Las mujeres representan, en promedio, entre el 10 y el 20% de los empleados y estudiantes de empresas y carreras informáticas. En Ciencias de la Computación de la UBA la proporción de mujeres se ubica en el 11% actual. En la UTN, en 2016 ingresó un 19% de mujeres.
En el comienzo de la carrera, sin embargo, el 67% fueron mujeres que después de un pico del 75% en los 70 empezaron a perder participación en un segmento donde creció el estereotipo de hombres como Bill Gates, Steve Wozniack y más tarde, Steve Jobs. Una de las pioneras del código fue, sin embargo, una mujer: Ada Lovelace. Su día se celebró este martes 10 como parte de una iniciativa global para recuperar a las referentes femeninas en el sector de tecnología.
La presencia femenina escasea en la escena académica y laboral orientada a tecnología, señala un análisis de Tienda Nube. Las mujeres representan, en promedio, entre el 10 y el 20% de los empleados y estudiantes de empresas y carreras informáticas.
En 2015, un informe de la Fundación Sadosky titulado “Y las mujeres... ¿dónde están?”, daba cuenta de la baja de la participación femenina en tecnología. Esa radiografía estaba hecha sobre la base de datos de 2013. Ahora, de la mano de Medallia y Chicas en Tecnología, se está preparando un nuevo relevamiento para darle continuidad a la búsqueda de datos, ampliando el universo de empresas que participan. “La idea es tener las primeras muestras para trabajar internamente a principio de noviembre”, explicaron.
Lauren Jackman, de Medallia, explicó que en promedio, en Silicon Valley, las mujeres representan el 30% de las empresas del sector, aunque sin embargo esa participación tiene sus diferencias, porque los sectores de programación están dominados por hombres mientras que hay más mujeres en marketing y administración.
“La elección de carreras IT comenzó a pasar de más del 35% en 1985 a menos del 20% en 2010”, según indicó Carolina Hadad, programadora y miembro de Chicas en Tecnología, una organización que se propone disminuir la brecha de género y promueve la actividad en los colegios.
Sin embargo, en la UTN, ven una evolución positiva: “En 2007 ingresaba un 12% de chicas. En 2016 ingresó un 19%”, detalló Andrés Bursztyn, director de Ingeniería en Sistemas.
Silicon Valley, contra los prejuicios ‘inconscientes’
María de la Puerta Echeverría estudió Ingeniería Informática y forma parte del equipo de Data en Tienda Nube. “Siempre fui una apasionada de internet y de la tecnología, me encantaba la matemática y estudié en el ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires), donde en la primera clase descubrí que era la única mujer. Fue un proceso difícil porque el background es de gente que fue a colegios técnicos y yo fui a uno más orientado a lo humano. Cuando terminé la carrera ya había muchas más mujeres”, recuerda.
La Cámara de la Industria Argentina del Software estima que cada año hay unos 5 mil puestos de trabajo que no se llenan en la industria del software por falta de profesionales. “Y muchos de esos profesionales faltantes son justamente mujeres”, señalan. Para esto la Cámara lleva adelante iniciativas como el “club de chicas programadoras” para estudiantes de secundario.
Lauren Jackman tiene un cargo original en una empresa tecnológica de Silicon Valley: es CEO de prácticas de inclusión. Es doctora en Psicología de la Universidad de Stanford y trabaja para Medallia en California. Su trabajo se centra en erradicar la discriminación, los sesgos arraigados entre los trabajadores y mejorar las oportunidades dentro de la empresa.
El promedio de participación de mujeres en las empresas del corazón techie global es del 30%. “Estamos un poco por encima de eso”, asegura Jackman, aunque reconoce que en ingeniería todavía dominan los hombres. En los cargos técnicos, el promedio femenino es del 12%.
“Hay un sesgo en favor de los hombres”, dice Jackman y da un ejemplo sobre uno de los ejercicios que se hacen en la empresa. Se presentan dos curriculums iguales, sin diferencias desde el diseño, misma calificación para el empleo. Uno es de un hombre y el otro de una mujer. Y los participantes eligen al hombre. Al marcarlo y medirlo, se puede trabajar sobre él.
“La diversidad hace que los equipos sean más inteligentes porque hay funciones distintas, toman mejores decisiones y resuelven los problemas de forma más efectivas”, explica Jackman, que visitó Buenos Aires para dar los cursos contra los prejuicios y reunirse con representantes de otras organizaciones de tecnología que trabajan con las mujeres para mejorar la inclusión.
“En muchos casos, las dudas sobre igualdad e inclusión estuvieron vinculadas a los ingresos y nos dimos cuenta de que no sabíamos si había una brecha de género en ese caso. Hicimos las averiguaciones y por suerte nos dimos cuenta de que no había diferencias”, asegura. De la misma forma, se cumplen las licencias de trabajo, que tienen en los Estados Unidos mejores condiciones que en la Argentina en el caso de paternidad, a la vez que generan otros beneficios para el cuidado que permitan una mayor participación de las mujeres en el mundo laboral.
El paraíso para las empresas tecnológicas no escapa a la misoginia. El ejemplo reciente más resonante fue el de Google, donde uno de sus ingenieros desarrolló un manifiesto de diez páginas contra la igualdad de géneros. “Después de ese caso abrimos grupos para hablar del tema y discutirlo”, explica Jackman sobre cómo se abordan esas cuestiones en el día a día.