ECONOMIA
empleo informaly consumo popular

La Salada, también refleja la recesión con caída en ventas

default
default | Cedoc
Natalia tiene un local en el pasillo “Zapatos” de Punta Mogote, uno de los centros comerciales que funcionan “dentro del edificio”, es decir en forma legal, dentro de la feria de La Salada. Allí, vende pares que rondan los $ 320 y factura unos $ 60 mil pesos por semana en bruto. A eso le descuenta unos mil pesos por día de alquiler del puesto, $ 700 de depósito, $ 2 mil de estacionamiento por mes, y luego todos los materiales que usa en la confección de los zapatos, ya que los hacen con su pareja en la casa. Ella daba clases y hace seis años dejó de hacerlo para seguir a su marido, dedicado a diseñar y hacer calzado.

Su opinión, revelada la última semana en Radio Con Vos, es que “el 100% de lo que denuncian de La Salada, lo que se dice de las mafias y la violencia es cierto”. Pero también lo es que allí se gana la vida.
Unos 7 mil puestos y 21 mil comerciantes hacen lo propio en ese predio lleno de camionetas Partner o Kangoo, que permiten transportar familias enteras y también la mercadería.
Son datos de la consultora Focus Market, una cifra que la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) usa para denunciar competencia ilegal, pero que sirven para graficar un termómetro indesmentible de cómo está la economía en un país con un 35% de informalidad.

Porque allí compran mucho más barato los que no pueden acceder a zapatos que salen tres veces más en otros canales. Y allí también venden los que pueden o consiguen otra salida de trabajo. “En el último año la venta bajó muchísimo”, grafica Natalia. Lo había contado el hoy detenido Jorge Castillo en noviembre en PERFIL, cuando graficó en una nota de Patricia Valli una caída del 50% en las ventas el año pasado.