“¿Con qué vamos a pagar las obligaciones externas los argentinos si el Gobierno suspende la resolución 125 como exigen el agro y la oposición?”, se preguntó Néstor Kirchner el jueves último en un acto en la sede de la Unión Obrera Metalúrgica. Así, en un encendido discurso, aplaudido por la dirigencia gremial, Kirchner reconoció por primera vez la razón de fondo del esquema de retenciones móviles.
Continuó retóricamente: “Veía estos días muchos diputados, ni hablar los diputados de la oposición, que dicen que hay que suspender las retenciones, y yo digo: si se suspenden las retenciones, ¿con qué vamos a pagar las obligaciones externas los argentinos, con qué vamos a pagar los hospitales, la salud?”, insistió. “Creen que nadamos en un paraíso fiscal (pero) vamos juntando monedita tras monedita....”, dijo, antes de una defensa de la presidenta Cristina Kirchner.
El superávit fiscal, que fue uno de los pilares del modelo K, entró en crisis. Como gran parte del esquema económico nacido con la devaluación de 2002. Pero en el flanco fiscal, día a día, y ayer nuevamente con la sanción del complejo esquema de retenciones, los recursos del Estado quedaron en el ojo de la tormenta.
Las cuentas públicas reflejan más superávit de “caja” que solvencia genuina y, si bien para este año los analistas consideran que alcanza, la situación podría complicarse en marzo del año próximo.
“No hay déficit porque no se respeta la movilidad de las jubilaciones, se apropiaron los ahorros del régimen de capitalización y, en los primeros meses de este año, se registraron como ingreso del Tesoro utilidades del Banco Central”, apuntó Jorge Colina, de IDESA. En este contexto, la puja por las retenciones deja en evidencia un síntoma de debilidad fiscal.
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