La Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) concluyó el primer estudio científico integral sobre el “Estado Ambiental del río Negro”, donde se evaluó la química del agua (agua y material particulado en suspensión y sedimentos), los peces y los macroinvertebrados como indicadores ambientales.
Durante el estudio se relevaron 21 sitios de la cuenca: dos sobre el río Limay, dos sobre el río Neuquén y diecisiete sobre el río Negro. El análisis de las muestras se realizó en los distintos laboratorios de la UNRN, en el Centro Científico Tecnológico (CENPAT) del CONICET (Puerto Madryn) y en la Universidad Nacional del Sur, donde fueron procesadas de acuerdo con protocolos estandarizados.
“Estado Ambiental del río Negro” es un proyecto desarrollado durante dos años, por un equipo integrado por once investigadores y diecinueve estudiantes avanzados de la UNRN, con la participación de dos investigadores de la Universidad Nacional del Sur y un investigador de la Universidad Nacional del Comahue.
El trabajo fue coordinado por Nathalia Migueles, jefa del Departamento de Consultoría e Ingeniería dependiente de la Secretaría de Investigación, Creación Artística, Desarrollo y Transferencia de Tecnología de la UNRN. Las direcciones de los subproyectos estuvieron a cargo de Mariza Abrameto (UNRN), Patricio Solimano (UNRN), Pablo Macchi (UNRN) y Andrés Arias (Universidad Nacional del Sur).
LOS DATOS DEL ESTUDIO
Las principales conclusiones del estudio arrojan que el río no está muerto, aunque se trata de un ecosistema impactado. La cuenca está afrontando una fuerte presión antrópica (acción de las actividades del hombre sobre el ambiente), producto de la concentración poblacional y el desarrollo de actividades agrícolas, extractivas e industriales.
Tanto los compuestos clorados como los aromáticos persistentes medidos en el estudio dan cuenta del impacto ambiental tanto actual como pasado, ubicando a las actividades frutihortícolas y de neta presencia humana como las principales fuentes de origen.
Desde el punto de vista bacteriológico, los niveles de Escherichia coli y Enterococos detectados evidencian un constante ingreso de estos organismos al sistema. Por otra parte, la presencia de poliaromáticos persistentes evidenciaron mayores concentraciones en Fernández Oro, Allen, Pomona, Carmen de Patagones y la Isla La Paloma.
La evaluación de la calidad ecológica del agua, con el índice de macroinvertebrados, clasificó a algunos sitios con una calidad regular a mala, principalmente en Cipolletti, Fernández Oro, General Roca y Chichinales.
En relación a la fauna íctica (presencia de peces), es crítica la composición comunitaria ya que la abundancia de especies exóticas e invasoras es muy alta, lo que implica disrupciones al ambiente.
El estudio arroja, en suma, que la presencia humana sobre los sistemas naturales genera un impacto en los recursos ambientales. Un impacto que puede ser cuantificado y debe ser controlado y monitoreado. Por tal motivo, desde la Universidad Nacional de Río Negro afirmaron que continuarán con esta línea de investigación.