14 de septiembre de 1976. 8 am. Paraná y Maipú, Olivos. La operación estaba bien planeada; debía ser simple y sin contratiempos. El blanco, un gerente de la textil Sudamtex, que se movilizaba en un Falcon en compañía de su chofer, un policía retirado. Galimberti había revisado todos los detalles y esperaba ansioso el parte del combate, en un bowling aledaño a la Panamericana. El éxito de la operación iba a levantar el ánimo de la Columna Norte que venía de una sucesión de caídas en las últimas semanas. Además, era un mensaje a las patronales que se negaban a aceptar las reglas de la paritaria montonera. Según relata un militante en el libro Galimberti: “Estas misiones eran difíciles de emprender porque el objetivo era dar muerte a un civil desarmado; asumir esas operaciones requería un largo proceso de convencimiento previo”. Es de suponer que Patricia “Cali” Bullrich también había pasado por ese proceso de convencimiento previo.
En un Rastrojero se aproximaban el “Gordo” Miguel Lizaso y el “Gringo” Christian Caretti, ambos portaban pistolas Browning, una ametralladora Halcon y un FAL. En un Peugeot 504 verde, Sergio Gass “Gabriel” y Jorge Eduardo Gonzales “Ramón”. La quinta participante, Patricia Bullrich, alias “Cali”, disfrazada con uniforme de colegio privado, había bajado de un colectivo en avenida Maipú. Debía caminar una cuadra y subirse al Peugeot. Pero a poco de caminar comenzó a cruzarse con otros disfrazados, pero de pelo corto y aspecto policial. Un Chevrolet 400 con tres tipos de civil fue la confirmación de que estaba en una ratonera. Sintió que la estaban siguiendo, dobló en una esquina y cuando estuvo fuera de la vista, corrió hasta zambullirse en el jardín de una casa. A los pocos minutos desde su escondite pudo escuchar un infierno de explosiones y balazos. Los ocupantes del Rastrojero y del 504 cayeron acribillados sin siquiera poder bajarse de los autos. La operación había sido cantada y los milicos habían montado una mortal emboscada.
Recién a las 9.45 llegó a la cita de control. Allí, sin poder parar de llorar le contó al “Loco Galimba” lo sucedido. La explicación del fracaso llegó a los pocos días, cuando se supo que otro veterano combatiente, Cacho Della Nave, que conocía los detalles de la operación, había sido secuestrado una noche antes.
Esa no sería la primera, ni la última operación militar en la que participó Patricia. Había ingresado a la militancia y a la organización Montoneros de la mano de Rodolfo Galimberti, novio de Julieta, su hermana mayor. A fines de 1974 cuando “Galimba” es designado en la Secretaría Militar de la Columna Norte de Montoneros, llevó con él a las hermanas Bullrich y al Tano Caretti.
Patricia en julio del 75 fue detenida y pasó varios meses en Devoto, hasta que fue liberada en diciembre del mismo año, y se reintegró a la Columna Norte.
El 23 de enero de 1977, ya con un pie en partir al exilio, Galimberti quiso agotar el último cartucho de gelamón que le quedaba. A bordo de un Fiat 128, el “Loco”, “Cali” y el “Yuyo” se dirigieron hasta el chalet del Intendente de San Isidro, “Pepe” Noguer. Mientras los dos hombres la cubrían con las armas empuñadas, Patricia cruzó en puntas de pie el jardín, para depositar en el porche la bomba, que tenía marcado un retardo de cinco minutos. No era una operación simple, hubo varios casos de bombas que explotaron en manos del militante que la llevaba. Pero esta vez el mecanismo funcionó y el 128 se detuvo a pocas cuadras a escuchar la explosión que sonó a las 23.15. Según informaron los diarios, resultaron levemente heridas la hija y la nuera del intendente Ana María Noguer y Hortensia M. de Noguer. San Isidro está lleno de historias cruzadas, la sobrina del intendente, María Fernanda Noguer, “Namba”, también militante de la Columna Norte había sido secuestrada y desparecida en la ESMA, siete meses antes, el 3 de junio del 76.
