En época de promesas electorales, los candidatos y sus asesores evitan poner en evidencia ideas “piantavotos” que, sin embargo, dejaron plasmadas desde sus centros de estudios.
Así, la idea de salarios corriendo por detrás de los precios con una devaluación o un ajuste por la vía de los ingresos permean en los papers de ambos competidores del ballottage. “Para el 2016 no hay un escenario posible donde los salarios vuelvan a correr al doble del tipo de cambio”, escribió antes de las PASO el economista Miguel Bein, uno de los principales asesores del candidato de Daniel Scioli.
Por su parte, pese a que desde Cambiemos Alfonso Prat- Gay señaló que una devaluación no implica un traslado a precios, un informe del Banco Ciudad que preside Rogelio Frigerio señalaba, a raíz de la devaluación de enero de 2014, que “la inflación erosiona la totalidad de la mejora del tipo de cambio real registrada en enero pasado”. En ese marco, daba cuenta de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios reales tras el salto devaluatorio.
Por otra parte, en uno de los últimos informes, sostiene que pese a las mejoras de los últimos meses, los salarios reales no muestran mejoras genuinas desde 2011, un punto con el que los representantes de los trabajadores ya se preparan para una eventual paritaria bajo un gobierno macrista, que promete a los empresarios mejorar la rentabilidad.
El discurso, en ese sentido, coincide con el del sciolismo. Las promesas de rebajas impositivas se acompañan con un esquema de “negociación tripartita” entre empleados, empresarios y Estado.
El tema vuelve a figurar cuando el macrismo analiza el cepo y la unificación del mercado de cambios. “La eliminación de las restricciones cambiarias se presenta como un requisito fundamental para que vuelvan a ingresar capitales y recuperar la senda del crecimiento, luego de cuatro años de estancamiento económico, nula creación de empleo privado y caída del salario real, en un mercado de cambios que hoy opera con múltiples cotizaciones, las cuales en lugar de frenar, aceleran la fuga de divisas y la pérdida de reservas, tornando imprescindible un cambio de rumbo”.
Así, entre otros puntos, la retórica del “desendeudamiento” encuentra su fin tanto con la política de Macri como con la de Scioli.
“Estamos lejos del escenario 2003-2010, cuando el enorme colchón cambiario y de precios internacionales sostenían superávit gemelos que permitían la real independencia de los mercados de deuda”, escribió Bein desde su estudio, donde señaló que el desafío “será aprovechar el crédito internacional para graduar las correcciones y reconstruir los equilibrios, apuntando a sostener los elevados niveles de empleo de los que se parte”.
El manejo del déficit fiscal y una propuesta de reducir subsidios forman parte de la agenda de las dos fuerzas que aspiran a la presidencia.
Para Bein, es necesario un “reordenamiento de los subsidios mal direccionados que financie la caída de la recaudación, promueva el uso racional de la energía y reduzca el déficit de divisas”. Desde Cambiemos, Gabriela Michetti reconoció la idea de recortar subsidios a los servicios públicos, una frase que intentó ser relativizada. Sin embargo, el diagnóstico del Ciudad computó el peso de subsidios a la energía y el transporte en el gasto, aunque la caída de precios del petróleo marcara una desaceleración el año pasado.
Reservas en la pendiente
En medio de la campaña, desde las filas de Cambiemos pero también en los equipos técnicos de Daniel Scioli, siguen de cerca la evolución de las reservas, en definitiva, los dólares que heredarán en el Banco Central tras el 10 de diciembre.
Ayer, las reservas finalizaron en US$ 26.199 millones, marcando una salida de US$ 731 millones en lo que va de novimebre. Para sostener el tipo de cambio en $ 9,63, se vendieron US$ 1.130 millones en el mercado mayorista. La venta oficial por dólar ahorro superó los US$ 9 mil millones desde su creación el año pasado, de los que unos US$ 540 millones se vendieron este mes.
En el mercado paralelo, el dólar cedió 25 centavos o 1,63%, a 15,30 pesos. El descenso del dólar paralelo ocurrió en sentido contrario de los tipos de cambio implícitos: el dólar “contado con liquidación” y el dólar bono subieron a la zona de los 14,35 pesos.