Un estudio reciente de la Universidad de Montana demostró que un chatbot de inteligencia artificial puede generar respuestas tan destacadas como el 1% de las personas más creativas. ¿En qué lugar nos encontramos por el uso y abuso de la tecnología? ¿Cuáles son las consecuencias de delegar a la IA la creatividad humana?
En la investigación, las respuestas del ChatGPT fueron tan ingeniosas como las de los individuos altamente creativos que participaron. La IA logró crear ideas originales, pero a un nivel que la ubicó en una posición de élite, sobre todo en lo que respecta a su capacidad de razonar de manera diversa y de producir ideas de diferentes tipos y categorías.
La creatividad se analizó en cuatro dimensiones:
Fluidez, como la capacidad de generar muchas opciones de ideas.
Flexibilidad, como la habilidad para pensar en diferentes categorías.
Originalidad, como la producción de ideas únicas.
Elaboración, la posibilidad de expandir o añadir detalles a un proyecto.
En las cuatro dimensiones se destacó particularmente la creatividad, algo que históricamente se considera como exclusivo del ser humano. Esta revelación es un desafío que la inteligencia artificial logró superar con su capacidad de evolución y aprendizaje con cada uso
La IA es una oportunidad, porque con su progreso basado en información que recopila, desde nuestro lugar podemos aprender de ella, algo que ya está ocurriendo en diferentes campos de estudio con respuestas a muchos interrogantes que con otras tecnologías no fue posible resolver. Es momento de aceptar que la IA no es un simple artefacto que responde órdenes, sino que opera con empatía, intuición y comprensión emocional.
Pero, ¿cómo evoluciona la IA en su capacidad de ser creativa?
La respuesta está en la recopilación y análisis de datos, no solo numéricos, sino de comportamiento humano. En el caso de ChatGPT, absorbe información y la contrasta con el uso que nosotros le damos, de esa forma, con cada pedido y corrección que le hacemos, evoluciona. De alguna forma, sin darnos cuenta, delegamos parte de nuestra creatividad a la tecnología, porque cada respuesta que le exigimos es más completa, precisa y rica en distintas dimensiones.
Su capacidad de inventiva en los últimos años tuvo un crecimiento exponencial, y hoy ya está en condiciones de crear música, escribir historias, resolver análisis matemáticos y hasta expresar sentimientos propios por el aprendizaje respecto de nuestras emociones, a las que puede catalogar, diversificar y definir en detalle.
La necesidad de encontrar un equilibrio
Es común catalogar a la tecnología como algo negativo, destacando lo analógico, lo natural, lo esencial como lo correcto. Si bien es real que en algunas situaciones es negativa, nuestra vida cotidiana está mediada en forma constante por su uso, desde que nos despertamos, comunicamos, trabajamos, aprendemos, hasta el control y búsqueda de hábitos saludables como alimentación, movimiento y hasta descanso con aplicaciones que nos guían.
Entonces, hoy nuestra pregunta debería ser, ¿cómo vamos a relacionarnos con la tecnología para que sume bienestar a nuestra vida sin caer en un abuso por sus comodidades? La respuesta está en el equilibrio, en encontrar un término saludable en el que podemos aprovechar sus beneficios sin que seamos presos de precisión y efectividad.
El avance de la tecnología y nuestra salud
El uso excesivo de la tecnología puede crear trastornos en nuestra salud emocional, y en consecuencia en nuestro cuerpo. Solo las redes sociales y su inmanencia hipnótica, sobre todo con los usuarios de más corta edad, puede devenir en adicción que puede causar ansiedad y depresión. Por eso gran parte de su uso es el análisis y valoración del tiempo de desconexión, momento valioso para hacer otras actividades que son muy necesarias para nuestro bienestar.
Nuestra evolución hacia un estado de relajación en relación con la tecnología es un testimonio de nuestra adaptabilidad y reflexión como sociedad. A medida que transitamos este camino, debemos seguir considerando el impacto de la tecnología en nuestras vidas y encontrar maneras de aprovechar su potencial sin perder nuestra conexión con la creatividad y la singularidad humana.
A medida que la inteligencia artificial sigue aprendiendo y evolucionando, debemos abrazar la oportunidad de colaborar con la evolución, manteniendo nuestro papel central en la toma de decisiones y la definición de un futuro equilibrado y prometedor en el mundo digital.