El 3 de marzo de 1977, Patricia Bullrich y su compañero Marcelo “Pancho” Langieri partían hacia el exilio. Pero su historia militante no terminaba allí. Patricia siguió como cuadro orgánico de Montoneros en el exterior hasta febrero de 1979 cuando Galimberti comandó una nueva ruptura en Montoneros, llevando con él, a Julieta y Patricia.
La heroína que pudo ser. En la página “Uno por uno los militantes del peronismo revolucionario” del historiador Roberto Baschetti, dice de Julieta Bullrich (hermana de Patricia): “Su ascendencia la mostraba como perteneciente a una familia aristocrática: era nada menos que una Bullrich Luro Pueyrredón. Montonera con el grado de subteniente. Fue la compañera del “Loco” Rodolfo Galimberti. Falleció en el exilio de París, a los 28 años, en un trágico accidente automovilístico, el 24 de agosto de 1983.”
Si aquella mañana del operativo, hubiese llegado a tiempo a subir al Peugeot verde, o si el cartucho de gelamón le hubiese estallado en las manos. Hoy Patricia “Cali” Bullrich ocuparía un lugar venerable entre las heroínas montoneras, en la página de Baschetti. O si, militara dentro de un espacio político progresista, tal vez estaría sacando chapa de su pasado combatiente, y a cada paso rememorando a sus compañeros muertos.
Está claro que no fue una “perejil”; fue un cuadro montonero que participó conscientemente de esa etapa de la violencia armada.
“Los llaman jóvenes idealistas”. Así titula su libro la diputada nacional libertaria Victoria Villarruel, presidenta del Celtyv (Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas). El libro Los llaman jóvenes idealistas es un pormenorizado relato de los hechos de violencia cometidos por la guerrilla en los años 70. Villarruel interpreta que las acciones de la guerrilla constituyen delitos de lesa humanidad, por lo tanto, no prescriben, y sus responsables (los que se salvaron de ser asesinados por el terrorismo de Estado) deberían ser juzgados y condenados.
Las investigaciones históricas, independiente de quién las escriba, siempre están basadas en hechos e interpretaciones. Los hechos son la parte inerte o rígida de la historia, no se pueden modificar, allí están. El investigador los ubica en un contexto temporal y luego da su interpretación. Yo inicié la nota, con el relato de un intento de atentado, contra un gerente de la empresa Sudamtex –del 14 de septiembre de 1976–, en el cual, Patricia Bullrich era una de los cinco partícipes. Un mes después el 18 de octubre Montoneros realizó otro atentado similar, esta vez cumpliendo su objetivo.
Villarruel lo relata así en su libro: “Enrique Luis Arrossagaray fue un muy querido padre de familia, esposo, buen compañero, ingeniero civil y hacia 1976 gerente de fábrica de Borgward Argentina, empresa fabricante de motores diésel. Parece que ser gerente en esa época fue profesión de alto riesgo ya que Montoneros, el 18 de octubre de 1976, decidió esperarlo por la mañana, con una emboscada, en un operativo minuciosamente organizado y ejecutado por cinco de sus integrantes, cuando iba camino a su trabajo para quitarle la vida a los 47 años de edad.”
Todavía no pude leer el libro, y no sé si esta relatado allí, el atentado al intendente de San Isidro, “Pepe” Noguer que cometió Patricia.
La diputada Villarruel, es amiga, admiradora, y aliada política de Patricia Bullrich. Me encantaría saber si dentro de quienes considera “asesinos disfrazados de idealistas que hay que juzgar y condenar”, incluye a su referente y amiga Patricia.
