Sin márgenes políticos para medidas que contradigan los discursos de campaña, las mayores restricciones al cepo cambiario, la administración del dólar para los importadores y el reciente aumento de las tasas de interés son todo lo que se puede esperar de un Gobierno agazapado y a la espera de un milagro que le permita revertir la posibilidad de la entronización de Mauricio Macri en el Gobierno.
Las excepcionales ventas de dólares para ahorro no serán limitadas más. Ese es uno de los andariveles que no serán tocados en honor a mejorar las chances electorales del candidato kirchnerista. El mayor triunfo del Gobierno en este campo es que el blue se hubiera planchado en torno de los $ 15, aún con el costo de seguir perdiendo reservas.
Para el escenario de un triunfo de Daniel Scioli, las autoridades económicas contaban con un plan de implementación gradual con una gradual devaluación de la moneda e incentivos para que los exportadores liquidaran el producto de la cosecha; una negociación internacional que les permitiera, a poco del recambio de autoridades nacionales, contar con nuevas fuentes de financiamiento de divisas. Obtener cierto status judicial en la demanda de los fondos buitre que habiliten señales desde Washington hacia los mercados. Y, sobre todo, un amplio blanqueo de capitales para atraer los fondos del colchón y de los inversores del exterior. El levantamiento del cepo es como las brujas, no lo menciona, pero en los papeles lo hay.
Economía y el Banco Central están sumidos en hacer la plancha. Y esperan que, más allá del discurso duro, la hoja de ruta será similar para cualquiera que ocupe los principales casilleros del Palacio de Hacienda. Dos cuestiones son las que separan más fuertemente a ambos contendientes. Sólo la velocidad y contundencia de la devaluación proyectada y su posible impacto en los precios. Para el Gobierno, Cambiemos subestima el “pass trough” del aumento de la cotización del dólar en el precio final de los bienes intensivos en componentes importados. Esa diferencia marcará a fuego cuestiones sensibles para la próxima administración, como ser las primeras negociaciones paritarias del próximo presidente. Dependerá si en marzo arderán o no las calles.