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El museo de Bellas Artes se ‘iluminó’ para su gala anual. “Factura” premiada. A buen entendedor. A la hora señalada.

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El museo de Bellas Artes se ‘iluminó’ para su gala anual. La Asociación de Amigos del Bellas Artes se toma varios meses de antelación para organizar su comida anual. Y la gala 2018 que se dio a comienzo de semana no preanunciaba lo que sucedió después en la economía. Así que esa noche, hasta para los funcionarios invitados el reloj tuvo un impasse, y algunos incluso se sumaron hasta la pista de baile. Y hubo uno de ellos, Guillermo Dietrich, que se llevó “tarea para el hogar”. En su discurso el anfitrión, Julio Crivelli, explicó que lo había sentado en la mesa principal junto a Pablo Avelluto para convencer de que “menos rotura de calles y a ver si se terminan las refacciones del Bellas Artes”. Sonrisas y aplausos. A Dietrich ya también lo habían tacleado en el hall un par de invitados interesados, al parecer, por el devenir real de las PPP. Igualmente, no fueron ambas situaciones las que motivaron que se fuera temprano. Sí se quedaron en la fiesta Pancho Cabrera, Rogelio Frigerio, Esteban Bullrich, Enrique Avogadro, Fabián Perechodnik, Diego Santilli y Nicolás Caputo. Como el año pasado, Macri estuvo en versión Big Brother, es decir, grabó un mensaje que se proyectó en las pantallas. Y breve, como parece ser la nueva tónica de los mensajes pregrabados: “Siempre digo que si hacemos las cosas bien, y trabajamos en equipo y con amor, los argentinos podemos lograr todo lo que nos propongamos. Sigan trabajando y nunca, nunca, dejen de ser protagonistas”.

“Factura” premiada. Las galas del Bellas Artes son temáticas y esta vez fue en honor al pintor William Turner, de quien este mes se exhibirán en el museo 85 acuarelas que pertencen a la colección de la Tate Gallery de Londres. Por eso se llamó La fiesta de la luz y se enviaron sugerencias para que los invitados “se iluminen” con el vestuario. Muchos fueron literales y hasta usaron accesorios luminosos y telas brillantes. Otros, como Justo Saavedra, evitaron la literalidad y adosaron en la espalda de su traje la última factura de Edenor que recibieron. En el desfile que se hace con los mejores vestidos “a lo Turner”, el polista se llevó el primer premio de la pasada masculina. La de mujeres recayó en una morocha de vestido blanco y con una capa con luces gigante, que llegó a la fiesta con un cirujano con otra megacapa luminosa.

A buen entendedor. La reunión del Council of the Americas de este año fue adrenalina pura. Y no en el panel por donde pasaron Marcos Peña, Horacio Rodríguez Larreta, Dante Sica, Javier Iguacel o Rogelio Frigerio. Sino en el lobby del hotel. Ese día el dólar amaneció a 40 pesos y los discursos de los mencionados remitiendo a los errores heredados que se están corrigiendo porque “hay un rumbo” resultaron escasos para la demanda de medidas concretas para un futuro inmediato. Errores que vale mencionar ahora ya no son solo heredados de “la década pesada” sino de “los últimos 70 años”. Por su parte, Susan Segal, titular del Council habló de que hace falta tiempo para que los cambios se vean. Y puso su cuota proactiva a una platea pro establishment remarcando el concepto de que en su país, no importa quién gobierne, los empresarios norteamericanos invierten siempre en Estados Unidos. Y que ésa es una de las claves de la economía de su país. Jorge Di Fiori, partner local y titular de la Cámara Argentina de Comercio, sumó una anécdota náutica para graficar la coyuntura e invitó a “confiar y esperar”.

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A la hora señalada. Hubo un momento en el transcurso del Council que una compañía de celulares hubiera logrado un spot publicitario sin oblar un peso. A las 10 en punto, tanto en el salón principal como en el resto de los espacios donde se movían invitados, periodistas y demás, la mayoría de ellos fijaron su mirada en el black mirror de sus celulares para ver la cotización del dólar en el minuto uno de apertura del mercado.