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¿Por qué leemos a Mika Etchebéhère?

(14/03/1902 - 07/07/1992)

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De la Patagonia Rebelde al Mayo Francés, Mika Feldman de Etchebéhère se involucró en todas las grandes luchas sociales del siglo XX. Nacida en 1902 en la provincia de Santa Fé, Mika se adentró en la militancia política desde los inicios de su carrera universitaria de Odontología. Allí conoció a quien sería su compañero y marido, Hipólito Etchebéhère: los unió el amor y la militancia por la revolución social. Juntos emprendieron viaje hacia la Patagonia con el fin de trabajar para poder viajar a Europa, donde percibían que las condiciones materiales se encontraban más desarrolladas para generar la revolución social. En el sur convivieron con la proletarización indígena y fueron testigos de la opresión a los jornaleros y pueblos originarios que culminó en 1921 con la enorme represión a la huelga obrera de la cual Mika e Hipólito fueron parte.

En 1931 la pareja logró viajar a Europa y, gracias a sus contactos con los grupos opositores de izquierda del partido comunista, pudieron formarse en Madrid y París. Su objetivo era establecerse en Alemania, donde la lucha obrera se encontraba más desarrollada. No obstante, al arribar a Berlín sintieron una gran desilusión al observar la pasividad de la socialdemocracia y de los líderes del PC frente al ascenso del nazismo.

Debido a los problemas pulmonares de Hipólito, tuvieron que regresar a Madrid: el clima no solo resultaba favorable por el aire seco y soleado, sino también por la efervescencia social que se respiraba en las calles a mediados de 1936. A los pocos días de su llegada, se produjo el levantamiento de los generales fascistas contra la Segunda República, inaugurando de este modo la Guerra Civil Española. Mika e Hipo se integraron al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), dado que compartían sus ideales de oposición de izquierda al comunismo, y partieron al frente de combate junto a sus columnas. Hipólito fue designado responsable, mientras que Mika –como la mayoría de las mujeres en la guerra– ocupó el rol de enfermera. No obstante, por su doble condición de mujer y miliciana, pero fundamentalmente por su sensibilidad, los milicianos la apodaron “la madrecita”. Con ello no buscaban restringir lo que esperaban de ella de acuerdo a su género, sino resaltar su constante predisposición para con los combatientes y para con la causa. El primer combate de la columna se cobró la vida de Hipólito, luego de lo cual Mika asumió la dirigencia. Desde entonces, combatió y resistió en numerosos frentes buscando derrotar al franquismo.

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A comienzos de 1937, la milicia se integró en el ejército popular republicano, dentro de la XIV División, al mando del anarcosindicalista Cipriano Mera. De este modo, Mika se convirtió en la Capitana de la 70ª Brigada Mixta, transformándose en la única mujer al mando de un batallón republicano. Si bien su condición de mujer dentro del ejército no pasaba desapercibida, Mika era reconocida por su excepcional humanismo y dedicación. Preocupada por la vida en el frente, se ocupó de la salud y el ánimo de sus soldados hasta el último segundo de sus vidas. En Cerro de Ávila, donde el enemigo se encontraba a una mayor distancia, creó una escuela en la primera línea del frente para que los milicianos pudieran aprender a leer y escribir, junto a una biblioteca donde podían formarse y entretenerse con libros y revistas en las trincheras. Una vez retirada del frente, su militancia continuó en otros espacios, incorporándose a una organización feminista libertaria cuyo propósito era alzarse contra los prejuicios machistas dentro del propio bando republicano.

Luego de escapar del franquismo y el nazismo, en 1945 Mika regresó a París donde vivió hasta sus noventa años. Su profunda convicción política se mantuvo intacta durante toda su vida: en el Mayo Francés, participó de la construcción de barricadas sumándose a la insurrección de estudiantes y obreros. Años más tarde, fue de las primeras en denunciar las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura cívico-militar en Argentina y en oponerse radicalmente a la Guerra de Malvinas.

“Mujer como pocas”, en palabras de su amigo Julio Cortázar al leer su libro Mi guerra de España, Mika hizo propia cada una de las luchas en las que se involucró. “Frasco de jarabe y cuchara en mano, llego gateando junto a los hombres que tosen. Ellos echan un poco la cabeza hacia atrás, abren la boca, y cuando han tragado el jarabe, nos reímos un momento de este capítulo bastante cómico de la guerra.” Leer a Mika Etchebéhère supone adentrarse en una enmarañada historia, en la cual revolución, guerra y ternura conviven permanentemente.

 

*Profesora de Enseñanza Media y Superior en Historia (UBA). Becaria CONICET.