Contradicciones del discurso binario. Pero, como vengo reiterando en todas mis notas, el discurso binario, buenos y malos, blanco o negro, que profundiza las grietas, y genera discursos de odio, existe de ambos lados. Lo señalaba en mi nota de PERFIL.
Se grita y despotrica contra la tibieza, contra los que dialogan con el “enemigo”
Olga Ruiz, Investigadora de la Universidad de la Frontera, Temuco expresa: “los grandes relatos sobre nuestra historia reciente se han construido centrados en el heroísmo y la victimización, esquema binario que se afirma y consolida en la figura del traidor. Se trata en realidad de una tríada (héroe-víctima-traidor) en las que el quebrado concentra –como un chivo expiatorio– las contradicciones, los fracasos y la derrota de la izquierda chilena”. “Es más sencillo atribuir la caída sostenida de militantes a unos cuantos traidores que analizar críticamente las políticas adoptadas por las dirigencias de las organizaciones revolucionarias.”
Estos conceptos son los mismos que se usan en nuestro país, por parte de muchos formadores de opinión de este lado de la grieta. Algunos periodistas ex militantes, desde su pedestal de fiscales, señalan a los malos, y elevan a la categoría de héroes, a los sobrevivientes de las organizaciones armadas de los 70. Entonces volviendo a nuestro personaje de hoy, según ese criterio de calificación, Patricia (al igual que su hermana fallecida) debería ocupar el panteón de las heroínas. Por las dudas agrego, que no hay ningún dato o testimonio, que la ubique como “delatora” de sus compañeros. Salvo, que, por la locura de la contraofensiva, ella junto a un grupo de montoneros en el exilio, decidió abrirse de la organización. Y por ese hecho, fueron acusados de traición y condenados a muerte, entre otros, el poeta Juan Gelman y Rodolfo Galimberti.
Imagino un observador extranjero, tratando de entender: Bullrich principal dirigente del partido que más cercano al pensamiento, político y económico del proceso militar 76/83, que, de llegar al poder, reabriría todas las causas penales contra los miembros de Montoneros, organización a la que perteneció y causas en las que está incluida...
Marketing electoral. Toda esta información sobre la militancia montonera de Patricia Bullrich esta detallada, al menos en tres libros, el primero del año 2000. Yo lo publique en PERFIL el 13-09-20. Ademas, gran parte de los integrantes del grupo Galimberti de la Columna Norte están vivos, incluyendo su pareja de entonces. Bullrich nunca se ocupó de desmentir su pasado montonero. Estoy convencido que la razón de no hacerlo tiene que ver con cultivar ese perfil de cowboy dura, que le permitía lucirse de uniforme verde y pistola a la cintura, mientras era ministra de Seguridad.
Estilo violento y patotero que le permite decirle al funcionario de Larreta, Felipe Miguel: “la próxima te rompo la cara, conmigo no se jode, te lo aviso”. Frase muy adecuada para un Pablo Escobar Gaviria, no a una señora de edad avanzada, que aspira a ser presidenta. Pero, lamentablemente ese perfil de política agresiva y violenta hoy vende. Por lo tanto, esta nota, a Bullrich ni la ofende, ni le preocupa. Al contrario, estoy contribuyendo a su marketing de dura. Con lo de “señora de edad avanzada”, capaz sí, me gano un cartucho de gelamón, o un escrache de las famosas “mabeles”...
Crispación. El papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti escribió: “Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte. La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es manipulado hacia el estado permanente de cuestionamiento y confrontación. En esta pugna de intereses que nos enfrenta a todos contra todos, donde vencer pasa a ser sinónimo de destruir”.
“El funcionamiento de muchas plataformas a menudo acaba por favorecer el encuentro entre personas que piensan del mismo modo, obstaculizando la confrontación entre las diferencias. Estos circuitos cerrados facilitan la difusión de informaciones y noticias falsas, fomentando prejuicios y odios”. (…) “La agresividad social encuentra en los dispositivos móviles y ordenadores un espacio de ampliación sin igual. Ello ha permitido que las ideologías pierdan todo pudor. Lo que hasta hace pocos años no podía ser dicho por alguien sin el riesgo de perder el respeto de todo el mundo, hoy puede ser expresado con toda crudeza, aun por algunas autoridades políticas, y permanecer impune.” Dice Francisco en otro párrafo.
Sobre los discursos de odio, el Doctor en Ciencias Sociales, Esteban Dipaola, expresa: “Se trata de una producción y diseño del escándalo, para formar individuos indignados, que ya no ajusten a principios estables de reflexión de sus ideas y motivaciones. (…) Los discursos de odio son registros de una verdad de época, que se funda en la indignación y el menosprecio como valor (…) estos discursos conjugan un nuevo régimen de lo verdadero que otorga el permiso de validar cualquier violencia y menosprecio sin reprimenda moral (…) son la afirmación de una individualidad desprovista de mecanismos morales represivos y, con esto, de facultades de integración.”
En la misma dirección el filósofo francés Eric Sadin explica: “El momento fundador de nuestra actualidad ocurrió en 2005 con la creación de lo que se llamó el WEB2. Desde ese momento los individuos adquirieron la capacidad de dejar de ser espectadores de las páginas internet visitadas para poder intervenir. Ello trajo esa invención genial del tecnoliberalismo que son las redes sociales, las cuales les dieron a los individuos el sentimiento de ser importantes mostrando secuencias de sus vidas o revelando públicamente sus opiniones. (…) El genio del tecnoliberalismo radicó en que puso en manos de los individuos los instrumentos para que puedan mostrar sus resentimientos y sus descontentos. (…) Hoy estamos en una situación que consiste en creer que la palabra sirve como política. Pero hoy, la palabra sirve para la vanidad y para generar beneficios a las plataformas de Silicon Valley. La gente cree que generando discursos que no sirven para gran cosa en las redes sociales se llega a algo. Eso es una catástrofe social y política. No produce nada, y es peligroso en el seno de una sociedad, en la cual cada persona hace valer en las acciones y las palabras la primacía de uno mismo, porque puede conducir a lo que he llamado “un posible totalitarismo de la multitud. Sería como un fascismo de un nuevo tipo que no estaría dirigido por figuras sino por una crispación de todos contra todos. Ese, es el peligro latente de la nueva condición política: la negación total del otro.”
En los grupos de whatsapp es común leer todos los días frases: “Yo con eso estoy muy mal, es tremendo todo lo que hacen, nos siguen provocando amigos”. “Estoy un poco enojado.” “Yo estoy muy enojada”. “Yo no voté esto”. “A mí no me representa”. Catarata de frases de indignación individual, siempre con el “yo, esto”... “yo, el otro”. Cuando alguien intenta meter algo de mesura o razonamiento amplio, le saltan a la yugular acusándolo de tibio, cobarde o directamente facho.
Se grita y despotrica contra la tibieza, contra los que dialogan con el “enemigo”. Amigos-enemigos. Buenos-malos. Periodistas de un lado y del otro de la grieta que gritan en la tele. Todo pensamiento binario y de crispación. Y en ese clima general de una sociedad indignada y enojada de todos contra todos, es que crecen las figuras que mejor expresan la crispación, como Trump, Bolsonaro, Milei y las Patricia Bullrich.
Por lo tanto, a la señora Patricia Bullrich no le interesa desmentir que cuarenta años atrás podía disparar contra un civil desarmado o poner una bomba. Salvo el detalle ideológico que “ya corrigió”, esa historia da peso a su amenaza. “Conmigo no se jode, te lo aviso”. Casualmente Felipe Miguel es nieto del histórico dirigente de la UOM, Lorenzo Miguel, que durante mucho tiempo estuvo en la mira de los fusiles montoneros. Historias que terminan cruzadas...
*Autor de La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón y Salvados por Francisco. www.aldoduzdevich.com