En un contexto de aceleración inflacionaria y alta incertidumbre, el objetivo de máxima de la mayoría de la población se redujo a sostener el empate entre ingresos e inflación, según un informe de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD) de la UNSAM.
“La actividad económica ofrece síntomas de resiliencia, aún en un frágil escenario cambiario y de aceleración de precios. El empleo toca picos históricos, pero el ritmo de crecimiento del sector informal duplica al del formal”, indicó el estudio.
La población ocupada alcanzó los 20,8 millones, lo que significa un incremento de 924.000 personas con empleo en comparación con el primer trimestre de 2022.
Sin embargo, en el último año la cantidad de trabajadores formales se expandió en 416.000 y los informales en 427.000. Como resultado de esta dinámica, aumentó la tasa de empleo no registrado, alcanzando el 36,8%. Esto representa un incremento de 0,8 puntos porcentuales en comparación con el primer trimestre de 2022.
En suma, “la fuerza de trabajo se descalificó durante el último año: se crearon puestos de trabajo de baja calificación y se destruyeron puestos profesionales y técnicos”, contextualizó el estudio.
Tanto la informalidad como los empleos de baja calificación son factores que influyen a la hora de “dar pelea” contra los precios.
Por caso, la inflación aumentó 6% en junio y si bien muestra una moderación respecto a los meses previos, a nivel interanual alcanza el 115,6% y en el año acumula una suba del 50,7%
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¿Quiénes consiguieron sostener el empate?
De acuerdo con el informe, los sectores más acomodados de la población y algunos segmentos de trabajadores lograron preservar sus ingresos durante el último año y, en los mejores casos, obtener un diferencial.
Entre ellos se cuentan empleadores, trabajadores independientes de alta calificación (médicos, abogados, programadores, etc.) y ciertos grupos de asalariados formales que, a fuerza de negociaciones salariales casi permanentes, desarrollaron la capacidad de acompañar la suba de precios y lograron que sus salarios quedaran prácticamente indexados.
Sin embargo, cabe destacar que “los trabajadores que se incorporaron al mercado laboral durante el último año lo hicieron en tareas de baja calificación (puestos operativos o no calificados). Por su parte, la cantidad de ocupados con perfiles profesionales o técnicos se redujo. Esta evolución da cuenta de un proceso de descalificación de la fuerza de trabajo”.
En tanto, los hogares más vulnerables también sostuvieron sus ingresos, pero a través de mecanismos diferentes. Entre ellos, el crecimiento de los ingresos percibidos vía políticas sociales y jubilaciones (sobre todo jubilación mínima, que tuvo incrementos adicionales) compensó la importante caída que tuvieron sus ingresos laborales, que provienen generalmente de trabajos precarios e inestables.
Los que perdieron son los sectores medios y medios bajos. Tanto sus ingresos laborales como los no laborales corrieron por detrás de los aumentos de precios. En este grupo se encuentran los trabajadores formales con paritarias más rezagadas.
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Tampoco lograron sostener “el empate” los trabajadores precarios de hogares pobres o que se encuentran apenas por encima de la línea de pobreza; que están por fuera de la cobertura de las normas laborales y la representación sindical; y donde en general no llegó la atención del Estado ni la intervención de las organizaciones sociales dado que no son beneficiarios de programas sociales.
“Esta evolución dispar de los ingresos entre los diferentes grupos sociales determinó que la pobreza se encuentre en aumento. En el cuarto trimestre de 2022 (último dato disponible), la pobreza alcanzó al 40,6% de la población, mostrando un incremento de 4 puntos porcentuales con respecto al mismo trimestre del año 2021, cuando había alcanzado al 36,4%”, aseguraron desde la UNSAM.
“Sostener el empate supone, en definitiva, relegar la posibilidad de recuperar el 20% de poder adquisitivo que los salarios perdieron entre 2017 y 2019”, señaló el informe.
Los precandidatos y los ingresos
“Parte del abanico de propuestas que se ofrecen en campaña electoral incluye mayores privaciones. En esa clave, facilitar los despidos, aumentar la temporalidad y la inestabilidad del empleo, legalizar la precariedad, suspender la negociación colectiva y eliminar el derecho a la protesta serían la condición de posibilidad para resolver la crisis”, agregó.
“En ese escenario, hay terreno para reforzar una alternativa que ofrezca un horizonte en el que la posibilidad de recuperar el bienestar de los trabajadores no sea a través de mayores sacrificios”, concluyó.
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