ECONOMIA
Duró 10 años

Pasaron 30 años: convertibilidad antes y ahora

La gran pregunta es si sería conveniente una nueva convertibilidad para eliminar la inflación. La respuesta, dejando la parte política, es que sólo es posible si hay déficit cero y economía flexible.

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Domingo Cavallo con un peso y y un dólar. | Cedoc Perfil

Se cumplen 30 años del inicio de la Convertibilidad, que duró 10 años. Al momento que se anunciaba, el tipo de cambio aún no había llegado a 10.000 pesos, y luego se transformó en el famoso 1 a 1.

El sistema obligaba al BCRA a mantener reservas para cubrir la casi totalidad de la Base monetaria. Se anunció simultáneamente a un conjunto de otras medidas; entre otras, prohibir la indexación. Desde el primer minuto se consideró que sólo se podría sostener si Argentina eliminaba el déficit fiscal.

Junto con la convertibilidad se inició un proceso para dar más eficiencia a la economía argentina que generó múltiples cambios. Hubo ganadores y perdedores. La apertura de la economía fue rápida pero no tanto como para lograr una clara inserción en los mercados mundiales.

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Convertibilidad, aquel hito de la gestión económica de Menem

Se produjo un fenomenal cambio en la participación de las mujeres en la población económicamente activa, y aumentó notablemente la participación de los servicios en la economía. La convertibilidad produjo la abrupta desaparición de la inflación, al no haber emisión. El déficit fiscal era muy bajo, al menos comparado con los que hubo desde que se abandonó hace 20 años.

 

¿Qué hizo caer la convertibilidad?

 

Probablemente no comprender su alcance. Después de las hiperinflaciones, era necesario un chaleco de fuerza muy estricto. Junto con la convertibilidad se trabajó en cambios estructurales, pero para fines de 2001 la economía no era lo suficientemente flexible a pesar de los cambios introducidos.

Al mismo tiempo que la convertibilidad, hubo apertura de la economía, se eliminaron pasivos con los jubilados con la venta de YPF, se eliminaron pasivos contingentes en el sistema previsional al crearse las AFJP y se redujo el déficit e introdujo eficiencia al privatizarse muchas empresas públicas.

Se modificó la relación con provincias, se definieron responsabilidades y se mantuvo un nivel de gasto público que es la mitad que el actual.

Aplaudidas o criticadas, las medidas buscaban introducir flexibilidad en la economía. Para muchos fue muy rápido; para otros, muy lento.

Durante la convertibilidad tuvimos múltiples shocks, entre ellos el efecto Tequila, el Caipirinha con la devaluación de Brasil, la crisis del sudeste asiático, la crisis Rusa, la explosión de la burbuja de las punto com y el atentado a las Torres Gemelas.

Todos estos shocks significaron fuertes cambios:

  • en la disponibilidad de fondos para financiar la transición del sistema previsional,
  • en el apetito para invertir en países menos desarrollados,
  • en la velocidad de cambios tecnológicos,
  • en el precio de los commodities y exportaciones y
  • en la capacidad de compra de nuestro principal socio, Brasil.

Estimado lector, relea el párrafo anterior. Piense en la vorágine de cambios que significaba. En el medio había elecciones y la habitual fricción política.

La convertibilidad trajo un marcado descenso en la tasa de interés, ya que la inflación era mínima. Hubo crédito que no se licuaba, pero que permitía a las familias y empresas pensar en el largo plazo.

Los efectos negativos fueron grandes para quienes no entendieron o pudieron acompañar tantos cambios. Sufrió la panadería frente al Wallmart que abrió sus puertas, sufrió el pueblo que dependía de una cosecha que por clima o precios fue muy mala. De nuevo, hubo ganadores y perdedores.

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La gran pregunta es si sería conveniente una nueva convertibilidad para eliminar la inflación.

La respuesta, dejando la parte política, es que sólo es posible si hay déficit cero y economía flexible.

Hoy no tenemos esas características. Y si las tuviéramos, no sería necesaria la convertibilidad.

 

* Economista – Universidad CEMA

Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA