El antropólogo Alejandro Grimson escribió esta misma semana un artículo titulado “Si hay cuerpo, no hay posverdad”. Seguramente, en una etapa de tantas operaciones y afirmaciones interesadas –hecho potenciado por la proximidad de las elecciones–, la presencia del cuerpo ofrece a las ciencias afines –criminalística y antropología forense, por caso– algunos datos que, si bien no indiscutibles, pueden responder qué pasó con Santiago Maldonado. Dos personas con opiniones tan disímiles como Elisa Carrió y Horacio Verbitsky coincidieron apenas hallado el cadáver en el río Chubut en afirmar que “el cuerpo habla”. Pero, ¿qué es lo que tiene para decir un cuerpo que estuvo sumergido en agua casi helada durante 78 días? PERFIL consultó a dos asesores de la fiscalía colombiana, Luis Forero y Edwin Otero, expertos en comprender tanto una escena del crimen como la mentalidad criminal, y al argentino Walter Gorbak para que comenten las claves de ese trabajo forense, y cuáles pueden ser los primeros resultados de la investigación iniciada. No sólo ”habla el cuerpo”. Hay muchos otros elementos que brindan información clave a los especialistas.
Analizar el entorno. ¿Cómo saber si los peritajes fueron bien hechos? Desde Colombia, Luis Forero contesta que ”por lo que tengo entendido, solicitaron que se aplicara el protocolo de Minnesota. Lo que busca es que exista independencia y profesionalismo. Deja que se lleve a cabo todo lo científico, lo técnico, que es posible hacer ante la aparición de un cuerpo. Los profesionales deben hacer unos cortes que permitan saber si el cuerpo hallado, por ejemplo fue víctima o recibió algún tipo de tortura”.
La palabra clave aquí es independencia. Para Forero ”es ideal para cuando haya dudas, por ejemplo, de una violación de los derechos humanos“.
Sobre los pasos vinculados a la autopsia, el especialista dice “usted tiene un cuerpo, y obviamente, lo primero que debe hacer es proceder a la identificación. También es clave hacer un buen trabajo de campo en el lugar de los hechos. La búsqueda de evidencia en el entorno puede permitir saber si hubo disparos, por ejemplo. Igualmente, resulta imprescidible establecer bajo qué circunstancias fue hallado el cuerpo”.
La ropa también brinda información esencial: “Puede haber vestigios –dice el especialista– que den cuenta del lugar donde se encontraba y vestigios sobre lo que pudo haber sucedido, el protocolo es un buen sistema para evitar que se desvíe la investigación, para evitar lo que llamamos en Colombia la escenificación de un crimen”.
¿Se puede “escenificar” tanto una escena del crimen como para que parezca un asesinato un crimen, tal como algunos sostienen en relación a la muerte del Fiscal Nisman? “Para encontrar respuestas hay que saber bien quién es la víctima: conocer datos sobre su vida, hábitos, entorno social, su relación con el lugar de hallazgo, me va permitir inferir motivaciones. En general, cuando hay escenificaciones de los hechos, lo que se busca es desviar la investigación”.
Pero ¿cómo habla un cuerpo en una autopsia?”. “Nos va a dar la forma en cómo murió esa persona. Muchas veces creemos que un homicidio se da por un arma de fuego. Pero no necesariamente es así. Incluso, a veces, podemos creer que se trata de un homicidio, cuando realmente fue una muerte accidental. Pero esa información sí puede obtenerse de una necropsia, de una autopsia. También se puede saber qué es lo que pasó en ese cuerpo, qué es lo que generó que llegue a su estado actual o si son lesiones compatibles con un accidente.
Mente criminal. Edwin Olaya participó de una investigación muy conocida en su país. La aparición de un cuerpo fragmentado, al que se borraron casi todos los rasgos que pudieran idenficarlo. Sin embargo, pudo llegarse a la respuesta, aplicando un trabajo multidisplinario de investigación, que incluyó su especialidad, la psicología. Para él, si bien no es del todo imposible, es muy difícil que algún miembro de los servicios haya alterado el cuerpo tanto como para que no se sepan las causas o se confundan sobre la muerte. Que lo haya hecho alguien sin formación criminalística –como un gendarme o un miembro de la comunidad mapuche– es directamente imposible.
Olaya considera que “la mayor y principal evidencia es el cuerpo. De ahí, cada profesional tiene elementos concretos para llevar a cabo el análisis correspondiente. Estamos hablando de un cuerpo que lleva 78 días de, al menos, estar desaparecido, seguramente sumergido en el agua. Es importante considerar que lo que se haga con la evidencia necesariamente debe implicar un trabajo interdisciplinario. Demos por cierta por un instante la hipótesis de que el cuepo llevaba realmente más de dos meses bajo el agua, obviamente, hay una descomposición con la particularidad no sólo del paso del tiempo, sino también por la influencia del ambiente. En este sentido, digamos que el agua tiene una característica bastante importante. Hay que tomar en consideración este elemento, aún cuando los cuerpos estén total o parcialmente sumergidos. Y esto se debe precisamente a la gran cantidad de microorganismos. Uno de ellos es, por ejemplo, la descalcificación de los huesos. También puede haber fisuras, ondulaciones, distintos elementos que están presentes”.
Por todo esto, en el equipo interdisciplinario tiene que haber antropólogos. Pero también, el médico patólogo tiene un rol clave: “para descartar una muerte violenta, es fundamental su rol. Es el encargado de hacer la necropsia como tal y tratar el estado del cuerpo, que, en un caso así, ya se debe encontrar en una fase avanzada de su estado cadavérico. También puede identificar qué fenómenos son consistentes con el supuesto momento de la muerte y el lugar en el que estuvo, también supuestamente. El patólogo también tiene un rol importante para identificar el estado premortem de la víctima y cómo puede influir en su estado posterior. Factores como la ropa o si ingería alguna sustancia como antibióticos, por ejemplo, pueden hacer que su descomposición sea diferente”, explica.
Una “broma” sin justificación. Para el criminalista argentino Walter Gorbak la clave también está en el entorno donde fue hallado el cuerpo. “No sólo decimos que el cuerpo habla. También lo hace el escenario. Se ejecutan distintos análisis sobre el cuerpo, por ejemplo, para detectar la verdadera causal de muerte, para determinar el tiempo de fallecido de este cuerpo, la lesionología. Y en un caso como éste para determinar si se trata de una muerte suicida, homicida, accidental, o una muerte natural, o incluso, si hay una muerte incluida en lo que denominamos la mala praxis. Por eso decimos que el cuerpo habla. Pero el escenario también tiene mucho para decir”.
Para Gobark “habría que evaluar, más allá de la información del cuerpo si las tareas investigativas que se realizaron estuvieron a la altura de las circunstancias. Habría que ver si los rastrillajes realmente pasaron por la zona o no”. Para el especialista, no será dificil determinar si la muerte se produjo por ahogamiento u otras causas.
PERFIL consultó también al experto acerca de la comparación que hizo Elisa Carrió, relacionando la temperatura del agua del río con el congelamiento del cuerpo de Walt Disney. Gobark, luego de aclarar “me mantengo apolítico y no sé en qué contexto la dijo”, afirmó que no hay ningún punto en común entre ambas situaciones: “son cosas diferentes, desde el punto de vista de la conservación de un cuerpo la temperatura baja es importante, pero que haya estado bajo el agua lo cambia todo”.