ex ministro Alfonso Prat-Gay en enero de 2016 fueron modificadas, y se difirieron los objetivos por un año. Así, el 5% de inflación que esperaba el Central para 2019 se postergó hasta 2020. En la Rosada esperan ahora que eso ayude a una reactivación de la economía y que “el ciclo positivo que se ve en estos meses sea sostenible”.
El principal impulsor de la iniciativa, el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, había comenzado a gestionar el cambio de rumbo de la política monetaria muchos meses atrás. En Casa de Gobierno la decisión que se hizo trascender en julio de sumar al directorio del Banco Central a Marina Dal Poggetto, del Estudio Bein, era “dar una batalla desde adentro”, es decir, en la misma mesa chica de decisiones de la entidad de Reconquista 266. También sumar a Guillermo Nielsen, ex secretario de Finanzas, tenía como finalidad sumar una voz distinta en la toma de decisiones, algo que para los principales bancos privados del sistema resultaba primordial.
La postergación por largos meses de esas dos incorporaciones fue justificada desde la Casa Rosada por la necesidad de dejar pasar las elecciones, sin embargo, una vez que transcurrieron los comicios, las dos ansiadas sillas del Central siguen vacantes.
A la luz de los anuncios de relajamiento de las metas de inflación, que en el Gobierno recuerdan que las toma el Ejecutivo –siendo el Central el que trabaja para cumplirlas–, el cambio de estrategia de Quintana quedó al descubierto y se resolvió de la forma que tiene un mayor costo político para la figura de Federico Sturzenegger. A tal punto que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, debió salir a poner paños fríos y negó que se haya vulnerado la independencia del Central, y también debió ratificar la permanencia de Sturzenegger al frente de la autoridad monetaria.
Los deseos del Ministerio de Producción, en manos de Francisco Cabrera, que necesitaba una menor tasa de interés para poder mostrar resultados más visibles, como así también los pedidos de Luis Caputo, ministro de Finanzas, de no convalidar tasas tan elevadas, fueron cumplidos en medio de las fiestas.
Los cambios en el esquema de metas no modifican, sin embargo, la fuerte carga que recae sobre Hacienda para 2018, que deberá cumplir con su meta de déficit fiscal, que sigue siendo señalado por las principales consultoras de economía como el principal problema a resolver. Empresas y bancos consultados coincidieron en que la preocupación es la asignación de recursos en forma ineficiente y la necesidad de mantener los subsidios con 30% de la población por debajo de la línea de pobreza.