Tras la actualización del impuesto para los llamados autos de alta gama, que les permitió empezar a liberar listas de precios de nuevos modelos, las automotrices esperan ahora que flexibilicen el flujo de divisas que el Banco Central les libera mes a mes para pagar insumos importados.
El tema apenas pudo colarse de manera transversal durante el pasado Salón del Automóvil, sin obtener ninguna precisión por parte de las autoridades, más allá de la promesa de atender “casos puntuales” en los que se necesite un caudal mayor para destinar a “planes concretos”. Sin embargo, seguirá estando en el nudo de los reclamos de las automotrices, más aún con la caída en la demanda de Brasil como trasfondo, lo que genera una mayor necesidad de hacerse de dólares por vía del Banco Central, si lo que se quiere es aumentar o al menos sostener el actual nivel de producción.
Por un lado, hay terminales que creen que no habrá mejora y que sólo cambiará el reparto de los mismos US$ 160 millones que hoy se giran mes a mes de forma diferente entre las compañías. Otras fuentes del sector consultadas por PERFIL aseguran que el monto aumentará, pero unas creen que subirá poco, a unos US$ 200 millones, mientras que otro grupo, más optimista, considera que podría ubicarse en casi el doble, es decir, cerca de unos US$ 300 millones por mes.
La sensación de escepticismo coincide con la que comunican desde el Gobierno. Hasta ayer no había señales en ese sentido, ni por parte del Ministerio de Industria, en donde preparaban el viaje de Débora Giorgi a Rusia la semana que viene; ni desde la Secretaría de Comercio, donde informaron que “el esquema sigue funcionando sin modificaciones”.
Llegó el cambio. Lo que sí fue recibido como una “grata sorpresa” por las automotrices fue la modificación de los impuestos internos a los “bienes de lujo”, que además de subir la base imponible para las dos escalas de afectación introdujo una cláusula especial que beneficia a los autos de producción nacional con alícuotas diferenciadas.
Hasta el 31 de diciembre de este año, pagarán este tributo aquellos autos cuyo valor de venta mayorista (antes de impuestos y costos de concesionario) sea superior a los $ 225 mil. En la práctica, eso significa un techo de aproximadamente $ 340 mil en el precio final del auto. Aquellos por encima de ese precio y hasta aproximadamente $ 455 mil tributarán una alícuota de 30%, salvo que sean de fabricación local, en cuyo caso se les aplicará el 10%. En la segunda escala entran aquellos por encima de los $ 455 mil ($ 278 mil de valor de fábrica), con una alícuota de 50% en general, pero “sólo” 30% para aquellos de producción nacional, que en la práctica sólo alcanzará a la Toyota SW4 fabricada en Zárate.