En marzo pasado el gobierno dispuso una drástica interrupción de las exportaciones de carne para frenar la estampida del precio del alimento clave en la canasta de los argentinos. Desde entonces, el Ministerio de Economía fue ampliando el cupo exportador hasta que en la actualidad sólo permanece restringido en un 50% para el cuarto delantero de los novillos pesados (cortes de consumo popular que se exportan principalmente a Rusia, Chile e Israel).
En consecuencia, quedaron liberados los cuartos traseros de novillos pesados (cortes caros), la Cuota Hilton completa, las vacas de conserva y las menudencias. Con este escenario, el valor de las ventas externas de cortes vacunos de Argentina marcará un récord de al menos 1.400 millones de dólares en el 2006, de acuerdo a los números que se proyectan en el Servicio Nacional de Sanidad Animal (SENASA). En el 2005, las exportaciones del rubro alcanzaron 1.389 millones de dólares, mientras que en volumen, la estimación del Ministerio de Economía es que se exportarán 550.000 toneladas este año, por debajo del año precedente.
El nudo del conflicto es que los productores creen que transfirieron a los frigoríficos centenares de millones de dólares como consecuencia de las restricciones a las exportaciones y el auge de la demanda externa. Este cálculo lo basan en que el precio de la hacienda de Liniers se mantuvo planchado durante largos meses y, al mismo tiempo, el negocio exportador se disparaba. ¿Quién se quedó con la diferencia? preguntan a los cuatro vientos en las entidades del campo.
Cuando el precio de Liniers comenzó a crecer y las entidades de productores agrandaban sus bolsillos, el gobierno retomó por unos días -aparentemente ahora la desechó- la idea de aumentar las restricciones ante la amenaza de que el alza en el ganado en pie se traslade al consumo interno. Se sabe que contener la inflación como sea es la principal religión del hombre fuerte del Ministerio de Economía, Guillermo Moreno. Mucho más cuando se trata de un alimento del que la Argentina es lider mundial en consumo, con más de 62 kilos por habitante y a gran distancia de sus seguidores, Uruguay y Estados Unidos.
Todo indica que el de la carne es un negocio rentable, aunque nadie reconoce ganar demasiado. Quedan en bambalinas actores clave, como un gran supermercado que maneja hacienda, frigoríficos y cadena de distribución propios. Es decir, gana siempre.