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El “voto Rappi” que sostiene a Milei

Diversos analistas indican que el “voto Rappi” es la clave del triunfo de Milei en las PASO. Se describe a los repartidores que, en verdad, representan el mundo de los jóvenes trabajadores precarizados o desempleados, sin esperanzas, que cuentan las monedas para llegar a fin de mes. Es momento de analizar si el “voto Rappi” es un mito o la base de los libertarios.

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La clave del triunfo de Milei. | cedoc

Los jóvenes son los más afectados por la pobreza. En el mundo, el 14% de los jóvenes empleados viven en hogares extremadamente precarios, en comparación con el 7% de los adultos, según la Organización Internacional del Trabajo. 

Dos semanas atrás publicamos una nota en la que se revelaba un dato interesante: más de seis de cada diez jóvenes argentinos de entre 16 y 24 años están insatisfechos con sus ingresos y con la oferta laboral disponible en su región. 

Dentro de este grupo, quienes no completaron la secundaria y viven en grandes ciudades son los más infelices; información contemplada por la Fundación Colsecor. 

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Los repartidores de aplicaciones de comida son unos de los representantes del trabajo precarizado e informal en el país. No cuentan con obra social, ni aportes, mucho menos licencias o vacaciones pagas. Cada app de reparto de comida cuenta con más de cinco millones de descargas en Argentina. Su crecimiento no frena. 

Sin embargo, el empleado precarizado se expande mucho más allá de los deliveries. Son muchos los trabajadores que están en situaciones similares, aunque con otros empleos. Esto en el mejor caso, si es que no están desocupados. 

Y para estos jóvenes precarizados, angustiados, sin representación ni rumbo, con deseos de partir a Ezeiza, aparece una figura que los convoca: Javier Milei.

Una investigación de la consultora Taquion lo confirma: Milei es el candidato con mayor intención de voto, entre la población de entre 18 y 30 años, con un 32% de adhesión. Además, un estudio del Grupo de Estudios de Desigualdad y Movilidad del Gino Germani, de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, indica que la simpatía por Milei crece en los extremos: en la máxima pobreza, y en la máxima riqueza. Muestra, también, que el 21% de los jóvenes se identifica como libertario. 

Cabe preguntarse, entonces, si el “voto Rappi” a Milei es un mito o una realidad. 

Precarizados. “Los de Milei son jóvenes que no han conocido el mundo fabril. Su figura empieza en un sector universitario, pero excede los grupos juveniles y empieza a vincularse con segmentos que van hasta los cuarenta años”, introduce el sociólogo y analista político Carlos De Angelis. 

“Muchos de estos sectores uno los ve como precarizados, desde una mirada del mercado laboral tradicional, pero ellos empiezan a ver los derechos laborales, como un obstáculo para los emprendedores. Han visto a la Argentina en crisis, han visto a los políticos con posturas tradicionales que defienden, justamente, al sindicalizado, al que está en el trabajo formal”, indica. 

“‘Precarizados’ significa que no tienen una reglamentación asegurada por el Estado. La idea empieza a difundirse en paralelo a la crisis económica. En la pandemia se amplificó este discurso, con la libertad como valor absoluto: libertad de mercado, contra un Estado que te cuida, pero que a la vez te prohíbe salir a la calle. Esa contradicción estalla en los libertarios”, asegura. 

“”La relación precarizado-Milei me parece que es un tanto audaz, pero sí son sectores que piensan el mundo en otros términos. Piensan en un mundo globalizado, sin reglas estatales. Una figura emblemática es la señora que tomaba sol en Palermo”, afirma. “No obstante, es un fenómeno que no tiene que ver con la base social de Trump o la derecha de Marine Le Pen en Francia. Los que apoyaron a estos sectores fueron las víctimas de la desindustrialización: gente un poco más grande que no se puede adaptar a la digitalización de la economía”, distingue. 

Feminismo. Ricardo Luis Storni, de 42 años, es un delivery de Avellaneda que se dedica a esta actividad desde hace cuatro años. Trabaja, además, como bombero, pero admite que el sueldo de repartidor es mejor. “No sé si la economía que Milei plantea funcionará, pero sé que la actual no funciona, señala. 

“Milei es alguien que está en contra de la delincuencia. No le gusta el populismo, que no es más que corrupción y compra de votos. Entiende que nada es gratis. Entiende la mentira del género y el Ministerio de la Mujer”, explica sus razones de voto. La investigación del Gino Germani afirma que, de cuatro votos a Milei, solo uno es de una mujer. Entre los votantes de Milei tiene un papel importante el antifeminismo. “Esto es similar a lo que sucedía con el voto a Jair Bolsonaro en Brasil, que siempre tuvo más apoyo entre hombres que entre mujeres”, dice el doctor en Ciencias Sociales y magíster en Ciencia Política Ariel Goldstein. Continúa: “El terreno fértil de Milei es una generación decepcionada, que se encuentra representada en la consigna Milei o Ezeiza. Han vivido la mayor parte del tiempo durante el kirchnerismo, al que perciben como un ‘statu quo empobrecedor. La práctica de los jóvenes los lleva a una situación donde el Estado aparece como un obstáculo para su progreso y  conecta con consignas simples que parecen revolucionarias en un país devastado. Ofrece una promesa de castigo a‘la casta. Sin esa promesa contra el enemigo, el fenómeno Milei no se explica. Forma parte de esa ola de ascenso de la nueva derecha a nivel internacional, aunque tiene sus particularidades nacionales”, señala. 

“”Por ejemplo, ningún candidato de extrema derecha en América Latina ha puesto la ‘motosierra’, es decir, el recorte del gasto público, como eje tan central de su programa. Esto sucede porque Argentina está experimentando una crisis que ha generado un profundo rechazo al Estado. Milei aprovecha esa situación”, dice Goldstein.

“”A su vez, comparte el ataque a la casta con Trump y Bolsonaro. Divide a la sociedad entre ciudadanos de bien y‘políticos ladrones, como hacen ellos dos”, concluye el licenciado.

Diego Ramos es un monotributista de 19 años, dueño de un almacén.“”Me cansé de gobiernos que llenan sus bolsillos. El pobre vive del Estado. Hay adolescentes que no saben sumar. Siempre fui en contra del sistema actual de educación, porque no enseñan lo que tendríamos que aprender para ser gente de bien”, enfatiza. 

“Voto a Milei porque Argentina necesita un cambio. Veo cómo mis familiares no pueden progresar. Mi hermano trabaja en la Policía. Gente como él, que da la vida, labura de sol a sol, no puede llegar a fin de mes, cuenta.“Un jubilado, con la mínima, no puede vivir, mientras hay políticos que reciben jubilaciones millonarias. La política se hace rica y la clase trabajadora se vuelve pobre”, opina. 

Los votantes. Sebastián Katz tiene 28 años y es monotributista. Está por terminar la carrera de ingeniería. Es de Rosario y está buscando trabajo. Vive con sus padres.““Hoy no puedo independizarme”, admite. “Lo voto porque entiendo que el sistema y las instituciones están corrompidas. Se necesita un cambio verdadero y profundo. Hay que garantizar la libertad de las personas, sobre todo impositivamente. Hay que tener mano dura para realizar cambios radicales. Yo pretendo ir por todo”, sostiene. 

Lucas Cruz, de 28 años, es agente de seguridad privada.“

“Lo voto porque es un argentino que se pudrió de ver injusticias y decidió meterse en política. Yo antes del liberalismo era apolítico, cuenta.“Llego a fin de mes solo porque estoy soltero”, agrega. 

Angelina González es una comerciante de 29 años, de Catamarca. Casada, con cuatro hijos, también le cuesta pagar las cuentas.“

“Cada mes es peor, y eso que trabajo de lunes a lunes, revela.“Voto a Milei porque concuerdo con su discurso. La política, hasta ahora, consistió en castigar al trabajador, esclavizar a la gente con planes y enriquecer solamente a los políticos”, afirma. 

Juan Schaumburg es un estudiante de 24 años.“”Lo votaría porque es algo distinto. Con ideas buenas y otras no tanto, pero es un tipo que tiene mucho conocimiento de la economía. El nivel de planificación que tiene es muy distinto a los otros candidatos que culpan a otras personas por cosas que ellos tampoco mejoraron”, critica.

Distancia. “Los resultados de las PASO pusieron en el centro de la escena la distancia de la clase política respecto de las grandes mayorías. Un escenario que habilita la aparición de liderazgos disruptivos, como un espíritu ligado a cierto hartazgo de la sociedad, que puede resultar atractivo en la medida en que las necesidades básicas se volvieron muy difíciles de satisfacer”, dice la politóloga Florencia Bottazzi. 

“Creo que el votante de Milei es policlasista: sabemos que a Milei lo votaron en los sectores empobrecidos, pero también en regiones del país con altos niveles adquisitivos. Lo mismo sucede a nivel de las generaciones. No es solamente el voto joven, sino también el voto de las personas adultas que coinciden con este hartazgo”, teoriza Bottazzi.

“Es una figura que evoca el ‘que se vayan todos’, pero que lo reconvierte para enlazarlo a un discurso de derecha. A partir de 2003 existieron populismos con un giro a la izquierda en América Latina. Y con Milei podemos pensar en populismos con un giro hacia la derecha”, concluye. 

Mariano Unito tiene 43 años y trabaja en el sector administrativo de una fábrica de indumentaria desde hace 18 años. 

“Al principio, me parecía que Milei estaba desquiciado. Pero cuando pasaba el tiempo me daba cuenta de que las cosas que había dicho se estaban dando como lo pronosticó; por ejemplo, la inflación por las nubes”, cuenta. “Los impuestos que tenemos son insostenibles, los salarios quedan abajo, y estamos siempre detrás de la zanahoria. Si a la empresa donde trabajo le va mal, a mí también. Ahora estamos trabajando cuatro días a la semana porque bajaron las ventas” relata. 

 “Hoy me juego todo por Milei, y no porque sea su fan. Lo voto porque estoy harto de los políticos que tenemos. Me la juego porque quiero que mis hijos tengan un país mejor. Yo ya estoy en la salsa, pero quiero que ellos se queden en su país, admite. Que pase lo pase. Ya estamos acostumbrados a pelear y salir adelante solos: sin Estado ni políticos. Porque no me dan ni quiero nada de ellos”, asegura. 

En conclusión: puede decirse que el “voto Rappi” hacia Milei es un planteo relativamente acertado sobre el perfil de los votantes libertarios pero, como ha quedado claro, el votante de Milei no es únicamente el trabajador precarizado sino, más bien, el trabajador harto. 

Se separa asimismo, tanto de la casta”política, por la que no se sienten representados, como de los beneficiarios de planes sociales. Apuestan por una nueva fórmula, algo distinto, bajo la idea de que las otras propuestas han fracasado. Un proyecto que les permita soñar con aquel día, en el que llegar a fin de mes, no sea tan difícil.